Capítulo 85

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A la mañana siguiente era domingo, por lo que Kongpob no se molestó en levantarse temprano ni en despertar a su novio, así que decidió seguir durmiendo abrazado a él por algún par de horas más.

Sin embargo, para su buena o mala suerte, el reloj interno de Arthit le hizo a este despertar temprano. Cuando lo hizo, descubrió que durante algún momento de la noche él y Kongpob se habían movido y cambiado de posición, así que ahora el menor se encontraba entre sus brazos y tenía la cabeza enterrada en el cuello de Arthit.

La cosa era que Arthit siempre había considerado que su cuello era una zona ultrasensible de su cuerpo, y el que la respiración de su novio chocara directamente ahí, le hacía sentir bastante nervioso. Él quería moverse y librarse de esa posición, pero no quería despertar a su pareja.

Kongpob de verdad se sentía muy cómodo en ese momento como para despertar. No se había dado cuenta de que ahora tenía a Arthit abrazado de una forma diferente a la que acostumbraban mientras dormían. No es que no le gustara esa posición, pero era algo peligrosa. En sueños, sentía a Arthit removerse un poco, como si intentara escaparse de su abrazo, pero, sin querer, de alguna forma sus movimientos resultaron estimulando levemente su parte baja, que ese día había amanecido bien despierta.

—Ahhh... —Jadeó aún dormido, ajeno a que su cálido aliento chocó contra la piel del cuello de Arthit.

Muchas veces, cuando intimaban, Kongpob respiraba pesado junto al cuello de Arthit, provocando que el cuerpo del mayor se estremeciera. Y esta vez no fue diferente. Ahora que sentía contra su pierna el despertar de su novio, a Arthit se le hacía más difícil concentrarse en salir de ahí.

Por fortuna, Kongpob fue despertando poco a poco. Sus párpados se abrieron de forma lenta y levantó la cabeza para encontrar a Arthit despierto junto a él con una expresión que le pareció algo extraña.

Dándose cuenta de la posición en la que estaban, el menor entendió el porqué de la corriente de placer que lo atacó en sueños y también que la expresión de su novio era por sentirlo de esa manera.

Normalmente, al despertar, Kongpob por lo regular se haría cargo de sus ocasiones erecciones matutinas en la privacidad del cuarto de baño o simplemente la dejaría pasar bajo una ducha fría, pero esta vez no quería hacer ninguna de esas dos cosas. Se pegó más a su novio como haciéndole saber eso.

—Kongpob... —La voz de Arthit sonaba débil. Pensó que una vez despierto, podría salir de la cama o al menos cambiar de posición, pero al parecer no estaba en los planes de Kongpob dejarle ir.

Su novio volvió a enterrar su rostro en su cuello. Sabía que eso debilitaría más a Arthit.

—Anda, yo también quiero jugar —le susurró de vuelta, con cierto toque coqueto en su voz. Al mismo tiempo, tomó a Arthit de la cintura para acercar más su cuerpo y restregarse un poco más contra él. Un muy bajito jadeó volvió a escapar de su boca.

Con aquello, la respiración de Arthit estaba comenzando a ser inestable, pero permanecía sin moverse. Luchaba consigo mismo para no caer en sus juegos, aunque le era muy difícil.

Kongpob sonrió contra su cuello, pues percibía que la respiración de su pareja se volvía cada vez más irregular en señal de que le faltaba poco para ceder. Aferró posesivamente su cintura antes de seguir hablándole:

—Me encantó verte tan feliz ayer mientras jugabas con tu robot, pero me voy a poner celoso si no juegas conmigo también —dicho eso, su mano comenzó a subir la camiseta de Arthit para tocar la cálida piel debajo, al mismo tiempo que empezaba a repartir pequeños besos en su cuello. —Además, sería una buena forma de agradecerme, ¿no crees? Aunque no me gustaría que te sintieras obligado... —dijo eso último con un pequeño puchero que estuvo seguro que su novio pudo sentir contra su piel.

V. FasesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora