Comienzo

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Steve no iba a mentirse; adoraba ver el rostro angustiado del grandioso Tony Stark.

Al entrar, se dio cuenta de la tensión en su cuerpo, en el temblor de sus manos, y su mirada esquiva.

Anthony parecía un gatito asustado.

—Capitán. —La mujer al lado del genio, lo miro fijamente, sin temor a su presencia. Sonrió ante eso—. El señor Stark y yo hemos pensado que todo esto tienes que ser...

—¿Confidencial? —Interrumpió, siendo sabedor de ello. Era lo más lógico, ¿Tony Stark envuelto en otro gran escándalo? ¿Pagando por matar?—. No se preocupe señorita Potts, no ganaría nada divulgando mi trabajo.

Aun cuando sus palabras eran serías y firmes, la pelirroja saco algunos papeles. Era un acuerdo de confidencialidad, que contaba con toda la ley. Rogers sonrió.

Sintió a Pierce temblar. Conocía perfectamente su temperamento.

—Señorita Potts no creo... —Alexander quiso advertir a la mujer.

Steve le pidió que parará.

—¿No cree en lo que le digo? —El rubio no dejaba de observar a Pepper.

—Sólo quiero asegurarme.

El soldado suspiró cansado. La mataría de no ser que esto le convenía a él.

—Bien. Señor Stark. —Desde que entraron, Anthony había estado muy silencioso, cosa rara en él, ya que, por lo que sabía, ese hombre hablaba hasta por los codos—. Entiendo el motivo de su desconfianza, pero ¿Acaso no es justo que yo también pida algo a cambio?

Virginia iba a hablar por el genio, pero Anthony no se lo permitió.

—¿No es suficiente con el dinero? —Tony, aun inseguro, no bajo la mirada, y siguió—. Si me está pidiendo que aumente la cifra, de acuerdo,  lo obtendrá.

Steve soltó un pequeña carcajada. Eso molesto al millonario.

—No señor Stark. —Los ojos azules se clavaron en él—. No me interesa su dinero.

Anthony tenso la mandíbula.

—¿Entonces qué es lo que quiere?

Rogers tomó la pluma en la mesa y miró los papeles. Leyó hasta la última letra. Sencillo.

—Firmaré esto... —Steve le sonrio—. Pero usted no se negara a nada de lo que yo le pida.

Stark tragó con fuerza.

—¿Qué es lo que...? —El castaño no se veía muy seguro.

—Piénselo. —Interrumpió de nuevo—. Es ganar y ganar. Yo no digo nada, me encargo de Víctor von Doom, y usted sólo dice si a lo que yo le diga después. Es todo, su riqueza y privilegió no serán tocados.

Vio como Tony fruncía el ceño. Seguro pensaba que había una trampa en todo eso... Y claro que la había.

Pero, muchas veces, la desesperación responde por ti.

—Es un trató. —Respondió el genio ante la mirada preocupada de Pepper.

Steve firmo el papel sin pero alguno.

—Bien, supongo que todo esta dicho. —Bucky, Pierce y él se levantaron—. Para mañana tendrá el trabajo hecho.

Tanto el millonario como la dama los imitaron, dispuestos a despedirlos.

—Ah... —Regresó sus pasos, quedando cerca del castaño, mirando sus hermosos ojos y sus apetitosos labios.

Pronto todo eso sería suyo. Prosiguió:

—Sólo una pregunta más.

Anthony sentía su cuerpo estático, tembloroso ante la presencia de ese hombre, imponente, atractivo, calculador.

—Dígame. —Aparentando una seguridad que no sentía, se paró erguido, sin bajar la mirada vacilante, esperando las siguientes palabras del rubio.

Steve, disfrutando de la tensión del lugar, se tomó el tiempo para preguntar, alterando los nervios del genio.

—¿Me necesita, señor Stark?

Tony no despegó sus oscuros ojos de los claros.

Observó la ansiedad que estos mantenían ante una respuesta positiva, sus músculos tensos ante lo que él contestaría y los labios en una sola línea recta.

Con la boca seca, no tuvo más tiempo para pensar en sus palabras.

—Lo necesito, Capitán Rogers.

Steve saboreó cada letra.

Una sonrisa seductora se dibujo en su rostro, al mismo tiempo que tomaba la mano del castaño.

—Espero verlo pronto. —Y sin más, dejó un beso en el dorso de la mano entre sus dedos, para salir de ahí resplandeciente.

Después de todo, ese había sido el negocio de su vida.

LimerenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora