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—Ven, te llevaré a un lugar que descubrí hace poco.—me tomó del brazo delicadamente y me sacó de la habitación junto a él.

—¿A dónde vamos?

—A un lugar del jardín en el que ambos nos sentiremos cómodos.

—¿Quisieras que la conversación sea acompañada de chocolate?—le mostré los chocolates que le compré.

—¡Wow!, excelente idea.—se veía tan lindo sonriendo, tan tierno, inofensivo, tal y como yo lo quería.

Me llevó a una parte del jardín que yo no conocía. Estaba rodeado de árboles tan frondosos que era casi imperceptible una pequeña entrada a un lugar donde había una banca de tamaño aceptable, en medio de todo aquello.

—¿Cuándo tuviste tanto tiempo para encontrar este lugar? Ni siquiera yo sabía de su existencia.

—¿Esa es la primera pregunta? ¿No esperarás a que nos pongamos cómodos?—dijo sentándose en el suelo.

—Vale, como digas.—me senté a su lado.

—Este lugar lo vi de lejos, ni siquiera había entrado.

—¿Y si hubiera algún animal extraño que quisiera agredirme?—dije en broma.

—Yo te hubiera protegido.—dijo colocando un mechón de mi cabello detrás de mi oreja.

Me sentí como una chica privilegiada en ese momento, no lo entiendo, ¿yo seré bipolar también? ¿Cómo puedo sentir que lo quiero, de una forma especial después de tanto dolor pasado? Aunque sé que nada de lo que me sucede es normal, creo que lo único de mí que se comporta como debe es mi corazón.

—¿De veras responderás cada pregunta que te haga?

—Ya he dicho que sí. Pregunta lo que quieras.

Fingí que pensaba en qué preguntarle, pero la verdad es que ha tenía una lista mental de las prioridades hasta el momento.

—¿Porqué dices que tu estado de ánimo depende de mí?

—Estas siendo directa.—al parecer a él le tomó con un poco de sorpresa la pregunta.

—No me ando con rodeos.

—Bueno, sólo tú tienes la llave a mis sentimientos, siento que sólo tú puedes controlarlos a tu antojo, sólo eso.—explicó como hacen los profesores de matemáticas cuando quieren que te aprendas el Teorema de Pitágoras.

—Es difícil de entender.- y yo de mala alumna pidiendo la explicación. Un clásico.

—Siguiente pregunta.— por lo que veo, me va a costar mi trabajo hacerlo hablar, pero me conformo con su primera respuesta aunque no la comprendiera del todo.

—¿Eres bipolar de verdad o a propósito?

—Si estoy en un hospital es porque estoy enfermo, tengo un trastorno.

—Han habido varios casos de personas que realmente no están enfermas, y están en un hospital.

—¿Qué sucede si te digo que soy bipolar sólo por ti?

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Hasta aquí edito hoy. Besos.

V Polar.*Tae y Tn (En Edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora