Caminos

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Tony apretó la mandíbula mientras trataba de callar sus jadeos.

Se odio por ser tan idiota.

—¡Maldición! ¡Ah! —Sintió una mordida en su glúteo derecho, al mismo tiempo que Rogers golpeaba su glúteo izquierdo.

El genio se maldijo... ¡Demonios! ¡No podía excitarse por tener la cara de ese desgraciado entre sus nalgas!

Sintió sus piernas temblar cuando sintió la lengua, caliente y resbalosa, entrar sin pudor alguno. Estaba muriendo de vergüenza, pero también de placer.

—¡Dijiste que...! ¡Agh!

Su vientre se contrajo, su pene vibro. La pared en sus manos parecía burlarse de él.

—No debes creerme en todo, Anthony. —Steve saco su falo duro y palpitante. Sin pensarlo más, lo introdujo en la entrada rosada y preparada del castaño.

Ambos jadearon.

—¡Eres un...!

Rogers no lo dejó terminar. Dio la primera estocada, mientras sostenía las caderas del hombre con fuerza.

Tener sexo en un callejón cualquiera, jamás había sido tan excitante.

—Dios, Anthony, eres tan estrecho. —Tony soltó un gemido ante las palabras del rubio.

Quiso sostenerse de la pared ante las duras penetraciones, pero sus manos estaban entorpecidas, sus piernas temblorosas y su cuerpo sudoroso.

Steve tomó sus manos y las junto con las suyas. Ambos, recargados en la pared, con Stark dandole la espalda y Steve detrás de él entrando sin misericordia alguna.

El Capitán no dejaba de sonreír.

—¡Steve! —Su cuerpo lo traicionó. Empujó sus caderas contra la pelvis del rubio. Su próstata fue encontrada, su cuerpo se estremeció y su cabeza quedó en blanco.

Rogers aumento la velocidad, ambos apunto de venirse.

—¡Mierda Tony! —El soldado lo tomó de la mandíbula para dejar el cuello libre. Se acercó para besar y lamer la zona dejando varias marcas.

Stark gritó cuando Steve empujó con violencia.

—¡Steve! ¡Más! ¡Ah! —Sensible, dio los últimos jadeos, y antes de correrse, sintió los dientes del rubio morder su piel.

Rogers, como un perro hambriento, se aferró a la piel del genio, mientras se corría dentro del mismo.

Tony ni siquiera necesito tocarse para llegar al orgasmo.

Sin fuerza en el cuerpo, Anthony cayó, siendo sostenido por el Capitán.

Disfrutando de la sensación del orgasmo, Steve aprovecho para tomar posesión de la boca del millonario.

Fue un beso posesivo, caliente, experto. Steve quería dejar bien en claro que era el mejor, el único que podía hacerlo sentir tanto placer.

Tony correspondió la caricia, jugo con la lengua del rubio y mordió sus labios, dejándolos rojos e hinchados.

—¿Aún quieres ir a la cafetería? —La sonrisa burda del soldado lo molesto.

—Vete al carajo.

Steve lo beso una vez más.

Pepper pidió una copa más

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Pepper pidió una copa más.

Jamás imagino estar en esa situación, si era sincera.

Cuando el barman dejó su tragó, ella lo tomó como si fuera agua. Bajo la mirada derrotada y algo triste.

Ella lo sabía; Tony no correspondía a sus sentimientos. La veía como una fiel amiga, una camarada, casi como su hermana, incluso su madre. Suspiró ante sus pensamientos. Desde que conoció a Anthony, estaba consciente que la convivencia con él no iba a ser fácil, al principio lo detestaba, pero al final, cuando termino conociendo cada faceta de él, se enamoró, o más bien, se ilusionó.

Era un hombre de un gran corazón, alcohólico y mujeriego, pero listo, noble y lindo de cierta manera.

—Sirveme otra. —Pidió sintiendo su lengua pesada.

—¿No cree que ya son bastantes?

Dirigió sus claros ojos al hombre enfrente de ella. Era alto, delgado, de apariencia elegante. Sin embargo, la que lo impresionó, fue que tenía el mismo estilo de barba de Tony.

Dios se apiade de ella.

—¿Disculpe?

El hombre le extendió su mano.

—Stephen Strange. —Se presentó de manera galante.

Virginia acepto la mano con cierto recelo. Cuando sus palmas se tocaron, Pepper sintió algo bastante extraño en su vientre.

—Virginia Potts.

Strange le sonrió maravillado.

—Me tomaré el atrevimiento de tomar con usted. —Stephen llamó al barman—. Sí no tiene ningún inconveniente.

Pepper se encogió de hombros; que más daba.

—Adelante.

Tony cayó a la cama, prácticamente dejándose desplomar

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Tony cayó a la cama, prácticamente dejándose desplomar.

Sus caderas mantenían marcas rojas, que después se volverían moradas. Su espalda estaba llena de mordidas, así como sus nalgas, piernas, hombros, pectorales, estómago y vientre, según se acordaba. También no había que olvidar los chupetones.

—Tu cuerpo es más sincero que tú. —El rubio estaba sentado a un lado de él, con el pecho al descubierto, lleno de pequeños rasguños.

—Cállate.

El plan era ir a una cafetería y hablar tranquilamente... ¿Entonces cómo terminaron en un hotel de paso?

Anthony ya no quería pensar.

—¿Qué es lo que me tienes que decir? —Preguntó sin hacer el esfuerzo de levantarse. Se quedó acostado boca abajo esperando lo que Steve le diría.

Rogers lo miro. Parecía admirar su cuerpo lleno de marcas.

Soltó un suspiro.

—Hablemos después. —Lento, se deshizo de las sábanas, mostrándose desnudo—. No arruinemos el momento.

—¿Qué planeas hacer? —Tony tembló al ver el pene erecto del Capitán.

Steve sólo sonrió.

De un segundo a otro, Rogers besaba todo el cuerpo del castaño.

"Mis órdenes son claras..." Esa mañana le había dicho Bucky, "Matar a Anthony Edward Stark".

—Steve... —Tony jadeo despacio.

El rubio tomó posesión de la boca del genio.

"Todo dependerá de que contestes, Tony" Se dijo el soldado antes de bajar por la espalda del millonario y perderse en sus curvas masculinas.

LimerenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora