Capitulo 8 "La cima"

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Pasaron las semanas y poco a poco Calle y yo nos hicimos más unidas. Cada receso voy a verla a la biblioteca y aunque casi no hablamos, amo verla concentrada, leyendo o escribiendo. Algunas veces logro sacarla de ahí y nos sentamos con las chicas o solas. Trato de dividir mi tiempo equitativamente entre mis amigas y ella, para no alzar sospechas ni hacer que alguna de las dos partes se sienta mal. Con Calle salgo casi todos los fines de semana y una que otra vez entre días de clase. Hemos ido a cine, a comer, a parques, museos, ect. Y por supuesto le paso el reporte a Cristian. Algo que me preocupa es que cada día que pasa, siento que la voy queriendo más a ella y menos a él.
***
En el parqueadero. Espero a Calle como de costumbre. Entonces aparece, pero algo está diferente en ella. La observo atentamente, parece como sacada de onda, sin ánimos.
—Vamos amor.
—No quiero ir a casa (dice Calle con la mirada hacia el suelo).
—Bueno... Podemos ir a comer o salir por ahí, como prefieras.
—Es que no quiero ir a ningún lugar en especial.
—¿Sucede algo? ¿Estás bien? (pregunta Poché preocupada).
—No pasa nada, estoy bien (Daniela finge una sonrisa).
—¿Y entonces?
—A donde quieras, pero que sea lejos de aquí, estoy cansada de todos.
—¿Eso me incluye?
—Por supuesto que no.
Le hago una seña y ella se sube a la moto y me abraza fuerte. ¿Lejos? ¿Dónde sea? Mmm, algo le pasa, es obvio. Manejo hasta las afueras de la ciudad, o sea, a hasta las colinas.
—¿Por qué aquí? (pregunta Daniela mirando a su alrededor).
—Porque es tranquilo, es un buen lugar para pensar.
Tomo la mano de ella y subimos juntas hasta llegar a la cima de una de las colinas más altas. Estamos exhaustas. Me siento cerca del borde.
—Ven (Poché lama a Calle).
—¿No es peligroso?
No respondo. Ella en cuestión de segundos se sienta a mi lado. Nos quedamos en silencio mirando las casas y los edificios.
—Amor...
—Dime.
—Disculpa si te traté mal hoy, no debí desquitarme contigo.
—(Poché sonríe y pone la cabeza de Calle en su hombro) no te preocupes. ¿Qué sucede?
—Estoy tan aburrida de todo (Daniela rompe en llanto y abraza a Poché ).
¿Qué fue eso? De repente empieza a llorar. Torpemente lo único que hago es acariciar su cabello y esperar una respuesta.
—(Calle continua) estoy cansada de tener que ser la señorita perfecta, mi papá le es infiel a mi mamá y ella no lo sabe, además voy perdiendo física. ¿Sabes qué es lo peor? Siento la presión de todos, es algo que nunca me ha abandonado ni por un momento desde hace años pero ahora se ha hecho más fuerte.
—Hey, no llores, no me gusta verte así.
Calle alza la cabeza y me mira fijamente, con los ojos llenos de lágrimas.
—Me cansé de ser fuerte y no sé cuánto más pueda aguantar.
—No digas eso, nunca. Sé cómo te sientes. Todos a tu alrededor tienen expectativas altas y esperan muchas cosas de ti, pero lo que realmente debes hacer es lo que tú quieras.
Me detengo para secar sus lágrimas con mis dedos y continúo.
—Escúchame, la vida está llena de obstáculos. Siempre habrá personas que al ver que estás feliz, querrán cagar tu felicidad, arruinar tu día, pero ¿sabes que les jode? No lograrlo. No dejes nunca que nada ni nadie borre tu hermosa sonrisa.
—Gracias, Poché(dice Calle tímidamente).
—Con respecto a lo de física, yo te ayudaré, me va bien en esa materia (Calle sonríe).
—Vale, ¿qué hago con mi padre?
—Lo enfrentarás (hace una pausa) o ya sé, algo mejor.
—¿Qué?
—Ya lo verás, pero ahora quiero que te pongas de pie.
Las dos nos ponemos de pie. Abrazo a Calle por detrás y le hablo al oído.
—¿Qué ves?
—La ciudad.
—Sé más específica.
—Edificios, casas, ect.
—Bien, imagina que cada casa o edificio es una persona que te juzga, aquella que sólo te critica, o te presiona. Aquella persona que te dice que jamás lograrás hacer realidad tus sueños. Concéntrate.
—(Daniela cierra sus ojos) listo.
—Ahora ábrelos. Dime, ¿cómo se ven?
—Todos son pequeños.
—Exacto, porque estamos en la cima de la montaña, son insignificantes ante nosotros. No puedes dejar que nadie te baje de tu cima. Cada vez que veas a alguna de esas personas, quiero que recuerdes esto que viste hoy aquí, ellos son pequeños ante ti. Tú puedes lograr todo lo que te propongas.
—(Las lágrimas brotan de los ojos de Daniela, Poché la abraza) gracias amor, de verdad, muchas gracias.
—No tienes porqué agradecer.
—Claro que sí, por tus palabras, tus consejos, por estar conmigo, te quiero demasiado (Calle besa a Poché).
—Yo también te quiero (Poché sonríe).
Calle termina de secar sus ojos y nos acostamos en el suelo, mirando las nubes. Nos tomamos las manos.
—Eres tan sabia (dice Calle).
—No, sólo tengo un año más de experiencia que tú (Poché la agarra suavemente por el cuello y la besa).
—A todas estas, ¿cómo te enamoraste de una niña como yo? Somos tan diferentes.
—Bueno, la primera vez que te vi sentí como si ya te conociese. Algo en ti me llamaba la atención, quería seguir viéndote y buscaba excusas para hablarte. Además de lo sexy que eres (Calle se ríe).
—Yo estaba teniendo uno de esos días malos hasta que apareciste. Me pareció tan lindo que me hubieses recogido cuando estaba a punto de llover, de verdad estaba agradecida aunque no te lo dijera.
—¿Y cómo fue que tú te enamoraste de ésta loca? (pregunta Poché en tono de broma).

