Cuando Pepper despertó, no reconoció nada del lugar. Por un momento, temió a ver dormido con un completo extraño, a ver perdido el conocimiento, o la noción. Miró su cuerpo y suspiró de alivio al verse vestida.
Al menos no había tenido sexo con nadie.
Lenta, casi perezosa, bajo de la cama y por ende, salió del cuarto. Observó los grandes pasillos; lo limpio y ordenado que estaba todo. Las escaleras en forma de caracol la marearon por un momento. Tal vez, estaba algo cruda.
—Buenos días, señorita Potts. —Un hombre de gran atractivo, la recibió vestido de una manera muy elegante, pero no presuntuosa. Extraña, pero linda combinación.
No se comparaba a las veces en que Anthony remplazaba el traje por unos pantalones sueltos y camisetas sin mangas.
—Buenos días... —Virginia recordó al sujeto enfrente suyo. Era el mismo del bar—. Por favor, dígame qué no hice nada vergonzoso.
Stephen miró al techo pensativamente, para después sonreír misterioso.
—No voy a negar que el beso que me dio, fue... Maravilloso.
Pepper se sonrojo después de tantos años. No se había puesto colorada desde la secundaria.
—Dios... —Se agarró sus desordenados cabellos, en busca de recordar algo.
—No tiene que preocuparse. —Strange le pasó una taza de café, muy cargado—. Soy un caballero ante todo, así que no deje que pasará a mayores.
La mujer se tapó el rostro.
Maldijo a Stark y toda esa mierda de sentimientos.
—Lo lamento. —La pelirroja sintió su voz cansada.
—Yo no.
Los ojos de Pepper se encontraron con los pícaros de Strange.
Había algo diferente en ese hombre.
Del otro lado de la ciudad, Anthony maldecía su suerte.
Steve lo había dejado en la habitación, huyendo como lo que era; un maldito cobarde. Sin darle explicaciones, ni siquiera una excusa. Sólo se fue.
El castaño se cambió con cierto resentimiento. No se suponía que tendrían sexo.
Al final, ni siquiera pudo averiguar que es eso tan importante que tenía que decirle. Como un imbécil se dejó enredar (otra vez) y ser la diversión de ese maldito soldado de Hydra.
Al salir del hotel, dejó que el sol lastimara su ojos en un intento de despertar por completo. Le dolía el cuerpo, desde la punta de la uña hasta el último pelo. Con pesar, camino en las transcurridas calles, tratando de olvidar al bendito rubio que no quería salir de su cabeza.
Tal vez se estaba volviendo loco, algo idiota.
Cuando paró en el semáforo, un auto se estacionó enfrente de él. Controló el repentino pánico que se apodero de su cuerpo.
—¿Qué...? —Observo descender del auto a su tormento personal. Rodó los ojos sin poderlo evitar—. Pensé que te habías largado.
—Tuve que hacer un pequeño trabajo. —El soldado lo recorrió con la mirada— ¿Puedes caminar? —Steve sonrió burdo. Estaba orgulloso de su trabajo.
Tony paso de largo.
Pero Rogers tenía otros planes.
—¿Qué haces? —Protestó el castaño siendo arrastrado al interior del carro.
—Tenemos una plática pendiente.
Dejándose envolver por la curiosidad, Tony subió al carro sin decir una sola palabra. Steve no perdió tiempo y arranco hacia la torre Stark.
—¿Qué es eso tan importante que tenías que decirme? —Anthony se dejó caer en el sofá. Al instante se arrepintió, las caderas le dolían horrores.
—Hay un tema delicado en medio de toda la calma. —Steve miraba las paredes del lugar. Ninguna foto familiar—. Y es mejor que lo sepas.
—Deja el misterio para después. —El genio lo miro con recelo—. Sueltalo.
El rubio observó la postura del millonario. Era un hombre fuerte, astuto, pero débil de corazón.
—Quieren asesinarte.
Las palabras dichas para el Capitán, fueron como un valde de agua helada para Tony. No era algo nuevo después de todo; Anthony había pasado por atentados terroristas con el simple objetivo de matarlo, había sido secuestrado, incluso traicionado. Pero, aun así, no dejaba de ser terrorífico.
—¿Cómo lo sabes? —Preguntó ocultando su incesante miedo.
—Me lo dijo el sujeto que hará el trabajo.
Tony no pudo ocultar el movimiento errático de su pecho. Estaba de más decir que no quería morir.
Tomó una gran bocada de aire, y pensó; la posibilidad de salir con vida al enfrentarse a un hombre de Hydra, era casi de un 30%, según sus cálculos (y sus cálculos jamás fallaban). Eran soldado entrenados para matar, hasta las últimas consecuencias. Vaya, los diez anillos eran nada a comparación a Hydra.
—¿Por qué vienes a decírmelo? —Los ojos de Stark observaron la figura imponente del Capitán.
Steve sonrió.
—De alguna manera, estamos involucrados. —Rogers camino hasta quedar enfrente de Tony—. Me importas, Anthony.
El castaño recordó las palabras del soldado. "No creas todo lo que digo".
—Y una mierda. —Tony no bajaba la mirada—. Somos de bandos distintos.
—Y aun así tenemos sexo. —Rogers sonrió presuntuoso—. Algo inusual en enemigos.
Stark apretó sus manos hechas puños en la tela de su pantalon.
—¿Qué es lo que quieres, Rogers?
Steve cambio su expresión burlona a una sería. Una más letal.
—Yo cuidare de ti, iré en contra de las órdenes de Hydra, te mantendré con vida; es más, seré tu sabueso... —El soldado puso sus manos a cada lado de su cabeza, recargandose en el respaldo del sofá—, sólo si respondes correctamente.
Anthony tenso la mandíbula.
—Habla de una maldita vez. —Exigió harto de tanta incertidumbre.
—Tony... —Steve tomó con una mano el rostro del genio— ¿Me necesitas?
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Limerencia
FanfictionUna trampa, una solución, un obsesivo amor. "¿Me necesitas?" La respuesta era un arma de doble filo. [Stony] [CapitánHydra] Advertencias: •Relación Tóxica •Contenido Adulto Aclaraciones: •Los personajes no me pertenecen, son propiedad de Marvel. •Po...