—Así que... —La gruesa voz de Giorgio sonaba en aquella lujosa habitación mientras caminaba en círculos a paso lento rodeando a su prisionero—. Fuiste un impulsivo y ahora estás en mis manos. ¿De qué clase de mafia vienes muchacho? Imagino que de una bastante corriente... Por obvias razones puedo ver que tu maestro jamás te instruyó bien.
—¡Cierra la boca, cerdo! —El pequeño muchacho pelirrojo le escupió mientras su entrecejo se encontraba fruncido en clara señal de enojo. Él se estaba en el piso, sentando en una posición incómoda por la poca movilidad que sus piernas y manos atadas con una cuerda de cáñamo y algodón le permitían.
Aquél método le parecía bastante simple para su propio gusto.
—Descuida... Solo he venido aquí a juzgarte, no pienso tratar de cambiar todos tus malos hábitos con educación —El hombre mayor sacó uno de sus puros para encenderlo y empezar a fumar—. Yo ya fui pater*¹... Y es bastante agotador... —El tono con el que Faletti hablaba claramente denotaba cansancio y estrés. O eso es lo que Chuuya percibía desde su posición mientras el viejo le lanzaba el humo de su puro a la cara y Chuuya terminaba asfixiándose por el olor.
—¿Dónde está Kunikida? —Pese a su tono de voz rabioso, Chuuya estaba consiente de la situación tan delicada en la que estaba metido, y sobre todo, de que tenía todas las de perder—. ¿¡A dónde se lo llevaron!?
—Cálmese por favor caballero... Mi intención no es molestarlo, se lo puedo jurar —Ante esa afirmación Chuuya entrecerró los ojos para darle a su mirada un tono más filoso que denotaba su posición—. Ayúdame a ayudarte, hagamos equipo y responderé todas tus preguntas.
—No sé quién carajos crees que soy, pero lo único que me impide aplastar tu cráneo y seguir esta farsa de mafioso secuestrado es el hecho de que tienen como rehén a Anna.
Giorgio se sentó en el sillón de su despacho que era la habitación en la que estaban.
El lugar era un espacio bastante fino con paredes gris oscuro, un par de plantas que decoraban de forma elegante y muebles de color blanco que hacían un toque hermoso. Los sillones de cuero y el escritorio de cristal con decoraciones de diamante hacía que todo el lugar gritara "excéntrico".
—No vamos a lastimar a Anna, ella es una de nosotros después de todo —Afirmó el mayor con cierto orgullo eminente, como si aquello fuera lo más glorioso del mundo—. Aunque eres un mafioso no puedes entender que la traición es más que impensable, eso me deja claro que estás más que acostumbrado a ser la segunda opción y al que siempre dejan atrás... ¿O me equivoco...?
—Cállate de una maldita vez... —En está ocasión el aura rojiza que siempre aparecía en su cuerpo, se hizo presente y de un momento a otro, destrozó las cuerdas que le tenían atado para después destruir gran parte del piso alfombrado que estaba bajo sus pies mientras sus ojos afilados miraban al italiano con desprecio.
—Si destrozaste mi oficina y me mostraste tu gran poder con el propósito de reafirmar tu patética e inexistente supremacía, déjame decirte pequeño caballero que fracasaste.
Como si cada una de las cosas que dijera el italiano calaran en el consiente de Chuuya, en esta ocasión terminó pateando el escritorio que estaba justo a su lado, partiendolo a la mitad, aquello hizo que pequeños fragmentos de vidrio volaran por todas partes.
—Si Kunikida no me importara tanto, en este momento te mataría con mis propias manos. Pero tienes suerte de que sea así —dictó con voz filosa sin quitarle la vista de encima al otro, casi de manera inmediata la seguridad de la habitación llamó a la puerta, ya que la alerta de ataques sensoriales se había activado. Miles de hombres con pistolas y posibles habilidosos habían rodeado la habitación por la alarma.
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Explosión
FanficLa historia se ubica según los hechos sucedidos después del arco actual de Bungo Stray Dogs, una vez que derroten al Decay, y el libro se encuentra bajo resguardo de la agencia de detectives. Misteriosamente una organización de italianos ha aparecid...