Cartas sobre la mesa

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En 3 míseros días no supo nada de Steve.

No fue hasta que Rhodey llegó colérico a su torre y le contó lo que había sucedido con el soldado de Hydra: James Buchanan Barnes.

—¿Saben quién lo hizo? —Ni siquiera Tony supo por qué hizo esa pregunta.

—No, las cámaras de seguridad no lograron capturar nada. Alguien logró entrar al sistema y  borro todas las grabaciones. —El moreno golpeó la pequeña mesa con el puño lleno de frustración—. No logramos conseguir nada de información. Ese sujeto era sólo un muñeco en la sala de interrogación.

El castaño tenso la mandíbula y aspiro con enojo. El imbécil de Rogers había ido por ese idiota. Estaba completamente seguro.

—Tony. —Rupert lo miro con preocupación—. Ten cuidado. Ese sujeto está suelto y no sabemos si volverá a atacarte.

—No lo hará. —Aseguró el castaño en un susurro.

James no escucho lo dicho por Tony, sólo se limito a suspirar abatido. Hydra le estaba dando muchos problemas.

Continuaron conversando hasta entrada la tarde. Rhodey se fue no sin antes advertir una vez más a Anthony. Éste sólo asintio tratando de calmar un poco a su mejor amigo.

—Jarvis, mantente al márgen.

—"Si señor".

Tony no tuvo ganas de ir al taller, se sentía lo suficientemente estresado como para pensar en un nuevo proyecto, así que, vistiendo simplemente unos pantalones sueltos y una camiseta sin mangas se acostó en su cama y dejó que las preocupaciones, pensamientos y demás se durmieran junto con él.

Tony no tuvo ganas de ir al taller, se sentía lo suficientemente estresado como para pensar en un nuevo proyecto, así que, vistiendo simplemente unos pantalones sueltos y una camiseta sin mangas se acostó en su cama y dejó que las preocupaciones, ...

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El sonido de la nada comenzaba a sentirse extraño. Tony sabía que ya no estaba solo en la habitación.

—¿Terminaste tu importante misión? —Preguntó aún manteniendo los ojos cerrados y dándole la espalda.

—¿Te divertiste esta tarde con tu amiguito del ejército? —Preguntó de vuelta el rubio, quién se encontraba sentado a un lado de la cama.

Ambos permanecieron en un largo silencio.

—... Estuviste vigilandome. —Dijo más para sí.

—Siempre estoy al pendiente de ti. —La voz de Steve lo sedujo—. Cada día, a todas horas, no importa donde esté.

Tony se estremeció ante sus palabras.

Con lentitud, casi con flojera, se posicionó boca arriba, espero paciente cualquier explicación de parte del soldado, pero lo único que escucho, fue la respiración del rubio muy cerca de él.

Jadeo cuando lo sintió aspirar con fuerza en su cuello. Parecía un adicto a su aroma.

—Te ves tan sexy. —Steve mordió su mejilla, mientras sus brazos encerraban el cuerpo del contrario.

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