56.- Interludio

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Aquel día le rondaba un mal presentimiento. Era como una mosca que no cesaba de acosarlo por mucho que intentara espantarla con la cola.

Le ronroneaba al oído que las sombras acechan incluso cuando el sol brilla en lo más alto. Y en sus varias vidas gatunas había aprendido a escuchar a su instinto, lo tenía bien afinado.

Por eso no se sobresaltó cuando la figura apareció en su tejado. Alta, esbelta y tan fuera de lugar como un pulpo dentro de un garaje.

- ¿Qué quieres?- preguntó Noir fingiendo indiferencia pero con el lomo erizado.

El vampiro sonrió de oreja a oreja, mostrando con descaro los afilados colmillos. Había mucho de macabro en aquella sonrisa.

Pero lo que más le inquietó fue la segunda silueta que flanqueaba a la primera. La carcasa humanoide sin humanidad dentro. Un títere con los hilos cercenados. El verdugo sin conciencia.

- Atar cabos sueltos.

Tres palabras rasgadas por la sed de violencia.

Noir flexionó los músculos, preparado para correr por su vida.

- Tenía mejor concepto de Inanna. Nunca pensé que fuera una cobarde que mandara a sus peones a hacer el trabajo sucio.- ronroneó con una calma fingida.

- Madre es demasiado permisiva.- suspiró el bebedor de sangre con hastío- Por eso recae sobre mí cuidar de sus mejores intereses, proteger su reputación. Por ejemplo, no podemos tener por ahí suelto un mínimo sabelotodo que mancilla su nombre. Tu sucia boca animal no tiene derecho a pronunciarlo siquiera.

Otra cosa que el gato había aprendido a lo largo de sus vidas era a detectar la locura. Por eso sintió un escalofrío cuando el brillo fanático de aquellos ojos glaciares se clavó en los suyos.

- Ah, entonces el cobarde eres tú. - contestó burlón, decidido a no mostrar miedo ante el depredador.

Amaury ensanchó la sonrisa, tanto que pareció que por un momento se le fuera a desencajar la mandíbula.

- Aunque parezca irónico no me gusta mancharme las manos de sangre.- respondió chaschando los dedos.

La figura a su lado se movió y Noir saltó al vacío sin detenerse a mirar atrás.

El Hilo RojoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora