Capítulo 31

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Soy libre para amar a quien mi cuerpo diga "sí".


Ezra me ha dejado en la parada donde tengo que coger el bus de vuelta a casa. Una vez que llego allí, encuentro a mi hermana a escasos metros de la puerta, esperándome como habíamos planeado para entrar juntas. Cuando me ve aparecer, baja la mirada y coge las bolsas de su compra que había dejado en el suelo. Miro la hora, son las 22:15, hemos llegado con tiempo de sobra. Cuando llego a su lado no nos dirigimos la palabra, simplemente entramos juntas, saludamos a nuestros padres y nos vamos a nuestros respectivos dormitorios con la excusa de estar muy cansadas.

Me duele estar así con mi hermana, pero más me duele lo que me dijo. Cuanto más lo pienso, más me cabrea. Precisamente ella, que me conoce a la perfección, no tendría que haberme juzgado con tanta inquina. Pero ya está, no voy a seguir dándole vueltas a eso, prefiero pensar en los buenos momentos que he vivido con Ezra. La verdad es que ha sido una tarde genial. La exposición ha sido una pasada y ella no ha podido estar más atenta y cariñosa. Siento que cada vez me gusta más estar a su lado, que me abrace como solo ella sabe, que me bese con esa dulzura que tanto me gusta.

Con esos pensamientos me dejo caer en la cama, con el pijama ya puesto, y cierro los ojos rememorando ese momento en el probador. Madre mía, qué bochorno, aunque a la vez ha estado muy divertido. Una locura de las que siempre he detestado, sin embargo, con ella soy capaz de hacer cualquier cosa.





La situación vivida en el probador continúa avanzando sin la interrupción de la persona que nos habló. Ezra mete una mano por dentro de mi ropa interior, accediendo con rapidez hasta el interior de mis muslos. Ella continúa acariciando toda mi zona hasta que pasa sus dedos por mis labios. En el momento en que me toca, suelto un suspiro placentero.

En seguida temo que alguien nos escuche y abro los ojos asustada. Entonces descubro que hemos pasado de estar en el probador a una habitación vacía donde nadie puede acceder. Eso me tranquiliza y vuelvo a cerrar los ojos, destensando mi cuerpo.

Abrazo su cintura con una pierna y ella aprovecha para tener mejor accesibilidad a mi zona vaginal. En poco tiempo estoy totalmente empapada y Ezra no duda en penetrarme provocando mis gemidos. Como si fuera toda una experta, toca mis paredes vaginales cambiando de velocidad cada poco tiempo, logrando así que llegue al orgasmo con rapidez y eficacia. Grito de placer y dejo el cuerpo caer sobre el suyo, sosteniéndome con la pierna que tengo alrededor de su cadera.

Entonces abro los ojos para mirar a Ezra, sin embargo, lo que veo es la claridad de la mañana. Distingo el ventilador que cuelga del techo y me doy cuenta de que me encuentro en mi habitación. Me siento acalorada a pesar de las bajas temperaturas que están haciendo estos días. La vagina me palpita excitada e, inconscientemente, bajo la mano hasta allí y presiono con fuerza. Respiro agitada, omitiendo un gemido, y es entonces cuando comprendo lo que ha pasado: acabo de tener mi primer sueño erótico.

Me incorporo y me siento en el borde de la cama, la excitación sigue latente en mi cuerpo y el corazón me palpita veloz, como si acabara de correr una maratón. Miro la hora en mi reloj, son solo las ocho de la mañana, así que me levanto y salgo de mi habitación sin hacer ruido para no despertar a mi hermana. Entro al cuarto de baño y me echo agua en la cara, tratando así de enfriar un poco mi cuerpo.

Entonces escucho una puerta abrirse y desde el espejo veo a mi hermana salir con cara somnolienta. Apresurada, me seco la cara, salgo del baño y bajo las escaleras para empezar a preparar mi desayuno. Me sorprende ver que mis padres aún no se han levantado, es extraño en ellos. Sin prisas, pongo las tostadas a calentar y voy preparando mi taza de cola cao. Al poco rato, mi hermana aparece en la cocina y, en silencio, prepara su desayuno.

Yo te vi pasar...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora