Del vaso cayó una gota
y mientras la gota caía
pasaron los hechos de mil años.
Esa gota contenía
las ideas y metáforas de una apología,
la vida en su porción diminuta,
que en el suelo se hizo laguna,
mar, océano
de algún universo.
Y habrá dado vida
a los invisibles habitantes de ese mundo.
Niños nacieron,
villanos murieron,
cambiaron los cielos;
perdieron, ganaron,
rieron, lloraron...
Se consumaron amores,
otros, se revelaron
en el tiempo perfecto de una gota.
¿Quién hizo la gota?
¿A quién miras, cuando a nadie miras?
¿Quién te mira, cuando nadie te mira?
Peligrosa y fascinante contestación.
Bien puede ser equivocada
la diferencia, es que no lo es.
Solo existe una verdad
en una galaxia de mentiras.
¿Qué conocemos,
qué sapiencia tenemos?
No es este un mundo de certezas,
sino de equilibristas
pendiendo del hilo de la fe.
La vida, ¿dónde está?
En todas partes a la vez
porque no es ella en sí misma
lo que la mantiene viva.
Y entre gota y gota, se hace lluvia;
vastedad de estrellas
que no podemos contar.
Transcurren en ellas, las eras;
son en su insignificancia,
lo mismo que el mar.
Palabras, palabras;
sonidos que no bastan
para acabar con el silencio
de la negra y profunda hermosura.
¿Qué somos?
Nunca lo sabremos en palabras.
Tal vez, en sentimientos;
tal vez, en pensamientos;
tal vez, en obras.
Pero ante quien te mira
cuando nadie te mira;
y quien te oye, si nadie te oye
has de decir:
"Soy apenas la idea
de una partícula de polvo,
dentro de una partícula de polvo
de este vasto Universo."