                        
—Precisamente por eso, le das a mi vida un toque de locura y diversión. Yo soy tan complicada y seria, en cambio tú, tú eres tan fresca, graciosa, divertida... y muy muy hermosa.
—Gracias (Poché se sonroja).
—¿Por qué?
—Por aceptar ser mi novia (Calle sonríe y la besa).

                        
Me acuesto sobre ella para estar más cómodas y continuamos besándonos. Calle me muerde el labio, yo paro el beso y la miro, ella sonríe inocentemente. Desconoce el efecto que eso tuvo en mí.
****
—Es hora de irnos, se hace tarde (dice Poché).
—Vale (Calle sonríe).
Mi celular vibra. Lo miro disimuladamente, Cristian me está llamando. Lo apago y sigo como si nada. Calle y yo bajamos la colina tomadas de manos. Nos montamos en la moto, manejo de vuelta a la ciudad y como es de costumbre, la llevo hasta su casa.
—Hasta mañana Calle.
—Hasta mañana amor (Daniela se baja de la moto).
—Mañana solucionaremos lo de tu padre (Poché guiña el ojo).
—¿Y qué es lo que haremos? (Daniela pregunta con intriga).
—Mañana te digo (dice Poché, Calle se acerca a ella y le da un beso en la mejilla, Poché sonríe y arranca la moto).
Manejo a casa con muchas emociones encima. Recuerdo la cara de Laur llena de lágrimas y me parte el corazón. Se abrió conmigo y me contó todos sus problemas, me siento tan bien porque ahora sé que confía en mí. Me hace feliz poder haberla animado en ese momento. Pero de repente, recuerdo a Cristian y el reto. Cuando los 6 meses terminen, no quiero lastimarla, no quiero volver a verla derramar ni una sola lágrima, nunca. Mi felicidad es verla siendo feliz. Estoy en aprietos.

Jugando a Amar (Adaptación Caché)-TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora