Reflejos

80 2 0
                                    

Al día siguiente

JANET

Recojo la melena castaña. La trenza me llega casi a los tobillos. Es incómodo. Me enfrento a mi reflejo en el baño. Los rasgos angulosos, los ojos verdes y la boca fina. Con una mezcla de rabia y satisfacción, me doy cuenta de que soy "un poco" más guapa que antes. Me pregunto como habrán cambiado los demás. Lo averiguaré pronto.

Sigo sintiéndome muy, muy rara. Toda mi complexión ha cambiado. Me he vuelto más alta y esbelta, pero también tengo mucha más fuerza. Lo veo y lo siento mientras me visto. Los músculos de mis brazos y piernas parecen cuerdas de piedra bajo la piel. Me gusta y me repele al mismo tiempo.

Salgo del baño y paso por el salón. Mis padres me miran como si fuera un fantasma. La noche anterior casi los mato del susto. Creían que alguien se había colado en casa. No se ni como me dejan salir. Les comenté que los otros chicos de clase están igual y han cedido. Pero esas miradas entre incrédulas y temerosas siguen ahí. 

Ya en la habitación, miro los mensajes del móvil. El lugar elegido ha sido la casa de la tía de Eva. Estaremos un poco incómodos, pero es de los pocos sitios dónde podremos hablar tranquilos.

Me pongo el chaquetón negro (que ahora más bien me queda como una chaqueta), evito la mirada de mis padres y salgo de casa. Llueve. Hace frío y me estremezco. Pero no es por el tiempo. Con un suspiro, reconozco que nunca había tenido tanto miedo de salir de casa.

SARA

Mierda. Llego tarde. A riesgo de que me atropelle un coche, cruzo corriendo la carretera, entre los bocinazos de los conductores. Con la capucha de la sudadera gris calada hasta las cejas, casi parezco volar por la calle. No solo corro para llegar a tiempo, también lo hago para intentar  no pensar en lo que nos ha pasado.

Cuándo me vi en el espejo por primera vez, estuve temblando durante varios minutos hasta que conseguí calmarme. Mi imagen me dió miedo. La melena rubio platino hasta los hombros. Las facciones tan afiladas que cortan. Los ojos  de un frío y brillante verde esmeralda. La extrema palidez de mi piel, los labios rojos. Hace mucho tiempo había escuchado la expresión "belleza despiadada". No la entendí. Ahora sí. Parezco una criatura de otro mundo. Mi hermano pequeño no me quiso abrazar antes de irme. Al recordarlo, las lágrimas vuelven a brotar mientras corro.

...

Me abren la puerta. He sido la última en llegar. Nada me podría haber preparado para enfrentarme a los 10 desconocidos que me esperan dentro.

Están colocados en círculo. El poco espacio del salón de la buhardilla, en el que caben un par de sofás pequeños, un puff y poco más ha obligado a algunos a sentarse en el suelo. Están en silencio y me miran. Noto como enrojezco. Seguro que mi piel pálida hace que se me note mucho. Pero decido alzar los ojos y mirar en que se han convertido mis amigos.

No... no puedo reconocer a nadie... . Todos han cambiado mucho... . Espera, ese es Isma, Sí. Sigue teniendo la misma cara y el pelo rubio y corto. No parece haber cambiado mucho, quizás es algo más alto (ya era alto antes, imagínate ahora..)

Si ese es Isma, el otro chico debe de ser Luis. Él si que ha cambiado mucho. Ahora es tan alto como Isma, sigue siendo delgado y esbelto, pero la altura ha estilizado su figura. También parece haber ganado algo de músculo. El pelo, ahora liso y negro como el azabache, le tapa parte de la cara. Su rostro se ha afilado y endurecido. Los típicos ojos marrones han sido reemplazados por dos vórtices azul hielo, que destacan en contraste con la piel morena. Está muy serio, recostado con aire indolente en una pared.

Olga, que tampoco ha cambiado mucho, me mira con intensidad y una sonrisa sardónica en los labios, igual de rojos que los míos. Ha ganado algunos centímetros, la piel se le ha vuelto blanca como la nieve y la larga melena negra como ala de cuervo le cae hasta tocar el suelo, por que es desde el suelo desde donde me mira, sentada con las piernas cruzadas y los ojos negros. Algo en ella me inquieta. Sus gestos y esa sonrisa... . No puedo aguantar su mirada y bajo la vista.

-¡Vaya! Sara, ahora estás buenísima. ¿Quién lo habría dicho?-Se ríe con fuerza y cada sonido se me clava como un puñal. Esas palabras me han dejado helada .¿Por que hace esos comentarios?. No parecen dichos en broma. Vuelvo a enrojecer hasta el cuello. Los demás permanecen en silencio, aunque algunos le lanzan miradas atónitas. Angustiada me pregunto si no solo habremos cambiado por fuera.

-Si no reconoces a nadie, no te preocupes que te los presento.-dice con la misma sonrisa cruel en los labios. Me veo obligada a levantar la mirada.

Con cada nombre, me sorprendo más y más. Janet es ahora una chica altísima con una larga trenza castaña . Está tumbada en el suelo. Los ojos verdes de gacela me miran con cariño. Ahora me fijo que casi todos llevan ropa recien comprada. Algunos han crecido demasiado.

Eva está impresionante. La larguísima melena rojo fuego, las cicatrices en la cara y los ojos dorados. Brillan mucho, y reflejan miedo. Me saluda desde el puff donde está sentada.

Carla es la chica seria que está al lado de Luis. No queda nada de su antiguo yo. Ahora lleva la melena corta y negra, el rostro muy serio, de rasgos nobles, y los ojos acerados. Va vestida con una cazadora de cuero (¿CUERO?) y unos vaqueros ajustados. No puedo descifrar su mirada. Bebe indiferente de un vaso de granizado. (Al menos le sigue gustando el dulce...)

Lara y Eire son idénticas. Es lo primero que pienso cuando me dicen quienes son las dos chicas rubias que se encuentran en una esquina de la habitación. Los dos son altas, fuertes pero esbeltas, tienen  muy buen cuerpo. Lo sé por algunas de las miradas que detecto en Luis e Isma. Río solo para mi.

Lara tiene el largo pelo rubio recojido en una cola de caballo. Los ojos verde mar armonizan con las facciones delicadas pero solemnes del rostro. Parece muy serena. Me dirije una mirada de apoyo.

Eire en cambio, parece estar muy inquieta. Golpea el suelo con la punta del zapato y juguetea con un mechón de su melena, que le cae hasta la mitad de la espalda, donde se ve la sombra violeta de unas mechas. Los ojos, idénticos a los de Lara, me miran con ansia y... ¿furia contenida?.

Eire también dá miedo.

Miriam está irreconocible. Sigue siendo igual de bajita que antes, pero ahora aparenta ser una niña pequeña. La cara en forma de corazón, los grandes ojos azul oscuro... un color extraño. La larga melena celeste que se ondula hasta llegar a las caderas... .Tiene una expresión de alerta en el rostro, lo que contrasta bastante con su aspecto. Parece estar escuchando algo, porque gira la cabeza hacia todos los lados cada poco.

Génesis ahora es una chica  alta, con una cascada de rizos negros que se vuelven verdes al llegar a las piernas. Tiene los pómulos altos y la nariz recta. Los ojos verdes parecen igual de felinos que los de Eva. Su piel es de un bonito color chocolate. Parece una antigua sacerdotisa maya.

Estoy alucinando. ¿En qué nos hemos convertido?. Cuando Olga termina de "presentarme" al resto, nos quedamos callados. Verdaderamente, ¿que podemos decir? El silencio invade la habitación. Nerviosa, me dispongo a hablar. Es en ese momento cuándo a todos nos suena el móvil.

Por reflejo, pido disculpas y lo saco del bolsillo. En cuento lo desbloqueo, una luz muy blanca sale de la pantalla. Oigo los gritos de asombro de los demás y empiezan a lagrimearme los ojos porque los móviles de los demás también brillan y la luz inunda la habitación. Paralizados y con los ojos medio cerrados para protegerlos de la luz, vemos como los haces blancos convergen en el centro de la sala y forman una silueta.

Una hermosa mujer aparece flotando a ras de suelo. Sonríe y nos mira divertida. El sonido del móvil me distrae un segundo y veo como finaliza la instalación de una nueva aplicación:11ESPÍRITUS.

11ESPÍRITUSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora