40.- La Clave del Destino

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-¿De mi?-repitió Rose confusa.


El Agente del Destino le sostuvo la mirada, una mirada cargada de intrigas y secretos, de clarioscuros, de las sombras que dan milenios de conocimiento.


Rose reconoció algo en la profundidad de aquella mirada.


- Tú... me conoces - murmuró.


No era una pregunta, pero el agente asintió de todos modos.


- Te conozco - admitió - A ti y a los que han venido antes que tu.


Rose abrió la boca, tomó aire, volvió a cerrarla y la abrió de nuevo:


-¿Ha habido otros antes? ¿Otros como yo?


Jack jugueteo con el anillo en su dedo antes de responder. Una muestra de su amor mortal -dedujo Rose.


- Ha habido otros. No muchos, pero los ha habido.


Rose mastico despacio aquella información. Suponer que era la única en su especie hubiera sido demasiado narcisista, pero saber que había otros... o que los había habido al menos, la hacía sentir un poco menos solitaria. El pensamiento la tomó desprevenida, nunca se había percatado de su propia soledad, del velo que la separaba del resto de los mortales por ser diferente a ellos. El sentimiento la dejó aturdida.


-¿Quiénes eran? No. ¿Qué eran? No...¿Qu... Qué soy?


Las preguntas se le atragantaron, una tras otra luchando por salir a la vez. Tomó aire y sintió que las manos le temblaban. ¿Iba a recibir respuesta al fin?. Respuesta a la gran incógnita de su existencia, a la duda existencial que había asolado a la humanidad desde el inicio de los tiempos. ¿Quién soy?

Jack dejó escapar un suspiro que a Rose le sonó antiguo, atemporal...


-Me temo que ahora no puedo darte todas las respuestas que deseas. Si hay cosas que aún desconoces es porque puede que no estés preparada para conocerlas. Pero todo será revelado a su debido tiempo. Tal vez porque vuestro tiempo de vida es reducido, los seres humanos siempre corréis, siempre tenéis prisa para todo. En parte gracias a ello habéis avanzado más que ninguna especie, porque intentáis desvelar todos los misterios del universo en el espasmo irrisorio de una vida mortal. Pero todo tiene su tiempo y su lugar, incluso el conocimiento.


Rose golpeo la mesa exasperada. Tan cerca de las respuestas y tan lejos...


-¿Y quién decide eso?- exclamó-¿Quién decide cuál es el momento y el lugar y si estoy preparada o no para saberlo?¿Vosotros?.¿Quién os ha dado ese derecho? ¿El derecho para decidir sobre la vida de los mortales?


Jack esbozó una media sonrisa, una media sonrisa triste y cansada.


-Vosotros, los mortales, nos habéis dado el derecho.


Rose parpadeó sorprendida. ¿Qué quería decir con eso? Pero Jack no le dio tiempo a preguntar.

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