Capítulo 9

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A Elsa le resultaba un poco gracioso tener a Hans detrás de ella. El chico a penas podía manterse en equilibrio porque no sabía de donde sujetarse.

—Sabes que está bien si te apoyas en mí —le dijo ella al ver que estuvo a punto de caer otra vez.

—¿Qué?

—Para que no vayas a caer

—Cierto, gracias—. Entonces Hans colocó las manos en sus hombros.

Elsa volteó a mirarlo disimuladamente con el rabillo del ojo. Había pensado que él iba a sujetarse de su cintura o sus caderas, pero no imaginó eso. Mientras iban, ella se preguntó cómo se sentiría el pelirrojo respecto a ella. Le daba curiosidad porque a ella le importaba. Es más, no se había dado cuenta de qué tanto se preocupaba por él hasta que casi se ahoga de vuelta en el río. La idea de saber si el sentía lo mismo no paraba de dar vueltas en su cabeza.

Reprimió una sonrisa al imaginarse si podría pasar algo más entre ellos y desvaneció esa idea enseguida.

"Basta", se reprochó al no poder dejar de imaginar algo parecido a lo que tenía su hermana con Kristoff para ella y Hans hasta que la voz del pelirrojo interrumpió el conflicto que estaba teniendo con ella misma.

—No sabía que eras experta cabalgando—había dicho.

—Mmm...yo no utilizaría la palabra experta

—Pero eres maravillosa

Elsa sintió cómo el calor subió hasta sus mejillas.

—Digo, cabalgando por supuesto—corrigió Hans algo avergonzado—Osea, lo que quiero decir es...

Pero Nokk lo calló con un bufido como diciéndole "Mejor cállate, Hans" o "No digas más, por favor".

Elsa sintió un nerviosismo leve recorrer su cuerpo al no saber qué decir después. Y, como empezaba a sentirse demasiado el bochorno producto del calor del bosque, la rubia acomodó su cabello del lado izquierdo dejando al descubierto el escote de su vestido. Hans contuvo la respiración al ver lo perfecto que se veía su vestido desde atrás y, de repente, pasaron por un bache que hizo que él casi se diera contra el piso por no sujetarse bien. Si él seguía así se iba a terminar cayendo. Aún así, él dudó por un segundo pensando cuáles eran sus chances de que la gravedad sea gentil con él. Pero después del último bache hubo otro y otro.

Fue en ese momento que Elsa sintió las manos de él encajar perfectamente en su cintura. Ella se tensó un poco. No iba a negar que ella pensó que él haría eso desde el principio y, aunque no le molestaba, empezó a hablar y hablar de la nada para ignorar lo cálida que era la sensación de estar así con él.

Así, las horas pasaron volando y, cuando menos lo esperaban, ya habían llegado a la entrada de la tribu. Nokk se despidió de ellos, pero antes de que se vaya Elsa corrió hacia él. Después, Nokk bajó la cabeza dejando que ella acercara su frente con la de él. La rubia cerró los ojos y le dijo un "gracias" al caballo que terminó pareciéndole muy tierno a Hans.

Finalmente, Nokk le hizo una reverencia y se fue.

Hans curvó sus labios en una sonrisa boba al ver que Elsa empezaba a aproximarse a él. Sabía que ella era hermosa, pero jamás había notado el efecto que ella provocaba en él hasta que la vio a lo lejos despidiéndose de Nokk. Era como si estuviese bajo un hechizo que hacía brillar a su corazón cada vez que la veía.

—Señor Westergaard, creo que hemos completado tu misión—anunció la rubia apenas estuvo al frente de él.

Hans sonrió. Siempre le había causado gracia cada vez que ella lo llamaba así.

—Nuestra misión—corrigió él suavemente—no lo habría logrado sin ti

De repente, una brisa de aire los acercó y una línea de hojas pasó jugetonamente a su alrededor.

—A nosotros también nos alegra verte, Gale—dijo Hans. Enseguida, la brisa pasó desordenando su cabello.

Ella se perdió en sus intensos ojos esmeralda por un instante sin darse cuenta que se había ido acercando a él en el proceso hasta quedar a escasos centímetros de sus labios. Sabía que no se conocían desde hace mucho, pero por alguna razón sentía cada vez más hormigueos en el estómago cuando estaba cerca de él y, ahora, especialmente ahora, tenía unos deseos enormes de besarlo. Hans acarició su pálido rostro cariñosamente y Elsa cerró los ojos al sentir lo cálido de su tacto. Luego, ella tomó la mano con la que él acariciaba su mejilla y, sin pensarlo dos veces, lo besó.

Como era la primera vez que besaba a alguien, sintió el calor subir por sus mejillas y se separó enseguida.

Hans había estado desprevenido. La rubia estaba mirándolo con ese brillo especial que reflejaba ilusión. Ella tuvo cierto temor a no ser correspondida. Pero Hans esfumó cualquier rastro de ese miedo al devolverle el beso con la misma intensidad inmediatamente. Él posó sus manos en la cintura de ella acercándola más hacia él mientras que las manos de Elsa se sujetaban firmemente en su cuello.

Para ella, era más de lo que pudo haber imaginado que sería su primer beso. Sentía que el corazón iba a saltar de su pecho. Sin embargo, la realidad le cayó como un balazo de agua fría. Sabía que nada entre ellos podría ser.

—Lo siento—dijo Elsa con respiración algo agitada cuando se separó de él—No debí hacer eso, no está bien

Hans quedó paralizado, no creía que él haya sido el único que imaginó ese mundo de emociones entre ellos.

—¿Por qué no está bien?—preguntó Hans—Elsa, yo no quiero ignorar más esto que siento por ti

—¿Cómo no lo puedes ver? Hans, esto que pasa entre nosotros no es posible—dijo ella algo frustrada.

Pero él no escuchó, solo se acercó a ella y la tomó de las manos.

—Todo es posible cuando uno quiere a alguien y yo te quiero—contestó él. Ella supo en su mirada que no mentía.

Elsa sintió ganas de llorar. Una parte de ella quería lanzarse a sus brazos nuevamente, pero su mente no la dejaba. Sin embargo, Hans se acercó a ella esta vez y, cuando sus labios estaban a punto de coincidir por segunda vez, alguien se abalanzó hacia Hans por detrás.

—¡Te extrañé!—dijo Honeymaren con los brazos alrededor de Hans. Luego, saludó alegremente a Elsa.

Honeymaren estaba contenta porque sus amigos habían regresado más pronto de lo que imaginaba, especialmente estaba contenta de volver a ver a Hans. Durante el tiempo que él se estaba recuperando, ella solía visitarlo seguido y se había acostumbrado a tenerlo cerca.

—Aunque no tan cerca—pensó Honey cuando se dio cuenta que seguía abrazándolo. Inmediatamente, lo soltó y esbozó una sonrisa nerviosa. Fue en ese instante que notó que algo estaba diferente entre aquellos dos. Percibía cierta tensión en el ambiente. Se preguntó, entonces, si había interrumpido algo.

—Honey, qué sorpresa—le dijo Hans con una sonrisa devolviéndole el abrazo.

Al ver eso, Elsa sintió que no tenía nada más que hacer allí. Entonces, se despidió de ellos sin darle oportunidad a Hans de que intentara decir algo y se marchó del lugar. Hans vio con el rabillo del ojo como ella se alejaba y el corazón se le encogió.

Todavía te amo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora