Cosas que anhelé para mí
cosas que tuve sin que fuesen mías.
Tesoros que en moneda no pude valuar.
Mis posesiones me enseñaron
lo que es valor y lo que es precio.
Y descubrí que para ser rico
no hay que tener dinero.
La abundancia no colinda con los números;
mientras más ceros, menos lo quiero.
Yo quiero lo sin precio,
lo que nunca podré pagar.
Cuando conocí la pobreza
crecieron mis ambiciones;
ya no miré al suelo, en busca de monedas
sino al cielo, en busca de sueños.
Alcé la vista al sol, que nunca se apaga:
miré los árboles que no caen,
las aves que no descansan,
las nubes que se reinventan,
el agua, que da vueltas del cielo a la tierra…
Conocí el valor de las cosas. Por eso
cambio el óxido por la naturaleza
cambio el tic tac por un reloj de arena
por unas manos callosas
cambio unos guantes de seda.
Cambio diez blusas de cachemira
por la bufanda de mi abuela.
Cambio las risas por una sonrisa
y mis alegrías por una de tus tristezas.
Cambio una cena y una fiesta
por una noche de estrellas.
Las más importantes
son esas cosas que nadie puede darte
pero que debes compartir con alguien.
Dejé de lado los negocios
cuando supe esa verdad. Desde entonces
no presto, yo regalo.
Yo no vendo, yo cambio.
Yo no compro, yo gano.
Sé de valores
por eso, doy mi todo por tu nada.