#7: Ideas claras

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Todavía no sabía cómo, pero por fin había conseguido llegar a mi piso alquilado casi al lado del campus de la U.A., con los dos borrachos dejando caer todo su peso contra mí y sin colaborar demasiado con sus propias piernas. No sabía dónde vivían actualmente, por lo que llevarlos a mi casa fue la mejor decisión que pude tomar, allí al menos podrían descansar y yo tendría preparadas cosas por la mañana para la resaca. Sobre todo para el pobre Eraser después de semejante brebaje de la muerte gracias a Midnight, él ya ni siquiera rezongaba por lo bajo con tal de que me quedase quieta y lo dejase dormir. Por fortuna, donde ahora vivía estaba a tan solo diez minutos andando de la academia, así que podía permitirles un rato más de sueño al día siguiente.

- ¿Nakahara-San?- se sorprendió All Might cuando lo llamé una hora después de que él se hubiese marchado del bar-. ¿Ocurre algo?

- Nada en realidad, disculpa por llamarte a las diez- resoplé, viendo a mis amigos tirados en mi sofá-. Si no puedes no pasa nada, ¿pero vendrías un momento a mi casa a ayudarme?

- Claro, de todas formas iba a tardar en irme a la cama. 

- Perfecto- sonreí aliviada-. Te paso mi dirección por mensaje, y de nuevo perdón por sacarte de tu casa.

- ¿Todo está bien?

- Cuando llegues tú sí- ambos reímos al entender el chiste-. Midnight le dio de beber en exceso a Eraser, y Mic digamos que ya tiene el cerebro apagado o fuera de cobertura. Pude traérmelos a casa pero no puedo irme sin más a buscar medicinas a la farmacia.

- ¡Estaré ahí enseguida!- por la voz que puso, supe que acababa de transformarse. 

- Muchísimas gracias.

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Si alguien te conoce sabe que hay cosas que no serías capaz de hacer. Y si ese alguien solo conoce tu lado amable no es que cause muy buena impresión que te vea haciendo algo perfectamente fácil de malentender: tras gritarle desde dentro que la puerta estaba abierta y de que siguiese mi voz hasta mi habitación, All Might perdió de golpe la forma musculosa y escupió sangre de la impresión. Al fin y al cabo, tal vez pensaba que estaría colocando mantas en el suelo o algo por el estilo para que tanto Aizawa como Yamada pudiesen dormir, desde luego verme desnudándolos a tirones no era algo que se esperase ni él ni nadie.

- No es lo que parece- por instinto fue lo primero que solté, casi cayéndome de la cama cuando de una patada Mic se sacó el pantalón con el que llevaba unos largos segundos peleando. A su lado y pegado a la pared, el pelinegro no estaba dormido pero tampoco parecía estar muy pendiente de lo que pasaba a su alrededor, mucho menos se había dado cuenta de que lo había dejado en ropa interior como a Mic. No solo eso, quitarles sus herramientas fue más difícil de lo que pensé, no ayudaban en nada y encima cada vez que los cambiaba de postura para sacarles cada cosa de encima refunfuñaban y se rodaban al otro lado. Por todo el espacio entre la puerta, la cama y mi escritorio había ropa, cinturones y, allá en medio de la habitación, el altavoz direccional del rubio. 

- ¿Tanto bebió?- miró preocupado a Eraser.

- Más o menos- opté por no contarle lo del cóctel de la muerte de Midnight, de lo contrario no querría volver a salir con ella a tomar algo-. Encima los muy cabrones no están dormidos, así que me forcejean cuando intento moverlos. 

- Pero espera, ¿esta no es tu habitación?

- Claro.

- ¿Los vas a dejar ahí?

- Claro- repetí, sin saber qué le sorprendía tanto.

- ¿Y tú dónde vas a dormir?- por toda respuesta señalé la cama.

La metáfora del escorpión (BNHA)Where stories live. Discover now