#20: Pequeños escorpiones (FINAL)

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- Tora consiguió mantener a salvo a todos los estudiantes, no tienen heridas y han salido por su propio pie del recinto.

Calma.

- Pero hay un problema...

Tensión.

- Ella nada más llegar al exterior tuvo que irse a toda prisa en ambulancia.

Miedo.

- ... Se puso de parto.

Pánico absoluto.

- ¿¡Y por qué no me lo has dicho antes!?

- ¡Porque me lo acaban de decir los chicos!- esa fachada tranquila era una tapadera muy mal construida, solo con mi grito Mic también se puso de los nervios y empezó a dar vueltas en el sitio como un león enjaulado-. ¡Les pregunté que dónde estaba Cherry y casi me desmayé cuando me lo contaron, por eso vine corriendo a buscarte!

- ¿¡Hace cuánto se fueron!?

- ¡Hará una media hora! 

Si seguíamos gritándonos allí en medio del campus al final toda la academia se enteraría de que había dos profesores con una crisis nerviosa, e impulsado por la necesidad de estar al lado de Tora en todo momento di media vuelta y eché a correr hacia la salida. Después de semejante terremoto todo era caos, árboles caídos y suelos agrietados, ya podía ir olvidándome de coger un taxi para llegar al hospital.

- Yo que tú cogía aire- le advertí a Mic, acelerando tanto la carrera cuesta abajo que mis pies apenas tocaban la tierra, y varias veces estuve a punto de salir volando por tropezarme con varias piedras.

Podría parecer que simplemente estaba preocupado por mi esposa y mis hijos en camino... Cuando la realidad era que el terror me había dejado pálido y con la piel helada. Estaba pasando todo demasiado rápido, se suponía que yo iba a estar con ella en el momento en que tuviesen que llevársela al hospital, sin alejarme de su lado y esperando con ansias a poder tener a Ayaka y Nori con nosotros, no creí que tendría que dejar el trabajo de después de una catástrofe natural con tal de conseguir llegar a tiempo. 

Mic y Tora eran las dos únicas personas capaces de ver a través de mi habitual expresión de indiferencia, de ahí que el rubio se hubiese limitado a correr a mi lado sin decir nada a sabiendas del miedo que tenía encima, y estaba seguro de que, en cuanto consiguiera entrar a la habitación del hospital, la albina también se daría cuenta de que el primero que necesitaba calmarse era yo. No quería, la prioridad eran ella y los gemelos, así que cuando allá a unas cuadras de distancia distinguí el edificio, empecé a reducir el paso hasta que la adrenalina se dejó devorar por la ansiedad, dejándome clavado en medio de la calle como un poste.

- Cherry no estaba herida y se puso de parto justo a tiempo, va a salir todo bien, ya lo verás. Te necesita ahora más que nunca, Eraser, no puedes bloquearte así.

No me moví de mi sitio. Y con eso me gané una bofetada.

- ¿¡Pero por qué has hecho eso!?- espabilé de golpe, notando mi mejilla arder.

- ¡Escucha, idiota! ¡Te has enfrentado a mil cosas peores y nunca te vi vacilar como estás haciendo justo en este instante, sé que estamos asustados pero piensa en cómo tiene que estar Cherry! ¡Se la llevaron al hospital porque la presión de su quirk aceleró el parto, está sola, con dos pequeños que traer al mundo y sin saber cómo está la gente que quiere, y nosotros estamos a cinco malditos minutos de ella parados como memos! ¡Ya estás poniéndote en marcha otra vez si no quieres que te lleve por las orejas, ¿entendido?!

Si él nunca me había visto a mí tan paralizado de miedo, yo en la vida hubiese dicho que Mic era capaz de ponerse tan serio y amenazante, a pesar de que me tenía sujeto por los hombros y me sacudía como un muñeco el fuego en sus ojos me demostró que, a pesar de estar tan nervioso como yo, le importaba más llegar cuanto antes junto a la albina, y lo haría justo a mi lado como el gran amigo que había sido siempre para ella.

La metáfora del escorpión (BNHA)Where stories live. Discover now