Capítulo 84

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A la mañana siguiente y tan pronto como vio que el sol empezaba a salir, Kongpob cuidadosamente apartó del suyo el cuerpo de su durmiente novio y se sentó en la orilla de la cama. Se permitió observar a Arthit por algunos minutos, apartando de su frente los mechones de cabello para después dejarle allí un beso.

Y cuando finalmente se levantó de la cama, lo hizo con mucha energía. Ése día, tanto él como Arthit volvían a trabajar y Kongpob quería consentir a su novio con un buen despertar llevándole el desayuno a la cama.

Así que hizo su camino hacia el primer piso y, luego de asegurarse de que tenía a su disposición todo lo que necesitaría, se puso manos a la obra.

Media hora después, el resultado fue tal como el que había deseado, así que, satisfecho, colocó todo en una bandeja y subió con ella de vuelta a la habitación.

—Mi sol... Despierta —susurró Kongpob al oído de su novio, dejándole un beso en la mejilla antes de seguir con otros más por toda la mandíbula hasta llegar a sus labios. —Despierta, Arthit.

Entonces, ya estaba trepado sobre el cuerpo del mayor, con una pierna a cada lado de su cuerpo. A un costado de sus cuerpos, descansaba la bandeja con el desayuno para ambos:

Eran unos waffles al estilo noruego, pero por completo caseros. Allá en Alemania, su compañero de cuarto Alvis le había enseñado a preparar la mezcla desde cero. No era muy difícil, tal vez lo más difícil era tener el tipo correcto de wafflera para que los waffles quedaran tal como Kongpob quería.

Por suerte, bastó una llamada a su vecina June, quien de casualidad (una casualidad llamada Milk) tenía una que le venía perfecta. Así que, además de la habitual bebida rosa preferida de Arthit, allí sobre la bandeja estaba ahora aquel plato con waffles con forma de corazón, decorados con crema batida, mermelada de fresa y fruta fresca. Era algo bastante romántico, perfecto viniendo del cursi de Kongpob.

Él verdad se había esforzado por hacerlo y esperaba que a su novio le agradara aunque fuera un poco.

Con más besos en todo el rostro, le siguió insistiendo a Arthit para que despertara.

Este había empezado a despertar cuando sintió un peso sobre su cuerpo, pero no fue hasta que sintió aquellos besos que abrió los ojos lentamente. Sin poder evitarlo, Arthit sonrió por el buen despertar que tenía.

—Hey —le saludó su menor cuando abrió los ojos. Clavó su mirada en ellos, correspondiendo su sonrisa. —Buenos días, Arthit...

Cómo había extrañado Kongpob aquellos despertares con Arthit, en los que lo veía con una expresión adormilada los siguientes minutos después de abrir sus párpados. Era todo tan doméstico y tranquilo, una perfecta forma de iniciar el día al lado del amor de su vida.

—Buenos días... ¿Puedo saber qué haces tan temprano molestándome? —A Arthit le gustaba ser molestado así por su novio, y como había dicho el día anterior, Kongpob no necesitaba hacer mucho para conquistarlo, pues con esos simples detalles ya lo tenía rendido a sus pies.

—Uhhmmm —fingió pensar su respuesta—, la verdad es que... —ladeó su cabeza y desvió la vista hacia un costado, justo a donde estaba la bandeja con su desayuno casero recién hecho— te traje el desayuno a la cama —entonces mordió su labio, pero en sus comisuras aún se notaba una gran sonrisa.

Arthit también giró a ver la bandeja llena de comida y su pecho se inundó de calidez.

—¿Y por qué en vez de que el desayuno esté arriba de mí, estás tú?

De inmediato, la mirada de Kongpob cambió a una coqueta. Colocó sus manos sobre los hombros de Arthit y las movió lentamente hacia abajo.

—Bueno, porque yo también puedo contar como desayuno... —le guiñó un ojo, al mismo tiempo que se relamía los labios.

V. FasesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora