Capítulo 20

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Pero Lars fue más veloz y pegó su espada en el cuello de Hans en el momento que lo vio empezar a correr.

-Tienes que venir conmigo, hermanito. Él me dijo eras tú o yo-se refería a su padre, aquel infeliz que nunca se había preocupado por ninguno de ellos.

-¿Por qué no te marchas de su reino?-sugirió el pelirrojo-Puedes huir con tu familia. Primero los traerías hasta aquí y...

-¿Y arriesgarme a que me persiga como a ti? No, gracias

-Una vez que estén aquí, pueden tomar el primer barco que salga e ir a explorar el mundo como siempre han querido.

Pero Lars hizo como si no lo hubiese escuchado y la espada se mantuvo firme en su cuello.

-Piensa en Ragnar y Leiv. No tienes que hacer esto-continuó Hans

La imagen de sus adorados gemelos se vino a la mente de Lars en el momento que escuchó sus nombres. Qué dirían de él si lo vieran en esa situación. No era el ejemplo que quería para ellos.

-No tienes que hacer esto-repitió más enérgicamente Hans

Entonces Lars miró su espada con disgusto. Su mente se transportó a años atrás.

Flashback

En el castillo de su padre, Lars no paraba de buscar a Hans.

-¿Dónde estás, pequeño Hans?-gritó Lars y luego vio cómo el armario de la biblioteca se movía. Lo abrió y dentro de él estaba el pequeño de seis años llorando.

-Déjame en paz, por favor. Ellos ya me molestaron mucho hoy-pronunció el pequeño Hans mirándolo con disgusto.

-¿Qué te hicieron esta vez?

-Me encerraron dentro de un árbol hueco por horas. Por favor, no me hagas nada

Él le sonrió débilmente.

-No te haré nada, yo soy tu amigo

Los ojos esmeralda de él lo miraron sorprendido.

-¿Lo dices enserio?

Lars asintió.

-¿Por qué no me acompañas a montar caballo?

El semblante del pelirrojo se tornó triste otra vez al oír eso.

-Yo no sé montar

-Yo te enseño. Vamos-respondió con una sonrisa

Entonces el pequeño pelirrojo lo abrazó.

Fin del Flashback

Lars arrojó su espada y soltó a Hans avergonzado. Luego, se acercó a darle un abrazo a su hermano.

Mientras tanto, Elsa seguía tratando de contener a los guardias. De repente, ella sintió que una superficie fría se clavaba en ella desde atrás.

El filo de una espada había pasado por su cintura. El metal se había amoldado a su piel haciendo un corte profundo. Ella soltó un quejido de dolor cuando la hoja se apartó de su cuerpo y simultáneamente un rayo de hielo salió de sus manos sin que lo pueda evitar. Este rebotó en el suelo a una velocidad impredecible y alcanzó la dirección de Lars en una fracción de segundo.

Él vio como una línea de luz celeste se aproximaba cada vez más y cerró los ojos listo para sentir el golpe. Sin embargo, no sintió nada y se dio cuenta que ya no había ninguna línea celeste cuando volvió a abrir los ojos.

En ese momento, todo el panorama se aclaró y Elsa, por fin, pudo ver a Hans. Él la miró sonriente a la distancia, pero luego se empezó a tambalear incapaz de seguir de pie. Él se había interpuesto recibiendo el hielo en su corazón en lugar de su hermano. Él levantó la mirada y la llamó con apenas un hilo de voz para luego desplomarse en el suelo.

La rubia contuvo un grito cuando comprendió lo que acababa de suceder. Se aproximó corriendo hacia él.

-Oh, Hans-sollozó. Ella se arrodilló a su lado y puso sus manos en su pecho.-Lo siento, lo siento tanto

Ella desvió la mirada. No podía mirarlo a los ojos, no después de lo que acababa de pasar. Pero Hans tomó su mentón para llevar su mirada hacia él.

-Elsa, escúchame,no fue tu culpa-dijo suavemente.

Él notó que la parte derecha de la cintura de su vestido ahora estaba teñida de rojo y aproximó su mano hasta ese lugar.

-Estás sangrando-dijo preocupado-¿Quién se atrevió a hacerte esto?

Él se trató de incorporar con dificultad, pero ella puso una mano en su pecho para evitar que se levante.

-Eso no importa ahora-contestó. Elsa sintió un nudo en el pecho al ver a Hans así de débil.

Lars estaba en shock. Él había ordenado a sus guardias que dejen de atacar inmediatamente. Sin embargo, él no se atrevió a acercarse, no podía mirar a su hermano al rostro.

En ese instante, llegó la reina de Arendelle escoltada por guardias. Ella se aproximó corriendo hacia su hermana hasta que se dio cuenta de lo que estaba pasando. Entonces se detuvo y empezó a retroceder. Nadie en el lugar se movió. Todos, salvo la pareja que estaba en medio de los invasores y los guardias de Arendelle, permanecieron en silencio.

-Vas a estar bien-prometió la rubia

Sin embargo, el pelirrojo sentía como su cuerpo empezaba a ponerse rígido con forme pasaban los minutos.

-Los espíritus revelaron mi destino en lo que yo creí que fue solo un sueño-pronunció él con la voz temblorosa. Cada vez le costaba más respirar.

-No digas eso, amor. Me niego a aceptarlo

-Está bien, porque ese sueño no fue una pesadilla después de todo-dijo tratando sonar sereno con todas sus fuerzas para no alarmarla. Le rompía el corazón verla así.-¿Sabes por qué?

Ella negó con la cabeza.

-Porque al final te vi a mi lado, Elsa.Tú eres mi luz

Él acarició su rostro suavemente con una sonrisa débil y ella parpadeó varias veces. Su visión empezaba a ponerse borrosa por las lágrimas que amenazaban con salir.

-Tú y solo tú has logrado enseñarme que amar hace que la vida sea maravillosa. Gracias por eso

-No,Hans-balbuceó. Su voz se quebró-Quédate conmigo

-Yo estoy aquí contigo-dijo mientras se levantaba despacio para juntar su frente con la de ella-Te amo

El rostro de Hans empezaba a escarcharse. Entonces, Elsa se preguntó qué estaba esperando. Sabía que un acto de amor salvaba a un corazón congelado. Tenía que intentarlo. Ella se inclinó apresuradamente y juntó sus labios con los de él suavemente. Pero el cabello de Hans se tornó blanco unos minutos después.

Elsa abrió los ojos de par en par, estaba desconcertada y no sabía qué hacer. Ella tomó el rostro del pelirrojo con las manos temblorosas, sus ojos azules reflejaban esa ola de desesperación que estaba sintiendo por verlo así y lo único que hacía el tiempo era jugarle en contra.

-Por favor,no me dejes-suplicó ella aferrándose a su pecho con fuerza. Pero él ya se había congelado por completo.

Todavía te amo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora