Capítulo 15

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Su casa... me corrijo, su mansión es hermosa, por fuera y por dentro. Sólo tuve la oportunidad de mirar la cocina y la sala, pero todo es bien decorado, me imagino que la segunda planta a de ser igual de hermosa.

-¿Te sientes mejor? -dejo el vaso sobre la encimera y asiento.

-Sí, gracias -ladea la cabeza y abre la boca para hablar, pero el sonido de un móvil, lo interrumpe. Saca el aparato de su chaqueta del traje y me mira antes de alejarse y contestar.

Doy otro sorbo al agua, acabandola y me bajo del taburete para acercarme al lavabo y enjuagar el vaso y dejarlo a un lado.

-Tengo que irme -me sobresalto al escucharlo repentinamente detrás de mí.

-Sí, claro, yo igual -me giro hasta quedar frente a él- Gracias por escucharme -sonrío con los labios cerrados.

-Deja de agradecer. Puedes quedarte el tiempo que quieras, yo no vendré hasta en la noche y comprendo muy bien que al pelear con un ser querido, lo último que quieres es darle más molestias -me encogí de hombros.

Quizá un minuto pasó mirándome y después decidió irse sin decir nada más.

Suspiro y hago hacia atrás mi cabello.

Tiene razón, lo último que quiero es llegar a casa y sentirme aún más miserable e invadir el espacio de Erik.

Jadeo sintiendo el llanto aproximarse y quiero dejar de hacerlo, pero de nuevo, me atormento con el recuerdo de Erik emanando repudio hacia mí.

Suspiro y camino fuera de la cocina para recorrer el piso de arriba. No debería hacerlo, pero soy muy curiosa. Así que recorriendo el pasillo y mirando algunos cuadros abstractos que cuelgan de la pared, abro puerta por puerta. De las tres que he abierto, son cuartos de huéspedes, oh eso creo, porque no hay señal de que alguien la habite y porque la puerta que acabo de abrir, el cuarto al que acabo de entrar es mucho más grande que las otras tres. Tiene el toque masculino de color negro em todos los muebles y el color rojo en las sábanas de la cama. El olor a su fragancia me hace entender que estoy en su cuarto y que debo de salir.

Me hago hacia atrás, sosteniendo la perilla y mordiendo mi labio por querer quedarme y husmear, pero eso sería muy atrevido de mi parte...

-¿Señorita Annette? -he mencionado que soy muy asustadiza y lo detesto. La voz de la mujer detrás de mí me hizo dar un brinco del susto-. Lo siento, no fue mi intención asustarla... -me giro a verla.

-No se preocupe, yo soy muy asustadiza -me rio un poco-. Yo soy Annette -respndo a su pregunta de antes.

Sonríe-. Que bien, mí niño me dejó a tus órdenes. Soy Luz -sonreí. Él también tiene a su nana.

-No será necesario, Luz. Ya he recorrido la casa -sentí un leve calor en mi rostro-, y puedo servirme yo sola.

-Bueno, pero cualquier cosa estaré en la cocina -asiento-. ¿Te quedarás a dormir? -su pregunta me tomó por sorpresa.

-Mmm no lo sé -frunzo el ceño. No quiero pasar tanto tiempo fuera de casa, pero creo que será lo mejor.

-Te enseñaré donde puedes quedarte, aunque sea sólo para que descances un rato -asiento.

La sigo dos puertas atrás, la abre y me hace pasar de primero.

Es igual de grande que la otra. Me giro a verla, ella me tiende las llaves de mi coche y me dice que se encuentra afuera y dentro de él, mis cosas.
Le agradezco antes de dejarme sola en la habitación.

Me adentro al baño y me acerco al espejo. Mis ojos están hinchados e igual de rojos que mi nariz. El cabello lo tengo alborotado. Bufo y despojo la ropa de mi cuerpo.

Una vida diferente |Editando|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora