Capítulo 3

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  Tras llegar a España, bastante más cansado -aquel vuelo tan largo,  le habían rematado; y encima aún le faltaba la escala. Parecía que el destino estaba en su contra. El vuelo había sufrido una cancelación de última hora por no sabía qué nube de humo que impedía el aterrizaje de los aviones, sin ningún otro tipo de solución más que esperar que todo aquello pasara. ¿De verdad esperaban que se quedara allí hasta Dios sabe cuándo?

Tras refunfuñar, armar el escándalo típico de un tipo no acostumbrado al "No" y pedir la hoja de reclamaciones, lo primero que hizo fue dirigirse a un Rent a car -asegurándose primero de que aquel también funcionara en Bolonia. Miró a su alrededor, la gran cantidad y variedad de coches que habían aparcados, desde coches antiguos a los últimos coches que habían salido al mercado, desde los más simples hasta los más caros. Sin duda, él ya tenía claro qué coche iba a llevarse.

Entró en la oficina, con aquellos aires de superioridad que tanto le caracterizaban, y sacó su móvil nuevo. Y se preparó para hablar con el dependiente a través del traductor, aunque este se le adelantó hablándole en inglés también.

Los distintos modelos de coches que aquel tipo le ofrecía solo le hacían fruncir el ceño y torcer el gesto de cada vez más, a cada cual que le enseñaba era peor que el anterior.

—¿Y ahora me puedes enseñar los coches de verdad? No he venido aquí a perder el tiempo.

El dependiente asintió rápido y comenzó a enseñarle los coches de una gama más alta, más exclusivos. Al final llevándose un Mercedes E Coupé plateado mate. Al explicarle que saldría del país, pareció que al chico se le iluminaron los ojos. Y, tras un largo rato, rellenando documentos y explicándole las normas, llegó el momento de pagar. Abrió la cartera y maldijo al ver dólares en su interior y no euros. Por suerte, aquel establecimiento aceptó los billetes y le entregó el cambio en euros -al menos llevaba algo por si ocurría cualquier cosa.. Al fin se hizo con las llaves de ese coche que estaba pidiendo a gritos ser conducido.

Marcando la ruta más rápida hacia Bolonia, se puso en marcha. No tenía tiempo que perder; y cuanto antes empezara su viaje, antes llegaría. Decidió conducir tanto como su cuerpo le permitiera, y no pararía hasta que tuviera que comer o dormir. Antes de que oscureciera, se había recorrido más de la mitad del país, lo que era muy positivo para Ransom. Ese viaje sería más sencillo de lo que parecía.

Al sentir cómo le rugía el estómago y sus párpados cerrarse de vez en cuando, decidió desviarse en la primera salida en la que indicara una zona de servicio. Necesitaba una cama y bastante comida. Se pasó la mano por el pelo, colocándoselo antes de dirigirse hacia la entrada del hostal. En la entrada de este, había una señora mayor sonriente, lista para atenderle.

La mujer empezó a hablarle con un español cerrado, y por el tiempo que se había tirado hablando y sus gestos, Ransom intuyó que poco tenía que ver con la reserva de una habitación. Con pocas ganas de charla y de contar su vida, detuvo a la señora, quien le miró algo cortada.

Volvió a sacar su móvil y con la mayor chulería del mundo, le comenzó a hablar a su aparato.

—Ni te molestes —le interrumpió una voz femenina, hablando en inglés, a sus espaldas—. Yo me encargo.

Y entonces la vio. Una chica joven morena, con ojos marrones y una gran sonrisa iluminando su rostro. Se colocó al lado de la señora mayor, tras la recepción. Y le miró.

—Menos mal —comentó la señora—. Con estos guiris, no hay quién se aclare. Increíble que no haya aparatitos para hablar sin problemas. Tanta tecnología y tantos ifone... —la chica rió ante aquel comentario.

Hearts Out | RANSOM D. (Chris Evans)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora