Capítulo 44

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         ||Capítulos finales||

—Prometo que será divertido.
—De mi cajón, tomo unos pendientes de aro y los pongo en mis orejas. Espero la respuesta al otro lado de la línea.
No estoy segura, Sierra... —Su voz está llena de dudas.
Chasqueo la lengua.

—Mi hermana y su novia van a caerte bien, Reg.
¡Será divertido! —Vuelvo a repetir. Por último, pongo algunas pulseras en mis muñecas y busco mis tacones.
Bueno, está bien. Pero ven a buscarme, no sé conducir.
Asiento a modo de celebración.
—Iré en media hora. ¡Date prisa! —La animo.
Me pongo mis zapatos y salgo de casa.

Por las escaleras me encuentro con Petra, su pelo rubio está más liso de lo habitual, lleva un vestido rosa.
—Estás preciosa. —Me sonríe.
—Hola Sierra, tú también.
Cuando salimos del portal, entrelazamos nuestros brazos mientras caminamos y charlamos en dirección a mi coche.
—¿Entonces has convencido a tu nueva amiga? —Me pregunta.
—Sí, lo he hecho. Pasaré a por ella la última. —Anuncio, le doy mis tacones y comienzo a conducir.

Mi hermana lleva un vestido azul cielo y sus ojos parecen azulados.
Rubí fué, definitivamente, esculpida por los ángeles.
Entra en mi coche y me saluda con un beso en la mejilla, al igual que a su novia.
Porque oh, esa es la mejor noticia que me han dado estas semanas.
Rubí y Petra ahora son novias.

Tengo que volver a llamar a mi compañera de trabajo pues no tengo idea de como llegar a su casa.
La muchacha me explica como hacerlo y llego a su hogar pocos minutos después.
Le escribo un mensaje de texto.

“¿Estás lista?"

Ella no tarda en responder.

“Dame algunos minutos"

Y diez minutos después, baja a la calle.

Lleva su pelo ondulado, su flequillo ha desaparecido y está usando un vestido rojo.
Es una mujer muy hermosa.
—Estás de muerte, mujer.
Soy Rubí, por cierto. —La saluda mi hermana, ella estrecha su mano como acostumbra a hacer en la oficina.
Se sienta al lado de Petra, en la parte trasera del coche.

Hacemos varias paradas en nuestra noche de chicas.
Primero vamos a cenar a un sitio informal.
Allí no pasamos demasiado rato, comemos rápido pues apenas tenemos tiempo.
Después, vamos al cine.
Buscamos algo de comedia en la cartelera, compramos palomitas y pasamos una muy divertida hora y media.

Y tras eso, vamos a nuestra parada final.
Llegamos hasta un pub con la música no demasiado alta donde se puede hablar.
Los sillones son de dos plazas y de terciopelo azul, nos sentamos las unas frente a las otras y pedimos copas.
—Yo sólo tomaré una y algo flojo, tengo que conducir de vuelta. —Anuncio.
Escojo lo que menos alcohol tiene y además, pido al camarero que llene mi copa sólo por la mitad.

—Hagamos un brindis, chicas. —Pide Petra. —Vamos a brindar por el amor.
—Cuando pronuncia la última palabra, Regina y yo nos miramos y rodamos los ojos al mismo tiempo.
Rubí suelta una risa que no puede contener.
—No estoy segura de que esa sea la mejor razón para brindar, Petra.
Ellas dos... ahora mismo no son muy amigas del amor.
—Alzo mi copa, en completo acuerdo.

—Lo tuyo lo sé pero de ti no sé nada, cuéntanos. —La rubia ahora se dirige a Regina.
Ésta enrojece y agacha la cabeza y me veo obligada a soltarlo yo misma.
—Le gusta Seth. La historia se repite. —Rubí se atraganta con el líquido de su vaso.
Tose repetidas veces y me mira con complicidad.
—¿Seth? —Pregunta.

—Si, ese mismo. ¿Ella sabe...? —Hablándole a mi hermana, cabeceo hacia Petra.
—Sí, lo sé. —Me confirma la aludida.
—¿Qué es lo que las tres sabéis que yo no sé? —Ahora es Regina quien interviene, curiosa.
Las otras dos chicas y yo nos miramos sin saber muy bien que decir.
Pero es a la ojiverde a quien le corresponde responder o no hacerlo.

—¿Te molestaría saber que Seth y yo... compartimos una noche? No fué romántica.
Sólo fué una noche, a secas.
—Se lo suelta como si nada.
Regina no se molesta si no que se siente más curiosa aún.
—¿Entonces puedes hablarme de las cosas que le gustan? Le conoces mejor que yo. —Y mi hermana rompe en risas.
A la castaña le desagrada ese comportamiento.

Le pego una patada a ésta y la acallo así. Carraspea y se pone seria.
—Escucha, Regina. Seth y yo pasamos una noche horrible por muchas razones que quedarán entre nosotros.
Pero es mi amigo ahora y además, uno de los mejores hombres que conozco.
Sé tú misma, no necesitas nada más. —A mi lado veo como una sonrisa se forma en el rostro de mi compañera de oficina.

Entonces, Petra alza su copa en el aire.
—Brindemos, chicas. Por el amor, sí. Por todos los tipos de amores, en realidad.
El amor de dos hermanas, el de dos amigas, el de una pareja.
Que viva el amor, aunque a veces apeste. —Todas decimos "amén" antes de que los cristales choquen en el aire.

—Buenas noches, chicas. —Mi hermana y Petra cierran la puerta en mis narices, algo borrachas debido a sus excesos.
Sin embargo, yo estoy totalmente sobria.
Llego a casa y me cambio de ropa. El reloj marca las tres de la madrugada y la cama me parece estar llena de espinas.
Noto algo que me quema dentro del pecho, algo en lo que mi cabeza no puede dejar de pensar.

Cosas estúpidas, cosas importantes.
Entonces estiro la mano, tomo mi teléfono y uso la marcación rápida.
Dos tonos, tres, cuatro,...
¿Sierra? —Su voz adormilada y extrañada suena al otro lado de la línea.
—Cuando me secuestraron, estaba despierta mientras ellos hablaban. Acordaron matarme y yo podía oírlo todo.
Entonces empecé a pensar, pensé mucho, muchísimo...
¿Sabes en qué, Asli? —Mi tono comienza a agrietarse, las lágrimas recorren mi rostro.

—...Pensaba en aquella vez, en aquel día de acción de gracias.
Reservé el día equivocado y luego sugerí que fuéramos a McDonalds.
Aquel día me dijiste que me querías por primera vez.
Íbamos a casarnos pero nunca me lo habías dicho antes de ese momento.
Quiero saber porqué, Asli.
Dime porqué. —Le oigo suspirar y yo lo hago también.

—Cuando dijiste eso, yo no podía dejar de mirarte.
Estabas reluciendo, casi brillabas. Eras como una estrella. Y luego hablaste de esa manera. Tuve que hacerlo, Sierra. Tuve que decirlo.
Sentía que mi corazón iba a explotar de amor. —Sollozo, me apoyo contra la pared y hundo mi cabeza en mis rodillas durante unos momentos.

—¿Sabes cómo supe que me querías, Asli? Fué en nuestro primer mes juntos.
Te regalé uno de esos peluches horrendos que dicen "te quiero" de una forma tétrica con voz de payaso.
Pero tú sonreíste de esa manera... y entonces supe que me querías. —Mi voz se corta con otro sollozo y oigo algo parecido del otro lado del teléfono.

—Sierra... —Susurra. Sé lo que va a decir.
—No, Asli. No lo digas.
No lo pienses, no te atrevas.
—Le amenazo.
Tú eres el amor de mi vida, la única mujer que existe para mí.
Siempre lo has sido. Nunca he dejado de... -
—Para. Para de una vez.
No hagas esto. —Ya no amenazo, sólo suplico y sé que puede oír mis sollozos ahogados pero no me importa.

Te quiero, Sierra.
Nunca he dejado de quererte.
Te quiero. —Presiono la tecla que corta la llamada y lanzo el teléfono lejos de mí, al otro lado de la cama.
Me enrollo con mi propio cuerpo y lloro hasta que me quedo dormida.

Si alguna vez me recuerdasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora