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—Claro, eres un chico bueno.—lo abracé con mi mano sana, con la esperanza de que volviera a la normalidad, si es que a su ser bipolar se le puede llamar normal.

—¿Me perdonas?—correspondió a mi abrazo y continuó su lamento y llanto, con una pizca de esperanza al ver que mi rostro mostraba compasión.

—Por supuesto, me acabas de demostrar que eres mejor que muchos de los chicos que hay fuera de este lugar.

—¿Estás segura?

—Segurísima.—no tan segura, pero mientras se calme, estaré en paz con la planeta Tierra.

V Polar.*Tae y Tn (En Edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora