Volaré por ti

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Amanecía en Italia, ambos hombres que anteriormente habían compartido un poco de sus vidas durante el viaje ahora compartían una calma que para cualquiera que les viera resultaría envidiable.

Chuuya no supo en qué momento de la conversación se quedó dormido, pero el despertar entre tanta calidez le recordó que nunca había experimentado este sentimiento más que cuando Anne-san le obligaba a ponerse un suéter invernal. Abrió los ojos y lo primero que logró percibir fue la ruidosa turbina del avión. Poco a poco empezó a desperezarse, por instinto estirando las extremidades de su cuerpo y bostezando ruidosamente en el acto. Sin querer terminó pateando la cintura del rubio que abrió los ojos con calma a pesar de la abrupta manera con la que le despertaron.

—Buenos días —saludó él con la voz bien entonada como si los rezagos mañaneros no le hicieran efecto.

—Buen día —le contestó Chuuya con la voz ronca todavía avergonzándose por sus malos modales de manera instantánea.

Apenas terminar los honorarios matutinos, el amante del vino pudo apreciar cómo un abrigo de cálida tela y un par de tallas más grande cubría por completo su delgado cuerpo, no tuvo que hacer muchas conjeturas para dar con quién era el dueño. Con razón pudo dormir a pierna suelta durante toda la noche sin preocuparse del frío, ese bastardo... De no ser por Dazai y sus estupideces él podría haberse dado cuenta de que olvidaba los abrigos en su maleta. No encontró las palabras correctas con las que iba a agradecerle cuando vio que su nuevo compañero llevaba entre sus manos el bolero negro perfectamente doblado y encima su sombrero

—No es ideal descansar con los accesorios puestos. —Kunikida le entregó en las manos sus respectivas pertenencias, hasta eso entonces Chuuya cayó en cuenta que los guantes de sus manos habían desaparecido.

—No hagas eso de nuevo —le pidió el ejecutivo entre un sonrojo que poco a poco acrecentaba—, nunca deberías quitarme mis guantes.

—Entendido —Kunikida asintió retomando su lugar en los asientos del avión mientras sacaba su pluma y empezaba a escribir algo.

"29 de junio de 2020, 8:09 AM; Nakahara Chuuya, jamás retirarle los guantes de las manos, petición hecha de manera amable por él mismo."

Al pelirrojo le entró curiosidad por qué tanto estaba escribiendo el otro, también pensó en qué podría preguntarle pero no quería parecer encimoso, ya bastante se había mal comportado la noche anterior...

Para quitarse pensamientos innecesarios de la mente mejor empezó a vestirse y cepillar su cabello. Por que eso sí, el cepillo no lo olvidó.

Luego de abotonarse el bolero, ponerse los guantes y doblar para devolver el favor a Kunikida, al acercarse no pudo evitar la curiosidad de ver qué tipo de cosas estaba escribiendo en su cuaderno verde.

—¿Nakahara Chuuya? —se sorprendió él mismo de ver su nombre escrito, sin darse cuenta de que lo había leído en voz alta.

—Estoy escribiendo sobre ti —respondió despreocupado el dueño de la libreta sin dejar de mover el lapicero sobre el papel.

Ahí fue cuando la cordura de Chuuya quedó hecha añicos.

Cuando la curiosidad tomó el control de su cuerpo, empezando por la mano izquierda le arrebató al idealista el escrito y empezó a leer a través de la bien hecha letra.

"28 de junio de 2020, 8:55 AM, Dazai Osamu me ha comunicado sobre una nueva estrategia, le he dicho que es una locura pero no ha querido desistir. 9:37 AM, Dazai Osamu logra convencer al presidente y la misión se hace formal, continúo en la incertidumbre de este plan pues pienso que el mafioso de nombre Nakara Chuuya es..."

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