Capítulo 82

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Hubo un momento en la madrugada en el que Kongpob se despertó, sólo volviendo a dormir luego de verificar su realidad: Sí, estaba de regreso en casa y sí, estaba entre los brazos de su pareja, durmiendo cómodamente. Aún lo sentía todo tan irreal; su regreso parecía otro más de sus más recurrentes sueños durante ese tiempo que estuvo fuera, pero era porque que le había hecho tanta falta la calma que suponía el dormir abrazado a Arthit.

Cuando el sol salió, el menor dormía profundamente, todavía aferrado al cuerpo de su amado y sin dar señal alguna de despertar hasta pasado el mediodía. Pero como Arthit se había acostumbrado a despertar temprano, ahí estaba él, mirando el dormitar de su novio.

Después de las 11 de la mañana, el estómago de Arthit ya pedía comida y veía que su novio no tenía intenciones de despertar pronto, así que, con cuidado de no despertarle, salió de la cama.
Ese día hacía algo de calor y eso le daba la oportunidad a Arthit de andar sólo con bóxers por la casa, así que bajó a la cocina decidido a preparar algo de desayunar. Se colocó el delantal para evitar y así empezó a cocinar.

Pero a pesar de que quería dormir más, el sueño de Kongpob se vio interrumpido cuando sintió el vacío junto a él en la cama. Aún percibía algo del aroma de su novio y el rastro de calor que había dejado su cuerpo tanto en las sábanas como en la funda de la almohada, pero no le era suficiente.

Con un marcado puchero, se levantó y, sin molestarse en ponerse más ropa, algo tambaleante se dirigió hacia la planta baja. Su puchero se transformó en una sonrisa al percibir un olor que le aseguró que Arthit estaba cocinando, y esa sonrisa sólo se agrandó al verle allí de pie, sin mucho más puesto además de ese delantal blanco sobre sus apretados bóxers, los cuales hacían resaltar su redondo trasero.

Se acercó hacia él lenta y sigilosamente, con sus brazos rodeando su cintura al momento de estar detrás de él. Le dio un besito en el cuello a manera de saludo.

—Buenos días.

Arthit se sobresaltó al sentir que lo tomaban de la cintura, pero tan pronto sintió el pequeño beso y escuchó la voz algo ronca de Kongpob, le hizo volver a la tranquilidad.

—Buenos días... Ya iba a ir a despertarte para que desayunáramos.

El menor echó un rápido vistazo a lo que estaba en los sartenes, identificando al fin lo que despedía tan exquisito aroma. Suspiró feliz, aunque también un poco decepcionado.

—Huele delicioso, amor, pero... mi idea de desayuno para hoy era un poco... diferente.

Entonces, Kongpob le apretó un poco más contra su cuerpo. Quería hacerle sentir a su pareja nada menos que su erección matutina, la cual estaba atrapada por debajo de su ropa interior. A diferencia de la noche anterior, ahora él sí se sentía con la energía suficiente para darle a su novio algo más que sólo besos.

Arthit se removió al sentir la cercanía de su menor y más cuando se dio cuenta de qué era lo que más se sentía.

—E-Estoy cocinando... Ahora no...

Él claro que quería continuar con lo que dejaron pendiente la noche anterior, pero no era aún un buen momento.

Pero a pesar de que se removía entre sus brazos, Kongpob no lo dejó ir. Este bien podía volver a la cama, pero no lo haría sin su novio y definitivamente no para dormir, así que enterró el rostro en su cuello y emitió un leve gruñido, rozando con sus labios la piel de allí antes de atacar su punto favorito para hacer una posesiva marca roja. Al mismo tiempo, desplazó sus manos un poco más abajo hasta las caderas y luego las introdujo debajo del delantal que vestía Arthit, tentando la tela elástica de su ropa interior.

V. FasesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora