Capítulo 20

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  El hostal estaba en paz y armonía. Alberto, Ransom, Alberto y Gisela charlaban tranquilamente hasta que unos gritos interrumpieron aquella charla sobre lo que podían ser unas vacaciones de ensueño.

Carolina aireaba y meneaba las manos exageradamente, entrando sin ningún miramiento por la puerta del hostal. Decía cosas sin sentido y ni siquiera pensaba antes de formular las frases. Creía que eso bastaría. Tras ella, entró Pedro. Y, aunque también gritaba cosas sin sentido en un tono "enfadado", sus gestos eran demasiado exagerados para ser reales.

—Sí, eso. Huye, mujer —soltó un gruñido—. Como haces siempre.

Elena, que fue la última en enterarse, miraba a sus padres sin dar crédito al circo sin sentido que estaban montando.

—¿Deberíamos decirles que ya lo sabemos? —inquirió divertida.

—No, déjalos un par de días más —respondió su hermano—. Que crean que nos la están colando.

Gisela y Ransom rieron junto a ellos, hasta que Elena y Alberto se giraron hacia ellos, con miradas acusatorias.

—Como vosotros dos. No sé de qué os reís. ¿Cuándo pensabais contárnoslo? —el tono de Elena era acusatorio.

—Ni que se hubieran esforzado mucho —se burló Alberto, Gisela frunció el ceño—. Por favor, el otro día entraste con dos marcas de manos, de tierra, en el culo. Y justamente Ransom estaba con el huerto —se señaló el dedo con la sien—. No se necesitan más de dos dedos de frente.

—Anda, qué bien que reconozcas tu problema —le devolvió la burla Ransom.

—Te ha llamado tonto —se rió Elena.

—Lo sé —gruñó su hermano, queriendo detener la discusión antes de que incluso empezara.

Ransom, que parecía estar disfrutando demasiado esa unión contra Alberto, se vio obligado a separarse del grupo. Necesitaba hablar con Pedro antes de que este marchara escaleras arriba.

Detuvo a Pedro antes de que pudiera subir el primer escalón y este, a mala gana, se giró hacia el castaño.

—¿Qué quieres, chico? ¿No podemos hablar luego?

—No sé si luego coincidiré contigo —suspiró.

—Tú dirás —puso los brazos en jarra—. Bueno, si es por el coche, ya está. Te lo traeré esta tarde.

Gisela, que había desconectado de la conversación en cuanto vio que Ransom se acercaba a Pedro, intentó escucharlo todo. E intentó no hacerse ilusiones, pero no pudo evitar sentir su corazón estrujándose en su pecho mientras esperaba la respuesta de Ransom.

—No —Pedro le miró confundido—. Sé que es mucho pedir —suspiró—, pero ¿podrías acompañarme para dejar el coche? Necesito que alguien me acompañe de vuelta.

Pedro le dedicó una paternal sonrisa y, apoyando su mano en su hombro, asintió. El cambio que había pegado en tan solo un par de semanas era increíble. Quizás se había equivocado de profesión y lo suyo no era la mecánica, sino la educación o quizás la psicología.

—Por cierto, si vais a la habitación trece, nadie oirá nada y es la que tiene más calor de todo el hostal —murmuró divertido.

Pedro le miró asombrado, porque no entendía cómo había podido enterarse... "Gisela" pensó casi al momento. Subió escaleras arriba, sin querer entrar en profundidad en aquel tema.

El alivio llegó a Gisela casi al instante. No le había dicho lo que quería oír, ni le había prometido cosas que no iba a cumplir. De verdad se iba a quedar, y solo por ella.

Hearts Out | RANSOM D. (Chris Evans)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora