24.Drugs

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"Educad a los niños y no será necesario castigar a los hombres".

-Pitágoras de Samos.


Un taller.

Tenían un taller en el sótano de un hospital abandonado a kilómetros de la ciudad. Bien apartado en las afueras.

Cuando me puse botas, pensé que me iban a enseñar un garaje o algo. Pero para nada me esperaba un gran taller subterráneo.

Me sorprendió lo bien que conservaban el lugar, ya que era bastante limpio. Ignoré las explicaciones de Ryder durante el camino hacia la supuesta reunión a la que yo tenía que asistir. Fijé mis ojos en la espalda de Ally, la cual andaba delante de mí.

-El taller no es muy grande. Este pasillo es donde están todas las habitaciones. Donde dormimos- dijo mirándome por encima del hombro- Después está el pequeño salón, con una cocina incluida- señaló la estancia a la que salimos. Fijé mi mirada en los sofás y en las dos televisiones que tenían encima de unas viejas mesillas.

A un lado del salón estaba la cocina, la cual estaba equipada con un viejo microondas y con una lavadora con varios... golpes. Aparte de la caldera del agua y demás, no me fijé en nada más, ya que sentí una mano en mi brazo.

Subí la mirada para encontrarme con una mirada firme pero con rastro de alguna extraña emoción. Abrió la boca para decir algo pero yo tironeé de mi brazo hasta que me soltó, y tras dirigirle una dura mirada, decidí seguir a Ally.

-Y ésta es la última parte... El taller.

Mi boca se abrió al ver los coches de marca que había allí. Varios hombres estaban a su alrededor, al parecer arreglándolos.

-Chicos.

Todos giraron la cabeza hacia nosotros, ante la llamada de Ally. La mayoría estaban llenos del líquido negro que suelta el motor de los coches.

Antes de que echaran a andar hacia nosotros, yo miré con una ceja levantada a Ally.

-¿Cómo demonios bajáis los coches hasta el sótano?- le susurré, mirando de reojo a Ryder, el cual estaba cruzada de brazos y apoyado en una columna.

Serio.

Ally sonrió y me señaló una pared al fondo del taller.

-La mitad de esa pared es una trampilla. La bajamos cuando nuestros clientes nos traen sus coches o cuando hay que volver a sacarlos- me explicó, devolviendo la mirada al frente.

-¡¿Qué demonios?! ¡Has traído a una maldita agente del F.B.I! ¡¿Qué demonios te pasa en esa mierda de cabeza, Newman?!- bramó uno sin camisa, con un tatuaje de tigre en todo el brazo derecho. Limpiándose las manos con un pañuelo grasiento, empezó a caminar hacia nosotros.

-Alto hermano- murmuró otro, con una cresta rosa- Es la chica que nos a dejado huir de esa fábrica.

Fruncí el ceño.

-¿Perdona?- dije con una media sonrisa sarcástica- Si hubiese estado en mis manos, os hubiese encerrado a cada uno en el calabozo.

-Claro. Pero como estabas tan pendiente de las hermosas cuencas grises de Ryder bajo la luz de la luna llena...- se calló, riéndose junto a los otros cuando Ryder le pegó una colleja.

Rodé los ojos y miré por encima de mi hombro cómo Ally, la chica de pelo rubio, avanzaba hacia mí para poner su brazo alrededor de mis hombros.

Miré de reojo lo cerca que estaba su cara de la mía y devolví la mirada al frente. Ella era la única que desde que me desperté no fue grosera conmigo, así que me tragué cualquier insulto que se agolpó en mi lengua.

EXPEDIENTE RYDER✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora