Alleati

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—Eso estuvo cerca —Como si pareciera un amante de las terrazas en rascacielos desconocidos, Chuuya terminó por aterrizar cerca de uno y ponerse cómodo en tal. Bajó con cuidado a su rubio acompañante antes de tirarse en el piso a descansar luego de usar de manera desenfrenada su habilidad.

—Cuando te diga algo por favor hazme caso Chuuya.

—¡Chuuya! —se extrañó el susodicho—. ¿Ya no más "Nakahara-san"?

—Nakahara-san —se corrigió el rubio.

—Jamás dije que estaba mal...

—Si queremos que esto funcione tenemos que escucharnos Chuy-, Nakahara-san.

—¡Qué está bien el Chuuya jooooooooodeeeeeeeeeer! —Desesperó el pelirrojo cruzando los brazos en señal de negación.

—Va a estar bien cuando haya confianza, cosa que a leguas se nota, no me tienes.

Cual niño regañado por su madre se sienta en el techo a esperar que su enojo apacigue, así Nakahara permaneció hasta que al rubio se le pasara su "modo sermoneo" cómo a él le gustaba llamarlo.

—Sólo quería demostrar que también soy capaz de resolver problemas.

—Eso no es necesario Nakahara-san.

—¿Ah, no?

El idealista giró múltiples veces la cabeza en negación.

—No debes demostrar nada a nadie, porque yo confío en ti —El flechazo de Nakahara fue fugaz.

Que alguien le dijera algo como eso significaba demasiado para él. Aún así no iba a negar que le dieron ganas de abrazarlo para jamás soltarle, quizá hasta tomar de su mano y que juntos caminaran hacia un nuevo alba italiano.

Se bajó de su nube cuando percibió la inquietud del otro y por instinto quiso cambiar el tema por algo que escuchó salir de su boca mientras charlaba con Niccolò y le generó demasiada curiosidad.

—Asi que nunca te has enamorado eh —se burló el mafioso y se acercó hasta él con una sonrisa estúpida que jamás había formado antes—, a Dazai se le va a zafar un tornillo cuando se entere de eso.

—¿Y porqué habría de enterarse? —Retó de forma filosa el rubio, girando el cuerpo para hallar los adictivos zafiros que Chuuya tenía por ojos.

—Los pajaritos suelen ser muy metiches —cotorreó tomando una postura seria casi al momento—, ya en serio, ¿qué sientes por Dazai? Sin rodeos ni verdades disfrazadas. Ya somos amigos, puedes confiar en mí —Intentando sonar casual, la realidad era que Chuuya no supo ni bien disimular el interés que sentía en la vida del idealista por ese tema en específico.

—¿Que, qué siento por Dazai? —El contrario asintió con la cabeza—. Ya te lo conté antes, yo no lo amo —Tanta sinceridad le dolió incluso a él.

—Auch, ¿entonces qué fue todo eso que le monologaste a Niccolò? Esa palabras sólo las dice una persona que perdió la batalla contra el enamoramiento —Haciendo uso de todos sus conocimientos en sicología, Nakahara claramente atacaba al otro con palabras simples pero claras con la intención bien disfrazada de sacarle toda la información posible.

—Por que es verdad —insistió el más alto—, puede que yo no esté enamorado de Dazai, es más, quizá jamás llegue a estarlo. Pero tengo una fuerte razón para estar a su lado.

—Se les pasaron las copas, cojieron y él quedó embarazado —simplificó el más bajo antes de que a su compañero favorito se le diera por relatar un encuentro amoroso del que por obvias razones no deseaba saber nada.

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