Capítulo 11

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—¿Sierra? —Su cara se descompone por completo.
Trago saliva mientras asiento despacio.
—¿Quién es? —La voz de Asli se escucha por detrás de mí.
Entonces el rubio no espera nada más antes de entrar en mi casa.
—Asli. —Susurra y sus brazos se envuelven alrededor del moreno.
Éste me mira con confusión y le respondo encogiéndome de brazos.

Cuando se separa de él, Seth comienza a hablar muy rápido, casi tanto que apenas logro entender lo que dice.
—...te he buscado por todas partes, no sabía donde más ir y est-
—¿Quién eres? —La pregunta le deja por completo en shock.
El amnésico da un paso atrás, poniendo distancia entre ambos.
—¿Qué? —Su mirada se intercala entre Asli y yo.

Decido intervenir antes de que la situación se vuelva más incómoda.
—No te recuerda. —Corto.
—¿Qué? —Pero su reacción no varía. Mi mano agarra su brazo y tira con suavidad de él.
—Deberíamos hablar fuera. —Me mira sin saber qué hacer o qué decir, sólo sigue el ritmo de mis pasos cual muñeco de trapo.

Abro la puerta y hago que salga antes que yo pero antes de poder seguirle, el moreno me frena.
—¿Quién es él, Sierra?
—No lo sé pero lo averiguaré, ¿bien? —Asiente y me deja ir.
Cierro la puerta tras salir y pongo una mano en mi boca, indicándole a Seth silencio.

Sigo caminando por el pasillo del edificio y cuando llegamos a las escaleras, me detengo.
Mirar a Seth me trae una mezcla de recuerdos, algunos buenos y otros que preferiría no recordar.
Sus ojos de una tonalidad mezclada entre el verde y el azul me miran con curiosidad.
—¿Qué demonios está pasando aquí, Sierra? —Me llevo la mano a la nuca, incómoda y algo indecisa sobre como comenzar.
—Me llamaron del hospital, el número de emergencia de Asli era el mío, sufrió un accidente de coche y no recuerda nada, le traje a casa y te busqué pero no logré encontrarte.
Oh y no le conté quien soy ni de qué nos conocemos.

El rostro del rubio pasa por diferentes estados y todos ellos incluyen la confusión.
Hablo tan deprisa que le cuesta entenderlo y la historia es tan complicada que no lo mejora.
—Estoy procesando... dame un segundo. —Me pide. Pongo las manos en jarra y asiento.

—¿Me estás diciendo que mi mejor amigo no tiene ni idea de quien soy? —Vuelvo a asentir.
—He estado esperando a encontrarte. Tú eres el único que puede ayudarme... ayudar a Asli. —Sus ojos están al borde de las lágrimas pero las contiene.
—¿Qué tengo que hacer?
—Carraspeo suave.

—Tienes que contarle todo.
Su historia. —Parece decidido y da un paso hacia adelante pero le detengo.
—Espera. —Me mira. —Tienes que hacerlo sin mencionarme a mí.
—Pero Sierra eso es imposible.
Si hablo de la historia de Asli, tengo que hablar de ti.
Tú eres parte de ella. —Niego.

—¿Y podría soportarlo? No quiero revivirlo, Seth.
No quiero volver a ese momento y tampoco quiero que Asli tenga que escucharlo.
Puedes saltarte esa parte de la historia. Por mí y por él.
Por los dos. —Y al final, parece que acepta mi propuesta.

Seth entra en mi casa y apenas oigo un vago "Asli..." antes de alejarme otra vez por el pasillo.
Bajo hasta el portal y me siento en los primeros escalones.
Golpeo la punta de mi pie contra el suelo una y otra vez, impaciente.
El tiempo parece haberse congelado a pesar de que los minutos siguen avanzando.

Me apoyo en la pared, está fría y me hace cerrar los ojos.
No sé cuanto tiempo transcurre en total.
Oigo una puerta abrirse y rápidamente me pongo de pie.
Los pasos se vuelven más cercanos y mis latidos más fuertes.
La persona parece haber llegado al último tramo de la escalera y algo se remueve en mi estómago.

Pero entonces...
su chihuahua asoma la cabeza y ladra un par de veces. Falsa alarma.
Se trata de mi vecina Petra y su pequeña mascota.
Suelto el aire que estaba conteniendo de un golpe.
—Hola Sierra. —Saluda.
—Hola Petra, hola Yara. —Saludo a la joven y a su perra y las veo pasar de largo y salir del edificio.

—Te veo luego. —La voz de Seth llega hasta mis tímpanos y esta vez sí, aparece por la escalera.
—¿Y bien? —No le dejo terminar de bajar antes de lanzar mi pregunta.
—Le he contado todo con algunas mentiras piadosas.
Le he dicho que hace un par de años decidimos cambiar de aires y tomarnos un tiempo sabático así que nos mudamos a Dublin.
Que el día en que volvió lo hizo para arreglar unos asuntos y marcharse.
También he inventado que yo estaba haciendo negocios en la otra punta del mundo y no he podido venir antes.

—¿Y te ha creído? ¿qué pasa con el anillo? —Al mismo tiempo que habla, yo voy descubriendo muchas cosas.
—Me ha creído. Le he dicho que la chica le rechazó y tiró el suyo y como es un hombre muy despistado, lo metió en una de sus chaquetas y lo trajo aquí por error.
La verdad me sorprende que haya creído esta parte.
—Bromea.

—¿Está bien así? —Asiento.
—Está bien, Seth. —El silencio lo envuelve todo después.
Entonces nos miramos y somos conscientes por primera vez del paso del tiempo.
Como ha cambiado todo, como hemos cambiado nosotros.
Seth parece querer hablar y no necesito que lo haga para saber acerca de que es.
Se siente responsable de darme las respuestas que durante tantos meses busqué.

Pero yo quiero sentir que ya no sirven de nada.
Al fin y al cabo, no puedes reparar algo que está roto, no puedes regresar el tiempo atrás.
Y sin embargo, habla y lo intenta.

—Un día Asli y yo estábamos llegando a la oficina.
Nos quedamos atrapados en el tráfico y te juro que casi mato a Asli en aquel momento.
Se puso tan nervioso e impaciente que el muy idiota salió del coche y caminó hasta el Doya.
Llegué dos minutos después que él y no pude dejar de reírme de su cara enrojecida y su respiración agitada durante dos horas.

«Le pregunté "¿ha valido la pena?" pero entonces el ascensor se abrió y allí estabas tú.
Sonrió tan ampliamente que no necesité una respuesta.
Claro que la había valido.
Antes de ti... antes de ti Asli vagaba por un mundo gris al que no pertenecía.
Descubrió la luz la primera vez que entraste con tu voz chillona y enérgica en su oficina.

«Asli te amaba, Sierra. Te amaba con cada resquicio de su alma.

—Las piernas me fallan y tengo que sentarme.
De mi garganta sale un sonido que no logro identificar pero mi voz va justo después.

—¿Y entonces por qué me abandonó? —Y mis mejillas se humedecen como tantas veces antes.
—Para eso no tengo respuesta.
—Río con sarcasmo.
Claro que no, nadie la tiene.
Ahora ni siquiera el mismo Asli la tiene.

—Deberías irte. —Me esfuerzo por sonar contundente.
Asiente y va a hacerlo pero una parte de mi necesita otra respuesta antes de que desaparezca.
—Seth, espera. Le has dicho que volvió para arreglar unos asuntos pero ¿es esa la verdad?
—Suspira.
—Tengo algunas teorías pero no tengo ni idea.
Un día me levanté y todo lo que quedaba de Asli era una nota que decía que tenía algo que resolver. Le busqué durante meses, me estaba volviendo loco. —Formo con mis labios una fina línea.

—Una cosa más... volveré después para ayudarle con las maletas.
—¿Maletas? —Esa palabra capta mi absoluta atención.
—Asli va a venir conmigo al hotel. Él cree que sólo eres una extraña que siente pena por su situación y yo soy la única familia que tiene.
Vivirá conmigo ahora.
—Desearía que no doliera.
Pero a quien pretendo engañar si claro que lo hace.

—Tienes razón... —Y se marcha de allí.

Las horas pasan, Seth regresa y sale por la puerta con las maletas de Asli.
—Cuídale. —Le pido, manteniendo mi compostura.
—Lo haré.
Entonces el moreno se acerca a mí y sé que es la hora de la despedida.
Por lo menos esta vez tenemos una despedida.

—Cuando pueda acceder a mi cuenta bancaria te pagaré todo.
—Promete.
—Sólo cuídate y dejemos esto así.
—Susurra un "gracias" antes de dar un paso y pretender abrazarme.
Pero mi mano le detiene.
—Adiós Asli. —Ni siquiera le miro a los ojos antes de cerrarle la puerta en la cara.

Pero no puedo evitar caminar hasta la ventana.
Y me juré a mí misma que nunca volvería a sentirme así.

Pero aquí está otra habitación vacía con la mitad de un corazón dentro.
Y ahí está Asli otra vez marchándose.
Y aquí estoy yo, viéndole partir de nuevo.

Si alguna vez me recuerdasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora