Capitulo 37 "Primer día en Madrid"

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—Disculpa, ¿eres Maria José Garzón? (pregunta la chica tímidamente).
—Sí, así es.
—Yo soy Natalia Gailot, tu compañera de habitación en el convento Camino al paraíso.
*Natalia Gailot, 19 años.
Compañera de Poché en el convento.
Cabello negro largo, ojos negros y de buen cuerpo. Es más alta que Poché.
—Oh, mucho gusto (ambas estrechan sus manos).
—Debes estar hambrienta, ¿qué te parece si vamos a un restaurante que queda cerca de aquí? (pregunta Natalia).
—Genial (Poché sonríe).
Natalia me ayuda con mis maletas y salimos del aeropuerto.
Es muy guapa para querer ser monja. Está usando un jean, una camisa de flores y unas sandalias y tiene un acento realmente sexy.
Caminamos hacia el café, al llegar nos sentarmos en una mesa apartada. Ambas pedimos un capuchino y un palito de queso. Ella me invita.
—Gracias por la comida (dice Poché).
—No es nada (Natalia sonríe).
—No te ofendas, pero eres muy linda para estar en un convento.
—(Risas) gracias pero fue decisión mía. Quiero dedicar mi vida a Dios.
—Eso es genial, quisiera poder decir lo mismo (Poché usurra).
—¿Disculpa?
—Te seré sincera, no estoy haciendo esto bajo mi propia voluntad, mi padre me obligó.
—¿Por qué lo hizo?
—Porque soy lesbiana.
—Oh...
—Y apuesto que quieres cambiar de compañera ahora.
—Te equivocas, no quiero hacerlo (Natalia sonríe).
—¿En serio?
—Sí, es solo que nunca había conocido a una chica así, por eso me sorprendí (hace una pausa) ¿Tienes novia?
—Tenía. Ahora ella es 1 años menor que yo.
—¿Cuántos años tienes?
—18, ¿y tú?
—19.
—¿Y qué piensas de todo eso?
—No soy quién para juzgarte, pero a la madre superiora no le agradaría saber eso, que sea nuestro pequeño secreto.
—(Risas) está bien.
—Te hablaré sobre las reglas del convento, vale?
—Vale.
—Está prohibido fumar, beber o drogarse. Igualmente introducir cualquier tipo de bebida alcohólica, cigarrillos o drogas.
—Ok, creo que es obvio.
—Está prohibido el ingreso de hombres al convento.
—Me parece bien.
—Está prohibido reproducir música a alto volumen, a menos que sean alabanzas.
—Puedo usar audífonos.
—Está prohibido el uso de teléfonos celulares y/o computadores en cualquier día de la semana exceptuando los Martes, si es que tuviste un buen comportamiento y sólo será una hora.
—Espera, ¿qué?
—Es obligación ayudar en los deberes diarios, como lo son regar las plantas del jardín, lavar los platos, limpiar los baños. También es obligación participar en todas las actividades religiosas como las misas dominicales.
—Oh, cada vez me gusta menos lo que estoy oyendo.
—Animo, te acostumbrarás pronto.
—¿Bromeas? Suena como una cárcel.
—(Risas) ya lo verás, será divertido.
—(Poché suspira) ¿hay algo más?
—Oh sí, es obligación comer las 3 comidas diarias en el comedor principal y dormir siempre a las 10 en punto.
—Cárcel.
—(Risas) no lo es.
—¿Puedo leer libros?
—Por supuesto, mientras no sean novelas eróticas.
—Ah que mal, entonces debo regresar 50 sombras (dice Poché en broma, ambas ríen).
—Y por cierto, nada de seducir otras monjas, ¿eh?
—Prometo no intentar seducir a nadie (Poché jura con su mano).
(Ambas ríen).
—Vamos, ya debemos ir al convento.
—No por favor.
—Vamos.
—¿No puedes mostrarme lugares turísticos antes de llevarme a esa cárcel?
—Mmm no lo sé, me regañarían.
—Podemos decir que se retrasó mi vuelo. Por favor, es mi primera vez en Madrid, por favor.
—Está bien, ganaste.
***
Natalia me llevó a muchos lugares. Me mostró varias estatuas, parques, monumentos, museos, sitios emblemáticos, ect. Tomé un montón de fotos. Varias con ella haciendo poses locas. Ella es cool, quizá seamos muy buenas amigas. Nos conocimos un poco más, tenemos gustos similares. Las horas pasaron rápido, pronto se hicieron las 2PM. Tomamos un taxi hacia el convento.
Wow, es realmente grande. En la entrada hay unas rejas altas y un guardia. Cada vez me siento más como en una cárcel, los dormitorios son igualmente grandes. Van por edificios, al parecer es un convento reconocido, porque calculo que hay aproximadamente 400 chicas más. Muy inteligente papá.
En el centro hay una iglesia pequeña pero bonita. También hay un comedor gigante, varios jardines y una piscina.
Nuestro edificio es el primero, piso 5, habitación 120.
Susana me ayuda a subir mis maletas, somos el último piso. Por fin entramos a la habitación, no es demasiado lujosa pero si espaciosa. El cuarto tiene dos camas, una mini-sala y un baño.
—Esta es mi cama, puedes usar aquella (dice Natalia señalando).
Empiezo a sacar todas las cosas y organizarlas, Natalia me ofrece su ayuda, desearía no haber traído ropa interior de encaje. De repente una señora de mayor edad abre la puerta.
—Buenas tardes.
—Hola madre superiora, ella es María José.
—Mucho gusto (Poché estrecha la mano de la señora).
—Es un placer conocerte, espero que te sientas cómoda aquí.
—Gracias.
—Vinieron un poco retrasadas, que no se vuelva a repetir.
—Su avión se retrasó (contesta Natalia).
—Así es señora (apoya Poché).
—Está bien. Terminen rápido, el almuerzo estará listo pronto.
La dictadora se va.
—Ella era la madre superiora.
—¿Madre superiora? Debería llamarse madre carcelaria.
—(Risas). ¿Sigues con eso, Poché?
—No lo superaré. ¿Aquí entran siempre sin tocar?
—Sí, es algo normal.
—Eso es inapropiado.
—Si estás haciendo cosas que no son apropiadas...
—Touché. Oh, casi lo olvido... ¿Me podrías regalar una llamada de tu celular?
—Lo tiene la madre superiora, ya te dije sobre la regla de los celulares.
—Cierto, fuck. Debí haber comprado una simcard afuera. Mi celular es totalmente inútil ahora y necesito hacer una llamada.
—Ve el lado bueno, así te dolerá menos despojarte de él.
***
Ya es de noche. He conocido a muchas chicas hoy, todas son tan religiosas, educadas e inocentes. Tuve que entregarle mi iPod y mi celular a la madre superiora, ella a cambio me dio un rosario y una biblia.
No sé si pueda aguantar mucho tiempo. Afortunadamente hay una enorme biblioteca, tendré que leer libros por el resto de mi vida, eso es lo más cercano a diversión aquí.
Extraño a Calle, extraño a las chicas, extraño mi casa, mi cama. Incluso a Valentina.
—Poché , la madre superiora que vayas a su oficina (dice Natalia entrando al cuarto).
—Vale.
Camino hacia la oficina, me siento como en colegio cuando alguien hace algo malo y lo mandan a la oficina de la rectora.
—Tienes una llamada (dice la madre superiora señalando el teléfono).
Agarro el teléfono ilusionada, la señora sale de la oficina dejándome sola.
—¿Alo?
—Hola hija.
—Oh, papá.
—¿Esperabas la llamada de alguien más?
—Algo así.
—¿Qué tal va tu primer día en el convento?
—Pésimo, muchas gracias.
—Te acostumbrarás.
—Por cierto amigo, tengo noticias para ti. ¿Querías alejarme de una chica? Pues ahora tengo una diferente para cada día del año.
—No me hables así.
—¿Qué harás? ¿Castigarme?
—Me debo ir, no te metas en problemas. Adiós.
—Adiós (cuelga).
Papá no mencionó nada sobre mi beso con Calle en el aeropuerto y ha ignorado mi comentario. Evadiendo la realidad como siempre.
Salgo de la oficina y me encuentro a la madre superiora.
—¿Ya terminaste con el teléfono?
—Sí señora, gracias.
Vuelvo a mi cuarto.
—¿Buenas noticias? (pregunta Natalia).
—No, sólo era papá (Poché se acuesta en su cama).
—Debes estar cansada y ya son las diez, apagaré las luces.
—Espera (Poché le da la espalda a Susana, se quita la camisa, el jean y los zapatos y se pone la pijama, Natalia la observa disimuladamente) listo.
—Buenas noches, Poché (Natalia apaga las luces).
—Buenas noches.

Jugando a Amar (Adaptación Caché)-TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora