Capítulo 93

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Al día siguiente, Arthit decidió hacer horas extra en lo Kongpob terminaba las clases de su curso. Todos en su área ya se habían retirado hace un par de horas y ahora estaba solo en su escritorio. El día no había sido tan ajetreado, pero su espalda ya dolía y no veía la hora de poder llegar a su cama después de una buena cena.

En cuanto a Kongpob, tan pronto como se desocupó ese día, él envió un mensaje a su mayor para avisarle que ya iba de salida para recogerlo. Estaba al tanto de que Arthit se había quedado en su trabajo a hacer horas extras y ya quería sacarlo de allí porque sabía lo adolorido y tal vez un poco gruñón que su novio se ponía luego de trabajar tanto.

Cuando estuvo llegando al estacionamiento, le vio ya fuera del edificio y de inmediato condujo hacia allá. Le preparó la mejor de sus sonrisas para saludarle.

Arthit se sintió aliviado en cuanto vio el auto de Kongpob. Su novio siempre lo reconfortaba. En cuanto subió al auto, le besó la comisura de la boca. A esa hora no había casi nadie así que no le importó.

—¿Cómo te fue hoy?

La sonrisa de Kongpob se hizo un poco más grande gracias a ese beso. Le acarició una mano con afecto antes de volver a arrancar el auto.

—Todo bien, un poco pesado, pero bien. ¿Qué tal tu día?

En poco tiempo estuvieron saliendo del estacionamiento, ya con rumbo al familiar sitio donde tuvieron sus citas durante tantos años.

—Muy bien, ya estamos de nuevo con otro pedido, así que empieza el papeleo. Pero hoy fue tranquilo —inclinó un poco el asiento hacía atrás quería recostarse y descansar.

Kongpob le dejó descansar durante lo que restó del trayecto, incluso lo vio tomar una pequeña siesta y no fue hasta que llegaron que movió un poco su hombro para avisarle que podían salir del auto. Pero antes, le acomodó un poco los cabellos que se habían despeinado y le abrochó un botón de los varios que estaban deshechos, lo suficiente para cubrirle un poco el pecho.

—Ahora sí, ¿vamos a cenar? —Apuntó con la mirada al familiar grupo de mesas techadas con muchos pequeños puestos alrededor. Por la hora se veía que empezaba a acumularse gente, así que debían apresurarse a encontrar una mesa.

Con una expresión cansada, Arthit asintió y salió del auto para ir a sentarse a una mesa. Estaba bastante feliz de llegar a ese lugar, le traía gratos recuerdos. Se acercaron a las mesas y, con cierta emoción, Arthit buscaba a los dueños quizá se encontraban ahí ya que era de las horas más concurridas.

Kongpob tampoco perdió la oportunidad de tomar la mano de su novio desde que salieron del auto hasta que encontraron un buen sitio para sentarse.

Una vez en su silla, el menor suspiró profundamente al sentirse rodeado de esa atmósfera que tanto había extrañado todos esos meses. A lo lejos, podía distinguir algunas camisas rojas de ingeniería, lo cual le hizo sentir cierta nostalgia.

—Se nota que es mitad de semestre —murmuró, viendo cómo algunas personas iban de un lado a otro con sus cosas. Se preguntaba cómo les estaría yendo a sus compañeros de grados más abajo.

La sonrisa de Arthit apareció cuando la dueña se acercó a tomar la orden, parecía tan ocupada que ni siquiera miró que eran ellos.

—Buenas noches, ¿les puedo dejar la carta y venir después o ya saben qué ordenar? —habló con rapidez la mujer, con la vista fija en la pequeña libreta que traía.

Arthit en su lugar se estaba aguantando una pequeña risa.

—Pues... creo que pediré lo de siempre, ¿y tú, Kong? —Miró a su novio quien también sonreía por la mujer tan despistada.

V. FasesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora