18.-Rose en La Cámara de los Secretos

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-¿En qué piensas con tanta intensidad?

Rose parpadeó sorprendida para encontrarse con el rostro inquisitivo de Carl frente a ella. Su expresión habitualmente risueña se había tornado preocupada cuando se inclinó sobre ella para posar su mano cálida y pequeña sobre la frente de la muchacha con suavidad.

-No pareces tener fiebre- murmuró para sí.

Le revolvió el cabello con cariño y después colocó una taza de chocolate caliente en la mesa frente a ella. Rose lo miró con asombro. Le encantaba el chocolate pero sabía por experiencia que era una norma de "Lil' Madeleine" no servirlo durante los meses de verano. Aquella era claramente una excepción. Alzó el rostro hacia Carl con una ceja enarcada. El menudo camarero sonrió.

-Es lo mejor para aliviar el cansancio y las preocupaciones- explicó y dejando la bandeja sobre la mesa se sentó en la silla de enfrente, cruzó las manos sobre el regazo y la miró muy serio con sus redondos ojos castaños- ¿Y bien? ¿Qué es eso que tanto te preocupa?

Rose lo miró un largo instante sin saber muy bien cómo responder a aquella pregunta o si debería hacerlo. Bien era cierto que era una habitual del local y había acabado por considerar a Carl como un amigo y al café como un segundo hogar, pero realmente nunca habían mantenido una conversación seria más allá de hablar de los nuevos postres, el tiempo o las vacaciones de verano. Carl era el tipo de persona que inspiraba confianza ¿pero cuánto realmente podía confiar en él? Sabía por instinto que no era completamente humano ¿pero cuánto sabía sobre el mundo paranormal? Aunque también era cierto que allí estaba de nuevo, buscando un poco de paz en la locura en que se había convertido su vida los últimos días.

Había amanecido con un millar de preguntas. Después de pasar una noche en vela meditando sobre sus nuevos poderes, vampiros y el agente del destino que ya se había presentado dos veces frente a ella tenía la cabeza como un bombo. Había salido a primera hora de la mañana buscando refrescarse las ideas e imponer cierto orden en ellas, por suerte sus padres adoptivos habían comprendido su necesidad de tener tiempo para si misma y no la habían encerrado en casa (aunque seguro que Marcus había sentido la tentación. Rose presentía que la mentalidad abierta de Cecil había jugado un gran papel en su libertad). Y allí se encontraba de nuevo, en el tranquilo y colorido interior de cuento de hadas de Lil' Madeleine, aspirando su paz mientras dejaba que su mente vagara sin distracciones, una y otra vez sobre las mismas preguntas. Parecía que el pequeño café se había convertido en su santuario. 

Contempló pensativa el rostro de Carl y siguió las líneas de preocupación junto a sus ojos. Parecía sincero, Carl siempre lo parecía. Invitaba a hablar con él y había un asunto que no dejaba de rondar su mente desde la noche anterior. Innana... estaba segura de haber leído aquel nombre en alguna parte aunque no era capaz de recordar dónde. Parecía un tema bastante inofensivo ¿verdad? Decidió probar suerte.

-Carl...- tanteó Rose dubitativa y el chico la miró muy serio, invitándola a seguir- Innana ... ¿has oído alguna vez ese nombre?- se pasó una mano por el corto cabello castaño nerviosa al tiempo que elegía sus palabras con cuidado- Estoy segura de que lo he leído en alguna parte pero no recuerdo dónde. ¿Te suena?

Durante un instante Carl la miró completamente inexpresivo y Rose temió que no la hubiera comprendido.

-Innana...-repitió- Puede que salga en algún relato fantástico o mitológico... ¿Histórico quizás?

El joven continuó mirándola inexpresivo y entonces volteó los ojos hasta dejarlos en blanco, casi como si estuviera leyendo algo en el interior de su cerebro. Cuando volvió a bajarlos y posarlos sobre ella la expresión de su cara se había tornado en piedra. Se puso de pie de un salto y le hizo una seña.

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