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❝The Philosopher's Stone❞
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De las pocas veces que había jugado ajedrez y había visto a los gemelos o a Ronald jugar, sabía que, cuando una pieza le ganaba a otra, la perdedora era golpeada con fuerza y arrojada fuera del tablero. Por ende, dado que aquel juego gigante de ajedrez existía con el fin de proteger algo tan importante como la Piedra Filosofal, no sabía que tan letal iba a terminar siendo.
Ronald empezó a ordenarnos los movimientos y, en más de una ocasión, me sorprendí a mí misma adivinando las jugadas que Ronald planeaba hacer. De igual manera, en más de una ocasión, Ronald se dio cuenta a tiempo para salvarlos. Y sí, era salvarnos, puesto que las figuras eran golpeadas con tal brutalidad que juraba haber visto alguna fisura en la piedra con las que estaban hechas. Era una suerte que no estallaran, sino ya estaríamos muertos.
—Ya casi estamos —nos informó Ronald, sorprendiéndome después de que lo único que escuchara de su parte fueran órdenes—. Déjenme pensar..., déjenme pensar... Sí... Es la única forma...: tengo que dejar que me atrapen.
—¡NO! —gritamos los tres a la vez.
—¡Esto es ajedrez! ¡Hay que hacer unos sacrificios! —bramó Ronald, furioso, pero en lo único en lo que mi mente pensaba en aquel momento era en el golpe que se ganaría si lo atrapaban—. Yo daré un paso adelante y la reina blanca me atrapará... Eso te dejará libre para hacer jaque mate al rey, Harry.
—Pero... —protestó Harry.
—¿Quieres detener a Snape o no?
Y, ante esa pregunta, sentí que algo me apretaba el pecho.
Lo había olvidado. Había olvidado la principal causa por la que nos encontrábamos sorteando todas aquellas pruebas, y sólo recordarlo me daba náuseas.
—Ron... —insistió Harry.
—¡Si no se dan prisa, va a conseguir la Piedra! —espetó Ronald.
Con lágrimas en los ojos, miré con determinación y furia a Ronald.
—Como algo te suceda... —murmuré, lo suficientemente audible para todos.
Pero no terminé de hablar. Lo había dejado implícito: como algo le pase a Ronald, yo misma me encargaría de enfrentar a mi padre.
—¿Listos? —preguntó Ronald, tras mirarme unos segundos. Estaba pálido, pero jamás lo había visto lleno de tanta valentía en los pocos años que llevaba de conocerlo—. Allá voy, y no se queden una vez que hayan ganado.
Ronald se movió una casilla hacia adelante... y la reina blanca lo golpeó. Le había dado en la cabeza y, al instante, solté un grito de horror, llevándome las manos a la boca para ahogarlo. La reina lo tomó de un pie, como si no le importara en absoluto, y lo arrastró fuera del tablero. No sabía si seguía vivo o si ya estaba más tieso que una roca.
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Adelaide Snape
FanfictionSer la hija del profesor de Pociones tenía sus ventajas y desventajas; pero, cuando el niño que vivió, aquel que venció a Quien-no-debe-ser-nombrado, llega al Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería, parece que solo existen desventajas en la vida de...