•En Las Profundas Esquinas De La Noche•

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(Toga)

Su habitación era oscura. Siempre estaba oscuro ahí, en la guarida subterránea de los Ocho Preceptos. Estaba recostada en su cama, con la vista fija en el techo negro mate sobre ella; reventó la goma de mascar que llevaba en los labios con un ruidoso SMACK que hizo eco por el pequeño cuarto como si hubiera encendido un cartucho de dinamita.

Jugó con el pequeño vial entre sus dedos, dejando que la sangre de Ochako chapoteara adentro.

Había sido emocionante—el haber sido Ochako. Haber visto la manera en la que Izuku la miraba. Haber visto la manera en la que los demás la admiraban.

Tal vez, cuando regresara con la Liga de Villanos, Tomura la dejaría secuestrar a Ochako. Tal vez la dejaría convertirse en Ochako permanentemente.

La vida sería definitivamente más fácil—Ochako era el tipo de chica que atraía a personas como Izuku, como Naegi Nobusuke. Ochako era el tipo de chica que no tenía que pensar sobre el bien y el mal, lo justo y lo injusto. Podía simplemente existir y el mundo entero se quebraría si ella lo deseaba.

Siendo Ochako, podría ver a Izuku todo lo que quisiera. Podría aprender todo sobre él. Y tal vez, eventualmente, podría convertirse en él. Su cuerpo entero temblaba con anticipación.

Pero Tomura todavía quería a Bakugo. Él pensaba que Ochako sería la pieza clave para hacer que Bakugo se uniera a la Liga. Y Toga lo intentaría, especialmente si significaba recolectar la sangre de Ochako en el proceso, pero no estaba segura de que funcionaría.

SMACK.

Se metió el vial al bolsillo y examinó su cuchillo con los dedos, recorriendo el filo con una uña y suficiente presión como para crear una diminuta fisura en la delgada superficie.

Bakugo Katsuki no era como Toga. No era como Dabi, ni Jin, ni siquiera como Tomura. Era más como Ochako—no se molestaba en pensar sobre el sistema, no se preguntaba si los héroes eran en verdad tan justos como los pintaban. Y como Izuku—tan obsesionado con ser el mejor héroe del mundo que no le era posible imaginarse como un villano. No estaba dispuesto a convertirse en un villano para ser un héroe, no como Stain lo había estado.

Estaba ciego, y Tomura no tenía un quirk que hiciera a la gente ver.

(Bakugo)

El bar se movía y temblaba alrededor de él. Familiar, como las desgastadas mangas de su hoodie favoritala que su madre había robado y tirado dos veces seguidas, solo para que Bakugo la recuperara del cesto de basura.

Familiar, como nudillos raspados, palmas carbonizadas y costras.

Familiar, como el silencioso miedo que se asentaba pesadamente en el fondo de su estómagola pequeña parte de él que se preguntaba si tal vez debía ser tomado por la Liga de Villanos, que se preguntaba si estaba destinado a ser uno de ellos.

"Qué dices, ¿te nos unes?" Murmuró el villano, su rostro, como siempre, oscurecido por la mano sin cuerpo que colgaba de ella.

"Vete al infierno," la voz de Bakugo fue más un graznido que un comando.

"La nuestra es una batalla de preguntas," continuó el Tipo de las Manos. Bakugo se sabía ese discurso de memoria. "¿Qué es un héroe? ¿Qué es la justicia? ¿Es esta sociedad en verdad justa? Haremos que todos se hagan esas preguntas, una por una."

Caminó hacia Bakugo, y esta vez, Bakugo no peleó contra las cadenas que lo ataban a la silla. Sabía que cuando el villano lo tocara, desaparecería, pero tal vez eso no era tan malo. Si Bakugo no estaba ahí, no tendría que preguntarse nada. Si no estaba ahí, los villanos no podrían ganar.

•two black dots•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora