Capítulo 1

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Elsa estaba descansando tirada bocarriba encima de un manto de hojas secas en el bosque encantado. Pensaba en el lugar que había considerado su hogar hasta hace unos meses y en lo limitado que había sido su mundo al centrarse solo en Arendelle. No fue hasta que Ahohallan la llamó que, por fin, ese sentimiento de no pertenecer al lugar en el que debería estar se había esfumado.

Sin embargo, era ese sentimiento justamente que ahora hacía que se preguntase si su destino era permanecer en el bosque encantado.
¿Cuánto tiempo tenía que pasar para que se vuelva a sentir fuera de lugar?
En ese mágico lugar era libre, pero ¿acaso era feliz del todo?

Elsa sacudió su cabeza tratando de disipar esas inquietantes interrogantes en su mente. Y, de repente, se percató que las hojas a su alrededor empezaban a elevarse. Era Gale, el espíritu del viento, que trataba de llevarla hacia la dirección en la que se encontraba la tribu de los Northuldra. Ella trató de mantenerse de pie con dificultad, ya que Gale la empujaba cada vez más fuerte como si quisiera que llegara lo más rápido posible. Ella resopló dispuesta a combatir de vuelta al espíritu hasta que reconoció a alguien entre las personas que estaban en la entraba de la tribu. Para ese entonces, Gale ya se había ido. Ella observó detenidamente a la persona que estaba sentada a lo lejos charlando muy a gusto con Honeymaren.

"Imposible", pensó, pues el individuo en cuestión era nada más y nada menos que Hans Westergaard.

Sí , ese mismo pelirrojo a quien no pensó en volver a ver jamás. Trató de controlarse en vano. Su cuerpo actuó mecánicamente. Y, mientras caminaba hacia él, su enfado aumentaba. Entonces, Yelana la detuvo.

—¿Qué haces?—le preguntó tomándola de las manos para calmarla. No se había dado cuenta que tenía las manos cubiertas de escarcha. Ella deshizo su magia de inmediato.

—Él,es él...—alcanzó a decir pues su sorpresa la dominaba.

—Elsa, mírame—dijo ella mientras la apartaba del lugar y la llevaba hasta los troncos de la fogata del lugar para que se puedan sentar—.Tienes que calmarte

—No puedo, lo siento. Él no puede estar aquí. No es seguro

—¿Por qué dices eso?¿Lo conoces?

—Sí, sí lo conozco—musitó ella—él intentó acabar con mi hermana y conmigo ¿Cómo diablos llegó acá?

—Ryder lo encontró hace unas horas en la playa. Ya curamos sus heridas pero falta que se recupere ¿es él el villano de la historia que contó el muñequito de nieve?

—Es exactamente él mismo. Ahora entiende por qué le digo que es una amenaza

—Entiendo, Elsa, pero no podemos dejarlo ir así como está

—Yo lo he visto perfectamente—aseguró la rubia

—¿Podrías intentar mirarlo una vez más, por favor?—pidió Yelana pacientemente y así ella lo hizo. Efectivamente, su impresión había impedido que la rubia notara los vendajes que el supuesto intruso tenía en la parte abdominal y parte de la pantorrilla.

Elsa apartó la mirada. No podía soportar seguir viéndolo sin pensar en todo lo que había pasado.

—¿Cómo se supone que deje de ser una amenaza?—preguntó ella preocupada.

—Estoy segura que si los espíritus lo vieran como una amenaza ya nos lo habrían comunicado

—Yo lo percibo como amenaza

—Espíritus que no son personas—contestó Yelana son una ligera sonrisa al ver el intentos de la rubia por convencerla del peligro que representaba su invitado.

—No confío en él—comentó finalmente Elsa

—Sé que tu intención es buena. Sé que deseas asegurarte que él no haga más daño y créeme que yo seré la primera en escoltarlo a la salida si intenta algún mal

La rubia permaneció en silencio.

—Entiendo si para ti es difícil estar aquí mientras él se quede—dijo Yelana.

—Gracias por entender—la rubia hizo una sonrisa leve—. De todas formas, siempre estaré cerca

Yelana le sonrió y Elsa caminó con dirección a la salida de la aldea hasta que Honeymaren la llamó para que se acercara.

La impresión del pelirrojo al verla había sido única: había pasado de un color rojo avergonzado a uno pálido sorpresa. Sus ojos se habían abierto como platos. Elsa, por su lado, dudó en acercarse, pero finalmente lo hizo.
Era su oportunidad para dejar las cosas claras con Hans. Había preparado todo lo que le diría hasta que su mirada coincidió con la de él y todo se fue al traste. Su mente se quedó en blanco.

Ellos se quedaron viendo sin decir ninguna palabra mientras Honeymaren expectaba la escena inquieta.

—¿Ustedes se conocen?—se atrevió a preguntarles

—Sabes que no eres bienvenido en Arendelle—le dijo Elsa fríamente

—Técnicamente no estoy en Arendelle, reina Elsa—contestó Hans—lo siento, yo no estaría aquí si mi barco no hubiera naufragado

—Yo no he preguntado en qué circunstancias ha llegado

—Wow, wow wow—interrumpió Honeymaren—Creo que si lo conoces después de todo

—¿Conocerlo? Él trató de asesinarme

—No sabes cuántas veces traté de pedirles perdón personalmente

—Lo que hiciste no tiene perdón

—Lo sé. Durante mi condena he pasado por mucho y me sirvió para reflexionar. Estoy arrepentido

—No te creo

—Es su decisión si elige no creerme, alteza—dijo finalmente el pelirrojo

Elsa se estaba empezando a desesperar con sus respuestas.

—Mira, no sé cuál sean tus intenciones, pero tarde o temprano se darán cuenta de quién eres realmente

—¿Y cómo soy realmente, reina Elsa?Usted no sabe nada de mí—se defendió Hans—Además, cómo pude haber sabido que usted estaría aquí en medio del bosque

La rubia se quedó en silencio.

—¿No tiene un reino que dirigir?

—Ese no es asunto de usted—logró contestar. Ella pensó que no tenía nada más de qué hablar con él, así que decidió que esa sería la última oración que le dirigiría. Finalmente, dejó el lugar.

—Elsa renunció a su título a favor de su hermana—le explicó Honeymaren el pelirrojo una vez que la rubia se hubo ido.

—Yo no lo sabía

—Ahora lo sabes y Hans... —ella dudó en preguntar—. ¿Es cierto lo que dijo Elsa?

Hans afirmó con la cabeza y desvió la mirada al suelo por vergüenza.

—Me arrepiento cada día. Tuve bastante tiempo para reflexionar y deseo, más que nada, creer que me he convertido en una mejor persona

—Eso solo lo puedes responder tú

—¿Cómo?

—Escucha aquí—dijo Honeymaren y acercó su mano suavemente hasta donde se ubicaba el corazón.

Todavía te amo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora