𝕮𝖆𝖕.1: 𝖀𝖓 𝕬́𝖓𝖌𝖊𝖑~

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Y todo empezó:

🕛ʜᴀᴄᴇ 23 ᴀɴ̃ᴏs🕛

— ¡Lárgate de mi casa! A partir de ahora, tú no eres más mi hija. ¡Eres una completa deshonra para nuestro apellido! —

Esas fueron las últimas palabras que escuchó la pelinegra en la casa de sus padres.

Una chica de tan solo 17 años, fue desamparada por quienes un día juraron protegerla, sin siquiera darle el beneficio de la duda, sin ni siquiera darle la oportunidad de explicar, que hace un mes, la habían ultrajado.

Hecha un mar de llanto, la chiquilla deambulaba por las frías calles de New York, muerta de miedo, con hambre y sin un solo centavo en sus bolsillos, además de estar desabrigada.

Caminó hasta donde sus fuerzas se lo permitieron, llegando al final, hacia una banca de lo que parecía ser un parque infantil. Se sentó y aún con lágrimas rodando por sus mejillas, llevó las manos a su vientre, acariciando este, a pesar del terrible hecho que le abrigaba, sin embargo, no podía odiar al pequeño ser que crecía dentro de sí, ya que, era el más inocente del vestigio que le cubría.

D-Debes estar muy hambriento o hambrienta — su voz casi salió en un susurro mientras sus dientes castañeaban — p-perdón por hacerte pasar hambre — continúo diciendo — y también p-perdóname por si no logramos sobrevivir — se disculpó recostándose en la dura banca, a la vez que se abrazaba para poder sostener un poco de calor en su cuerpo.

Muy en el fondo sabía que la reacción de sus padres sería esa, darle la espalda sin siquiera brindarle la oportunidad de hablar del daño que le hicieron en su propia casa, bajo sus cuidos, y por el hombre que su padre considera como un hijo.

Con cada paso de las horas, la pelinegra sentía que le costaba respirar, sus huesos estaban casi congelados, pero lo que más le preocupaba, era el pequeño ser que llevaba adentro, se suponía que tenía que ser fuerte por el pequeño, sin embargo, se encontraba demasiado débil para continuar y buscar un refugio, donde al menos, por esa noche pudiera tener un poco de calor.

Los párpados le pesaban cada vez más; las lágrimas habían dejado de rodar por sus mejillas, y sus labios estaban pálidos, sencillamente, se encontraba muriendo congelada.

Se dieron las 12 de la media noche, y sonrió levemente al escuchar, a los lejos, las campanadas de la iglesia anunciando tal hora.

— B-Bebé — murmuró con la voz casi apagada — tu m-madre — se acurrucó más a esa dura y fría banca — te a-ama — fue lo último que dijo antes de cerrar los ojos y quedar en la intemperie sin conciencia.

Mas, cerca de dicha localidad, una joven pareja caminaba aprisa con un niño de 2 años en brazos hacia el auto que estaba estacionado a unas cuantas calles del oscuro parque.

— Cariño, ¿qué es eso? — salió la cuestión de una fémina de cabellera azabache hacia su pareja, quien de inmediato volteó a ver lo que su esposa señalaba.

Ambos bajo muchas dudas, se acercaron hacia la banca, y la mujer soltó un leve grito, al ver el cuerpo pálido acostado en el banco.

Su pareja le soltó la mano y le tendió a su pequeño, a lo cual, ella lo acogió y lo apegó más a cuerpo para cubrirlo del frío.

El señor, en cambio, se acercó al cuerpo de la chica que yacía inconsciente en la superficie dura; al estar cerca, posó una mano en su frente y se dio cuenta de que la joven se encontraba muy fría.

Tragó grueso y volteó a ver a su esposa.

— ¿Está bien? — preguntó la fémina.

A lo cual, él negó de inmediato.

¡𝐒𝐨𝐥𝐨 𝐄𝐫𝐚 𝐔𝐧 𝐂𝐚𝐣𝐞𝐫𝐨!~||❍︎𝐊𝐨𝐨𝐤𝐌𝐢𝐧Donde viven las historias. Descúbrelo ahora