Capítulo 88

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A la mañana siguiente, Kongpob se levantó tan temprano como siempre. Como cada domingo, dejaría dormir a Arthit hasta pasado el mediodía, así que ocupó toda su mañana para hacer el quehacer.

Eran casi las dos de la tarde cuando volvió a la recámara donde su novio seguía dormido. Parecía que las horas de trabajo extras habían contribuido a su cansancio. Se sentó a su lado y le acarició el cabello.

—Despierta... Vamos a comer.

Tal como la noche anterior, el menor le había llevado la comida a la cama en una bandeja. Había cocinado otra de esas recetas que su novio le enseñó.

Y al sentir la caricia en su cabello, Arthit tomó de inmediato la mano que le tocaba y la apresó entre las suyas.

—Mmmggh... no. Me has dejado mucho tiempo solo... ahora tengo frío.

Su novio rio suavemente. Arthit adormilado era demasiado adorable.

—Te traje la comida... —Insistió. —Come y después podrás seguir durmiendo. ¿O qué te parece una tarde de películas? Me quedaré contigo y nos acurrucaremos.

El mayor abrió un poco los ojos, con la vista aun algo nublada.

—¿Lo prometes? —Él sabía muy bien la respuesta, pero quería empezar con los mimos desde ese momento.

Kongpob se recostó lentamente a su lado. Usó su mano para despejar su frente y acariciar su rostro con sus dedos, de forma muy delicada.

—Lo prometo. Mis domingos son todos tuyos —le sonrió. Mordía su labio para no lanzarse sobre él de una vez y comérselo a besos.

Con muchísimas más ganas, Arthit se levantó y se acomodó para poder comer adecuadamente. Se hizo a un lado para que Kongpob también tuviera oportunidad de sentarse.

—Gracias por la comida —antes de tomar los cubiertos, le besó la mejilla un par de veces en forma de agradecimiento.

La sonrisa de Kongpob permaneció durante todo el rato que estuvieron comiendo. Aunque a veces le robaba un par de bocados, su sonrisa volvía inmediatamente después e incluso se hacía más grande al notar lo mucho que su novio disfrutaba la comida.

Él de verdad adoraba consentir a su novio. Le encantaba hacerlo feliz con pequeñas atenciones como el llevarle el desayuno a la cama o prepararle un baño después de un largo día. Sabía que muy probablemente lo tenía tal vez demasiado consentido, pero no podía ni quería dejar de hacerlo. Además, la forma en que Arthit lo recompensaba por ello alegraba el corazón del menor y le daban más ganas aún de seguir haciéndolo. La mejilla en la que su pareja le besó cosquilleaba al igual que su estómago.

Cuando vio que terminó, él mismo ya estaba terminando también su comida. Tomó el último bocado y luego suspiró.

—¿No me dijiste que saldría una nueva temporada de ese anime que te gusta? —Preguntó, recordando vagamente una de sus muchas pláticas.

—Sí, creo que mañana a medio día saldrá... me vendré lo más rápido que pueda del trabajo. Ah, si quieres yo puedo lavar los trastes —con una sonrisa de ilusión porque ese momento llegara, Arthit se levantó y fue a lavar sus dientes.

El otro joven sólo asintió, contento. Lo vio alejarse y se quedó un momento recostado hasta que decidió también levantarse y seguirlo hacia el cuarto de baño. También debía lavar sus dientes y aprovecharía que pasaría por el vestidor para sacar una de sus frazadas favoritas para acurrucarse mientras veían la televisión.

Cuando Arthit ya había acabado, vio a Kongpob entrar. Tomó una pequeña toalla que había a un lado y secó sus labios. Antes de salir de la habitación, abrazó a su novio por la espalda y le miró por el espejo.

V. FasesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora