(Uraraka)
Mirando distraídamente por la ventana del auto de lujo, Uraraka recorrió con un dedo la cicatriz fresca que sobresalía de su palma, dentada por haber sido cosida y descosida repetidas veces.
"Pueden quitarla cuando editen," dijo la asistente de Hamuro en el asiento trasero—piel violeta, dientes brillantes y una gran nariz aguileña. "Dios, eso se ve muy mal."
Uraraka la ignoró, parpadeando lentamente mientras esperaban en el tráfico.
Había sido un día... extraño.
Les habían dado la opción de tomarse el día libre a los alumnos afectados, pero Uraraka no había podido hacerlo. No había podido quedarse sentada, sola en su cuarto, pensando en el hecho de que había un traidor entre sus compañeros o en que Bakugo casi la había besado.
Y por supuesto, él parecía haber pensado lo mismo, y cuando ella entró al salón después del timbre, lo vio sentado en su mesa banco, mirando sus propias manos como si lo hubieran ofendido. No volteó a verla mientras se dirigía a su pupitre, pero todos los demás la miraron con preocupación mientras pasaba.
Se veía horrenda y lo sabía—con los ojos hinchados y rojos, la nariz moqueando y las mejillas enrojecidas. Se estaba enfermando, de seguro por haberse quedado bajo la lluvia la noche anterior, pero todavía se notaba que había llorado toda la noche entera.
Iida se había volteado hacia ella mientras se sentaba, la preocupación clara en su rostro, pero Aizawa anunció su presencia y el representante de la clase se regresó la mirada hacia el frente de mala gana.
Aizawa les había hablado sobre el siguiente parcial, pero Uraraka apenas si lo escuchó, enfocando la mayor parte de su energía en no voltear hacia Bakugo. Se había encontrado con la mirada inquieta de Deku mientras miraba en esa dirección, pero sólo le dio la mejor sonrisa que pudo sacar y se giró hacia otro lado.
El día continuó sin ninguna interacción con Bakugo, pero con una enorme cantidad de medias sonrisas hacia sus amigos mientras les aseguraba que estaba bien. Ellos no le creían, pero Uraraka ni siquiera podía aceptar la situación ella misma, mucho menos podía intentar de explicársela a alguien más.
Además, no era como si pudiera anunciarle a toda la clase que uno de ellos los estaba traicionando y trabajando para la Liga, que uno de ellos era la razón por la que Bakugo había sido secuestrado en primer lugar. Que uno de ellos era la razón por la cual All Might tuvo que pelear contra All For One.
Uraraka sintió escalofríos en la parte trasera del auto, cerrando los ojos y exhalando con fuerza. Se había pasado el día intentando no mirar a sus compañeros, tratando de que su vista no se fijara en ninguno de ellos, porque...
Pues, porque que tal si.
¿Qué tal si era Mineta? (Honestamente, si tenía que elegir, esperaba que lo fuera). Pero él podía mejorar, tenía que mejorar. Podía crecer y ser un hombre de verdad, si quería, y Uraraka también quería eso para él. Todos eran jóvenes, todos cometían errores, y si tan sólo cambiara su actitud hacia las chicas, pues... hasta se podría convertir en alguien que ella pudiera considerar un amigo.
¿Qué tal si era Aoyama? Claro, era algo rarito y de alguna manera siempre lograba ver a travez de los demás, incluso aunque pareciera no tener habilidades sociales básicas, pero era amable y brillante y lo estaba intentando justo como el resto de la clase.
Que tal si era Kirishima o Kaminari o Sero—cualquiera de ellos con sus grandes sonrisas y enormes corazones, los que estaban arrastrando a Bakugo fuera de su actitud antisocial como si estuvieran quitándoles dientes a un tiburón. Eran bueno amigos, dispuestos a quemarse si significaba ayudar, y Uraraka no podía no ver eso como un acto de completo heroísmo.
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•two black dots•
FanfictionRodeado por luz sin fin, Bakugo no sabía qué era arriba o qué era abajo, pero no creía que importara mucho-a su lado flotaba Uraraka, sin una pizca de miedo al estar frente a él. Ella no lo miraba como si fuera un villano. Ella no lo miraba como si...