11.Love Life

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''En la profundidad del invierno, finalmente aprendí que dentro de mi yace un verano invencible.''

-Albert Camus.


Cuando me desperté al día siguiente, lo hice con una sonrisa débil pero que me alentaba a seguir adelante.

A levantarme y a seguir aguantando por mi madre. Porque eso es lo que ella habría querido. No le habría gustado verme débil. Así que tras una larga ducha, decidí ponerme mis deportivas y ponerme a correr.

Mientras corría por las calles soleadas, mi mente empezó a vagar por recuerdos, por pensamientos, por sentimientos... 

Recordé los últimos momentos de mi madre. Recordé cómo su piel pálida me helaba el corazón. Recordé cómo pasé los últimos días a su lado, maquillándola porque según ella quería lucir hermosa en sus últimos días. Recordé las risas débiles que lograba sacarle cuando le platicaba sobre las frases de los borrachos a los que arrestaba a veces en las carreteras. Recordé la sensación que sentí aquella noche, cuando dormí por última vez junto a ella. Recordé cómo me despertó el pitido seguido de la máquina. Recordé cómo me aferré a ella, agonizando, llorando. Recordé cómo las tres enfermeras intentaban despegarme de ella, mientras yo me aferraba a su cuerpo sin vida.

Y pensé.

Pensé en cómo mi vida cambió desde entonces. Pensé en cómo mis sentimientos se fueron apagando desde el día de su funeral. Pensé en su tumba. Pensé en las veces que tuve que salir del trabajo para llevarle flores frescas. Pensé en las sonrisas falsas que nos daba mi padres los primeros días después de su muerte. Pensé en mi hermano, el cual se encerraba en el baño, con la excusa de que le dolía el estómago. Pensé en los sollozos que escuchaba cada noche en el baño. Pensé en la lucha que todos tuvimos que luchar para no caer en un agujero negro. Pensé en el amor que me tenían mi hermano y mi padre. Pensé en lo orgullosos que estaban de mí ahora mismo. 

Y sentí.

Sentí de nuevo el dolor de la pérdida. Sentí la presión en mi pecho y el miedo ante cada situación de peligro en la que me vi involucrada. Sentí de nuevo los sentimientos a flor de piel que sentía al estar sentada al lado de Ryder Newman. Sentí de nuevo los sentimientos de confusión que me abundaban siempre al estar a su lado. Sentí de nuevo el sentimiento de ardor en mi pecho cada vez que mi superiora celosa hacía sus escenas de novia celosa. 

Cuando ni siquiera era la novia.

Y en cuanto sus ojos grises aparecieron en mi mente como si estuvieran delante de mí, un jadeo salió de mi boca, obligándome a dejar de correr. Me apoyé contra una columna y enterré mi cara entre mis manos. Me puse recta y observé el parque de enfrente mía. Los niños corrían con sonrisas verdaderas y las madres charlaban entre sí.

Debía dejar de ilusionarme con cada tipo guapo que me miraba más de cinco segundos.




Cuando ya se hizo de noche, yo, con mi uniforme puesto y mi coleta bien hecha, cogí las llaves y mi teléfono y tras meterlos en mi cinturón, salí del apartamento.

Una sonrisa se formó en mi cara cuando vi quién estaba subiendo las escaleras con una cara de cansancio total. Abrí mis brazos y ella soltó un gemido de cansancio que me hizo reír antes de abrazarme.

Abracé fuertemente a Mary y la acaricié la espalda. 

-¿Día duro?- susurré, y ella asintió.

Se alejó de mi para tocarme delicadamente la herida de mi cuello. Como la venda me molestaba decidí quitarla y he de decir que desde que lo hice me dolía menos.

EXPEDIENTE RYDER✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora