Siento miedo de preguntar pero tengo que hacerlo así que lo hago.
—¿Cómo lo sabes? —Siento que la boca se me seca.
Y no sé que espero por respuesta, si un "porque te recuerdo" o un "porque te conozco, Sierra" pero lo que dice es mucho más simple que eso.
—No creas que no he visto la cara de asco que has puesto.
—Tomo una bocanada profunda que está llena de alivio.—Tienes razón, lo siento.
Pero no quería molestarte.
—Asiente. —Voy a vestirme.
Cuando acabo de ponerme la ropa, salgo de mi habitación y me fijo en que la de Asli está entreabierta.
A través de la abertura, veo como se abrocha el botón de sus vaqueros y coge una sudadera gris.
Sonrío.Cuando va a girarse hacia mí, me pego a la pared en un movimiento ágil.
—¿Qué haces ahí? —Me encojo de hombros.
—Tan sólo miraba si está lloviendo. —Asiente.
—¿Y está lloviendo? —Niego.
—¿Entonces podemos irnos?
—Así lo hacemos.Salimos de casa y pasamos casi todo el día fuera, yendo de un lugar a otro.
Regresamos a casa cuando la noche ya ha caído.
Bastante agotados, no tardamos mucho en irnos a la cama.
Por mis piernas subo los pantalones de mi pijama, aún sin la parte de arriba, la puerta se abre y me veo obligada a taparme con mis brazos.—¡Asli! —Le reprocho.
—¡Perdón! —Cierra los ojos con fuerza.
—¿Qué quieres? —Señala con el dedo detrás de mí.
—¿Un pintalabios? —Suelta una carcajada.
—No idiota, quiero mi almohada. —Me llevo una mano a la boca.
¡Lo había olvidado! lavé su almohada y la guardé aquí.En seguida la busco y cojo.
—Extiende los brazos. —Le pido.
Como un muñeco dirigido, lo hace.
—Aquí tienes. —Pongo la almohada en sus manos y da varios pasos hacia atrás antes de decir "buenas noches".
Cierro la puerta y una risa tonta escapa de mis labios.No hay nadie más estúpida que yo, eso lo tengo comprobado.
Me meto en la cama pero entonces, algo dentro de mi pecho ocurre.
Noto pesadez, una extraña presión.
Es como si alguien hubiera dejado caer una losa sobre mi cuerpo. Comienzo a respirar forzado y dar vueltas.Intento mantener la calma pero no puedo hacerlo, tengo un mal presentimiento.
Una náusea sube desde mi estómago y siento que voy a vomitar.
Me levanto y voy hasta el baño.
Ahueco mis manos para llenarlas de agua y lavar mi rostro.
Pero me tiemblan tanto que el agua se resbala entre mis dedos demasiado rápido.
Algo está mal. Algo sucede, puedo notarlo en mis huesos.Vuelvo a la cama y de paso cojo una pequeña pastilla que me ayude a dormir.
Normalmente hace efecto en los primeros minutos pero esta vez no es así, sigo sin poder pegar ojo una hora después.
Entonces oigo un ruido, es algo como un 'click' al que no le doy demasiada importancia.Pero sin embargo, ese sonido acrecenta mis malas sensaciones.
Y la cosa no mejora cuando oigo más ruido.
Un tímido "¿Asli?" sale de mis labios pero no obtengo respuesta.
Entonces me decido por levantarme, a cada paso que doy el ruido se intensifica y siento el corazón en mi garganta.Mi mano temblorosa se posa sobre el pomo de la puerta, lo giro muy despacio y tratando de no hacer ruido.
Abro la puerta con sumo cuidado, doy un paso hacia adelante y me fijo en que la habitación de Asli está cerrada.Aún así, pronuncio su nombre nuevamente en busca de una respuesta que nunca llega.
Y lo hago, una tercera vez.
O trato de hacerlo.
—¿As- una mano es puesta sobre mi boca y la otra tira hacia atrás de mí.
Forcejeo como puedo, moviendo todo mi cuerpo como en un espasmo.—Sierra para, soy yo. Soy yo.
—Su voz en mi oído me calma, abro los ojos y miro por el rabillo, comprobando que es él.
—Yo también lo he oído, quédate aquí. Iré a ver. —Aún con la boca tapada, niego.
Intento zafarme de su agarre pero la mano que tiene sobre mi estómago se aferra más a mí y me lo impide.—Quédate aquí, Sierra. —Me pide de nuevo pero esta vez, a modo de orden. Me suelta y va a alejarse pero agarro su brazo.
—No, Asli. No vayas por favor.
Que se lleven lo que quieran, no vayas. —Suplico, el miedo va creciendo dentro de mí.
—Quédate aquí. —Es lo último que habla antes de irse.—¡Eh, oye! —Su voz se vuelve más fuerte y lo siguiente que oigo es el sonido de unos cristales rompiéndose.
Me tapo los oídos y arrugo toda la cara.
Entonces, oigo otro sonido.
Pero éste mucho más fuerte.
Más doloroso.
Oigo el sonido de un disparo y mi corazón deja de latir durante un segundo.Lo siguiente es un portazo y mis pies chocando entre ellos.
—¡Asli! —La garganta me arde en cuanto grito, mis pies casi resbalan con el líquido rojo.Una mancha de sangre ensucia mi suelo y en mitad de él, está Asli.
Con un disparo en el pecho.
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Si alguna vez me recuerdas
Любовные романыSierra y Asli no tenían demasiado en común; ella era una artista con un trabajo que no la llenaba. Para él, su trabajo lo era todo. Ella observaba cada detalle a su alrededor. Él apenas despegaba los ojos de su portátil. Ella vivía la vida en co...