Noche iluminada

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Eva abrió la ventana. El frío nocturno entró en la habitación haciendo que se estremeciera. Con los brazos apoyados en el marco, encendió un cigarrillo. El humo dibujaba formas caprichosas en el aire y el viento le agitaba la melena roja. Eran las 3 de la mañana.

 No podía dormir. No tenía sueño. Era la tercera noche que no pegaba ojo. No sabía la razón de su insomnio, pero un sentimiento de tensión la llevaba acompañando desde el final de las vacaciones de primavera. Era como si algo muy importante estuviera a punto de suceder. Hasta el ambiente de la ciudad, normalmente monótono, parecía  a punto de estallar.

 Lo que Eva no sabía era sus 10 compañeros de clase compartían su desvelo. Los 11 chicos, sin apenas nada en común, pero que habían conseguido formar una clase unida y alegre, estaban mirando al cielo. Expectantes. Aguardando.

 De pronto, Eva sintió como si una corriente eléctrica recorriera todo su cuerpo. De la impresión, soltó el cigarrillo, que cayó al vacío. Algo se acercaba, lo sabía. Alzó la mirada y buscó en el cielo sin estrellas. Entre las nubes oscuras, le pareció atisbar una luz. ¿Rayos de tormenta?. No, era otra cosa. Una inmensa bola de fuego blanco estaba emergiendo de entre las nubes. Con los ojos como platos, Eva contempló como la esfera giraba y giraba suspendida en el cielo, cada vez con mayor intensidad, hasta que, de pronto, explotó sin emitir sonido alguno. El destello obligó a Eva a cerrar los ojos con fuerza. Segundos después, los abría con cautela. En el espacio antes ocupado por la esfera de luz, danzaban un grupo de luces de colores, que a pesar de los surrealista de la situación, calmaron dulcemente el fuero interno de la chica, que se quedó mirándolas embelesada. Instantes después, las luces se desperdigaron por el cielo y partieron en distintas direcciones. Eva las vió caer como estrellas fugaces entre las calles de la ciudad. Un resplandor violeta la hizo levantar la mirada. Uno de los haces luminosos se dirigía a toda velocidad hacia ella. Gritó justo antes de que el rayo la golpease y perdiera el sentido.

11 cuerpos yacían desmayados en la ciudad. 11 personas que sin saberlo, habían unido y sellado sus destinos.

11ESPÍRITUSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora