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❝Muggle classes❞
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La primera semana de clases comenzó con un buen desayuno de tarta de melaza que papá me había prometido el día anterior. Me dijo que me había quedado dormida sobre su escritorio y que tuvo que regresar la tarta, pero que ésta me estaría esperando en el Gran Comedor, en la mesa de profesores. Por lo tanto, el primer día no pude desayunar con mis mejores amigos, aunque sí los saludé desde la distancia.
Como papá insistía en que yo aprendiera lo que cualquier niño –muggle o mago– normal, mi abuela 2.0 me entregó al finalizar el desayuno mi horario de clases. Sólo tenía seis materias, todas impartidas por los profesores que se habían ofrecido como voluntarios o que habían sido escogidos por papá como mejores candidatos, pues debían enseñar dos materias en aquel caso. De cualquier manera, mi horario no era tan cargado como el del resto de los alumnos de Hogwarts.
Tenía Inglés cinco veces a la semana, con la profesora Rolanda Hooch, mi fiel amiga que siempre me había prometido no dejarme tarea. Matemáticas también la tenía cinco veces a la semana y, desafortunadamente, la profesora Septima Vector sí me dejaba tarea, aunque a veces se confundía y me impartía clases de Aritmancia en lugar de simples matemáticas muggles, lo que podía ser divertido cuando no le decía nada.
Luego tenía Ciencias tres veces a la semana, con la profesora Pomona Sprout, quien parecía un terroncito de azúcar en comparación de dos de sus alumnos de Hufflepuff que tanto odiaba y me negaba rotundamente a recordar.
Por otro lado, Historia, que la tenía dos veces a la semana, todos pensarían que me era impartida por el profesor Binns, pero, en realidad, la profesora Charity Burbage era quien me enseñaba, debido a que los temas que tratábamos se centraban principalmente en el mundo muggle y ella tenía más conocimiento de estos temas que nadie.
El profesor Silvanus Kettleburn me impartía Geografía dos veces a la semana, a petición de papá, ya que Kettleburn había viajado por el mundo en busca de distintas criaturas mágicas antes de descubrir que su profesión era la enseñanza. Podría considerarse una materia más, pero la mayoría del tiempo el profesor Kettleburn y yo nos poníamos a hablar de las criaturas mágicas que había visto en sus viajes y que le habían amputado la mayoría de sus extremidades.
Por último, mi materia favorita, Francés. Aunque solo la tenía tres veces a la semana, siempre disfrutaba mis clases con la profesora Minerva McGonagall, quien me regalaba galletas con chispas de chocolate, a pesar de que muchos de los alumnos de Hogwarts pensaran que ella era una mujer estricta.
Durante el almuerzo del primer día de clases, me escabullí hasta la lechucería para tomar una de las lechuzas comunitarias y enviarle mi carta a Ginny. Tuve que salir corriendo porque una de las pequeñas bestias quería picotear a Tina, que normalmente estaba sobre mis hombros o mi cabeza.
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Adelaide Snape
FanfictionSer la hija del profesor de Pociones tenía sus ventajas y desventajas; pero, cuando el niño que vivió, aquel que venció a Quien-no-debe-ser-nombrado, llega al Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería, parece que solo existen desventajas en la vida de...