Intoxicación

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El suelo resultaba ser un lugar muy incómodo para ciertas posiciones; las costillas y espalda del genio estaban pagando el precio, pero las deliciosas estocadas lo compensaban.

Steve resultaba ser excelente en el sexo.

—¡Ahí! ¡Mierda! —Tony sentía como el falo duro del soldado entreba en él de manera ruda, violenta, abrazadora; para después, sacarlo hasta dejar el glande dentro y arremeter con fuerza.

Una y otra vez, repitiendo el ritmo que hacía delirar al genio.

—Eres maravilloso... —Las palabras del Capitán hacían su trabajo; subirle el ego, hacerlo sentir indispensable, deseado, poderoso sobre el rubio.

Pero, ¿Quién tenía el poder realmente?

Una estocada más borro sus pensamientos. Nublo su mente y lo hizo poner especial atención a las duras penetraciones.

Su cuerpo se estremeció cuando el ángulo cambio. Su espalda estaba adolorida, pero su cuerpo insistía en que podía resistir.

Sus caderas fueron elevadas y con ello, la profundidad de la invasión aumento.

—¡Steve! —Sintió como su próstata era torturada, como sus pezones eran lamidos, como su pecho era mordido y como las marcas ardían exquisitamente.

Todo en ese acto lo estaba arrastrando a la inconciencia.

—Aun no... —Lo escuchó gruñir.

Su cuerpo fue levantado con facilidad. Steve lo cargaba sin esfuerzo alguno.

Su boca se encargó de entretenerlo en el camino, sus manos acariciaban su espalda magullada.

Quedaría marca.

—Eres hermoso Anthony. —Una sonrisa tremendamente ardiente lo calentó. Su erección fue muestra de ello.

Cuando llegaron a la habitación de Tony, él ni siquiera se molestó en preguntar cómo es que sabía dónde encontrarla, sólo se dejó caer en el suave colchón, admirando por fin el cuerpo que estaba parado en el inicio de la cama.

Era perfecto el maldito, con unos músculos de acero y un aura de erotismo.

Sus ojos azules brillaban en lujuria, recorrían su cuerpo; por un momento se sintió intimidado.

—Quiero joderte toda la noche. —Sus palabras no hacían más que llenar de expectativas al genio. ¿Qué es lo que le hacía?

Anthony se mordió el labio en un gesto sugerente. Fue luz verde para el soldado.

Felinamente, se arrastró hasta llegar a las piernas del castaño. Las besos y acarició, mientras subía por su cuerpo. Paso por la pelvis del hombre e ignoró el necesitado pene; Tony gimió. Steve siguió su camino, succionando la piel, dejando su marca, trazando un camino.

Llegó a las clavículas y las delineó con los dedos.

—Eres perfecto, una obra de arte. —Beso al millonario, al mismo tiempo que tomaba el palpitante falo.

Stark jadeo en medio del beso.

Rogers tomó las piernas del genio, dejando de lado el pene de Anthony, y las elevó.

—Iniciemos de nuevo. —Susurró juguetón, penetrando al castaño.

—¡Mierda! —Sus piernas estaban en los hombros del rubio, mientras este movía la pelvis contra su trasero— ¡Ah!

Su próstata fue encontrada de nuevo.

Tony juraba que miraba estrellas.

En un rápido movimiento, el Capitán lo dejo boca abajo.

Sintió sus manos apretar sus nalgas y después separarlas para volver a entrar.

Odiaba al maldito por ser tan bueno.

—¡Tony! —Steve sintió como la entrada del genio se aferraba a su falo, como los músculos se tensaban y como los jadeos se volvían roncos gritos.

Iba a terminar.

Antes de que Anthony culminará, lo tomó del pecho y lo atrajo hacía sí. Tony jadeo con fuerza ante lo profundo de las embestidas. Los brazos del soldado se aferraban en un abrazo posesivo en su pecho, movía las caderas con fuerza y la curva que siempre sobresaltada en la espalda de Tony se hacía intensa.

Eso sólo excito a Steve.

—Dios, eres jodidamente sexy. —El aliento del soldado sobresalto al castaño. Tony tenía las mejillas rojas, los ojos vidriosos y los cabellos pegados a su frente. Era una imagen sensual, naturalmente sensual.

Steve bajo un brazo para tomar el pene que se alzaba orgulloso enfrente del genio. Arremetida con agresividad, lo masturbaba siguiendo ese ritmo.

Tony sentía si vientre contraerse. Su próstata era golpeada con insistencia, las manos del Capitán se encargaban de acariciar su palpitante erección y la boca mordía su cuello.

¿Quién decía que los hombres no podían hacer dos cosas a la vez?

—¡Steve! ¡Steve! ¡Carajo!

Las sábanas oscuras se mancharon de su semen. Su pecho subía y bajaba a un ritmo apresurado. El cuerpo contrario se contrajo unos segundos después.

Steve había terminado dentro de él.

—Te daré 5 minutos. —Le dijo el rubio antes de soltarlo y dejarlo caer en la cama.

Tony realmente esperaba que fueran 10.

Tony realmente esperaba que fueran 10

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Bajo las escaleras con cuidado. Le dolía la maldita cadera y sentía su cuerpo pesado, cansado, falto de energía.

—Maldito. —Masculló al mismo tiempo que se dirigía a la cocina.

Steve había desaparecido por la mañana, dejándolo solo, adolorido y bien cogido.

Se sobo el cuello y se sirvió café, mientras pensaba en la irónica situación

Había estado con varios hombre, claro, también con mujeres, él no tenía preferencias, sólo... Tomaba lo mejor del lugar. Pero anoche, Steve Rogers lo hizo quedar como un virginal inexperto de la vida.

Lo odiaba.

—"Buenos días, señor". —Jarvis, tan servicial como siempre, encendió la tele de la sala.

—¿Qué tienen de buenos? —De mal humor, dejó el café, se desplazo y se dejó caer en el sofá. Jadeo de dolor; lo había olvidado.

Con violencia, tomó el control y cambio con rabia los canales.

—Ese desgraciado... —Murmuró. Siguió cambiando canal tras canal, hasta que paró en las noticias.

Algo llamo su atención.

"Se encuentro el cuerpo de Víctor von Doom sin vida". Ese era el encabezado.

Miles de periodistas trataban de entrar a la gran residencia, otros hablaban con la cámara dando a conocer la trágica nota.

Tony soltó el control remoto y sintió el pánico inundar su sistema.

Víctor había sido asesinado... Por ordenes suyas.

LimerenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora