Capítulo 3

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Cuando termino de vestirme y ya he guardado dinero y joyas en mí bolso, salgo corriendo de la mansión de Torres. Por la cual no hay nadie despierto. Es como si hubiese una matanza, pero sólo están dormidos.

-Señorita Annette -Gruño, cuando uno de los guardias me detiene.

-¿Qué quieres? -no se inmuta ante mi mal genio.

-La señora Torres te llama...

-Dile que no estoy para perder tiempo -ignorando sus insistencias, sigo caminando hasta mí auto.

-Cierren la reja -lo escucho decir por una radio.

-¡Carajo! Pásame a Torres -digo mientras me monto al auto y dejo el bolso en los asientos de atrás.

Necesito salir ya, mis hermanos me necesitan. Erik marcó hace un rato diciendo que la beba estaba ardiendo en calentura. Eso después de que mamá le diera el biberón.

Mis malos presentimientos nunca fallan.

-No hay necesidad, acá estoy -Torres se encuentra frente a mí ventana-. Todavía no puedes irte -demanda con su mirada seria. 

-Lo sé, pero mis hermanos me necesitan. Torres, necesito irme ya... por favor... -digo lo último con amargura.

Ella sonríe de lado y asiente.

El guardia manda a darme salida.

-Me debes una -sin más remedio asiento y arranco para salir de ese lugar.

Gruño y tomo fuerte el volante.

Torres me la cobrará caro. No sé cómo, pero con ella -y teniéndome en su palma- no podré zafarme de sus favores o peticiones.

Son casi las tres de la madrugada y la calle está un poco solitaria, lo que aprovecho para hacer una carrera. Me toma media hora llegar al vecindario y frenar frente a la casa de Luna.

-Luna, Erik -llamo al ingresar a la casa.

Mí hermano se acerca a mí y me besa la frente antes de pedirme que no grite.

-La beba está bien, Luna logró bajarle la fiebre... - frunzo el ceño ante su pausa.

-Erik -advertí.

No habla, al contrario, me demuestra al entregarme el biberón de la beba. Al sólo olerla, la furia se instala en todo mí cuerpo.

-Maldita... ¡Agh! -muerdo mí muñeca y con la respiración irregular, me contengo para no ir hacia mí casa, tomarla del cabello y arrastrarla por el suelo, era algo poco satisfactorio para mí.

-No estaba presente cuando le preparó la mamila...pero sí cuando se la dio, la beba lo rechazó al primer sorbo. Supe que algo tenía mal -cerré los ojos, suspiro y vuelvo a abrirlos para verlo, ya más tranquila.

-Está bien, por suerte te diste cuenta.

Me acerco a la beba, ésta tiene ciertas manchas rojas en el rostro. Verla dormir tranquila, parecer un ángel, me hace pensar que mí madre cada vez está más enferma.

¿Cómo se atreve a darle whisky a su hija de una año y medio?

Sé que tengo que hacer algo al respecto, pero me duele el simple hecho de apartar a mi hermanita de su madre. Aunque ella no la quiera como debe.

Con mucho cuidado, la tomo entre mis brazos. La meso entre mis brazos cuando veo que empieza a moverse y beso su frente.

-Debí estar con ustedes... lo siento -le susurro al ser tan puro e inocente que me ha robado el corazón-. Nunca te esperamos, pero prometí darte lo mejor...Perdóname por no ser una buena hermana mayor -me embargan las ganas de llorar.

Una vida diferente |Editando|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora