XXXII

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– ¡NO ENTIENDO QUE ES LO QUE TE SUCEDE! ¡¿Como puedes dejar a Mike plantado en el aeropuerto?! ¡Vas a arruinar tu vida, Paulette, por un hombre que te hizo la vida imposible desde la universidad...!

Su madre la había llamado insistentemente desde unos minutos después de lo que había sucedido en el aeropuerto y parecía tan histérica que Paulette tuvo que tomar la llamada. Por su puesto que su madre había soltado la de Dios al contestar, sin dejarle decir una palabra, le decía que había arruinado su vida, el escándalo había sido televisivo, Mike había llamado a sus padre como niño pequeño rezongando y diciendo que su hija era una guarra y que había preferido largarse con la persona que le había arruinado la vida tiempo atrás. Sin medida alguna Mike también menciono que iba a cortar negocios con la familia Romero por este incidente, se quedarían en la calle sin un peso y sin vida social, su madre le había explicado a gritos que había convencido a Mike de arreglar las cosas con su hija, que no se precipitara a los hechos y fuese paciente.

– ¡Vas a tomar un maldito vuelo a Londres y reconciliaras tu relación con Mike ahora mismo! - continuo gritando su madre por teléfono

– No pienso hacerlo... - dijo Paulette tan tranquilamente como podía.

– ¿Qué no piensas hacerlo? Paulette, ¿de verdad piensas dejarnos en la calle por ese idiota? ¿Vas a arruinar tu vida de ese modo?

Paulette se dio la vuelta y vio a Rubén Doblas sentado en el comedor, tratando de sostener firmemente la taza de café que tenía en frente con los dedos magullado, le daba un sorbo y hacia una mueca de dolor al sentir que le Escocia la herida en el boca. ¿En verdad dejaría a su familia, a su esposo y todo el dinero y buenos negocios por el hombre que le había hecho imposible todo, la había hecho sufrir de maneras inimaginables posibles...? No tenía que preguntárselo si quiera...

– No estoy arruinando mi vida... - contesto Paulette -, estoy restaurando la, esto es lo que quiero hacer y no me vas a quitar esto, madre. Lo único que te importa es no perder el puesto tan privilegiado que te dio el imbécil de mi esposo... Así que no, no me importa perder todo eso por que ustedes dos, mis padres, se merecen que les caiga todas las desgracias que vendrán con esto. Jodanse, tu, mi padre y Mike, pueden irse a la mierda...

Al bajar el teléfono para colgar, escucho que su madre lanzaba berridos pero no estaba dispuesta a escucharla, ni ahora ni nunca más.

– Me alegro de que mi chica haya vuelto... - decía Rubén con poca voz.

Paulette se acerco a él y se sentó a su lado, inspeccionando su cara: no estaba tan mal, pero había heridas que tardarían en sanar como la esquina de su boca o su ojo morado, casi llegando a verde.

Todo esto había pasado tan rápido que seguramente esa noche no dormiría tratando de organizar sus ideas, se preguntaba si Mike había tomado la decisión de irse, aunque lo creía un poco imposible, pues si lo que Rubén decía era verdad, tenía que llevársela para hacerla firmar esos papeles. Mike no se iba a dar por vencido.

– ¿En que piensas? - la mano magullado de Rubén la despertó de sus pensamientos.

– Nada - medio sonrió -, es solo que, no me imagino lo que vaya a pasar de ahora en adelante...

– Pues... - miro su taza de café y sonrió -, estaremos juntos ¿no? Por eso he hecho todo esto, Paulette, ya te lo dije...

– Lo se y..., no te imaginas la felicidad que me da al saber que mi calvario se ha terminado gracias a ti pero..., no dejo de pensar en que esto no ha acabado y estoy segura de que Mike volverá.

– No tienes por qué preocuparte, yo voy a arreglar ese asunto... Y supongo que de tus padres no tendremos que preocuparnos.

– No lo se, supongo que no, aunque mi madre me acaba de decir que todo lo que pasó ya salió en la tele.

– ¿Hablará en serio?

– No lo sé, no quiero ni mirar...

– Si es así, mis padre van a estallar - rieron.

– Esto tenía consecuencias ¿no? Pronto todo esto pasará y yo solo quiero estar contigo - sonrió.

Rubén apretó su muslo suavemente, infundiéndole seguridad, acerco un poco mas su silla a la de ella para darle un beso.

– ¿Aún duele? - lo detuvo señalando su herida.

– No, no mucho.

Paulette rodeo los ojos y lo beso delicadamente, pero Rubén no estaba dispuesto a ser tan delicado y la jalo de los brazos para hacer que se sentará en su regazo. Ella no protesto y se dejó llevar por los besos en su cuello y los dedos inquietos que desabrochaban la blusa de botones para dejar su pecho al descubierto y también besarlo.

Paulette empezó a moverse inconscientemente sobre el regazo de Rubén si entiendo su endurecido miembro debajo de ella y aunque todo esto la volviera loca, no podía ceder.

– No, espera... - Paulette tomo el rostro de Rubén y este tenía el ceño fruncido -, tienes que recuperarte de tus heridas y no puedes hacer mucho esfuerzo...

– ¿Eso quiere decir que quieres hacerlo duro?

Paulette río y rodó los ojos, Rubén soltó un gruñido cuando ella se bajo de su regazo y se fue de su vista. Resoplo sonoramente pues era injusto que lo dejara asi. El Rubén de antes nunca se iría.

La siguió a la cocina y aprovechando que estaba de espaldas haciendo quien sabe que en el mesón, la tomó de la cintura y puso su nariz en su cuello.

– Ya te dije que no, Doblas... - dijo Paulette sin dejar de cortar fruta que serviría para Rubén.

– ¿Desde cuando te volviste tan aburrida? - dijo él besando su cuello.

– No es eso... - soltó una risita -, es solo que estas muy delicado y no quiero que hagas algún movimiento raro y vuelva a doler...

– Eso no pasará... - sus dedos se movieron hasta bajar un poco los pantalones de Paulette -. Tu puedes seguir haciendo lo que estás haciendo..., mientras yo voy a divertirme un poco.

– Que eres terco... - sin embargo ella no se opuso cuando sus pantalones estaban bajos hasta sus rodillas y Rubén se abría paso dentro de ella.

La tomó fuertemente de las caderas y el sonido de placer que salió de su boca, resultó exquisito para Paulette quien trataba de seguir con lo suyo en el mesón.

No lograba ver su rostro pero lo escuchaba gemir su nombre en su oído y el sonido de los sexos chocando le encantaba en esa pose que jamás había probado, la hacía arquear la espalda y morderse el labio con cada embestida que se hacían más constantes y rápidas.

– ¿Qué pasa? - susurro Rubén agitado -, no te escucho en lo tuyo, Paulette.

– N-no..., no puedo... - gimió ella lanzando la cabeza hacia atrás.

Rubén sonrió victorioso y retiro las cosas del mesón sin dejar de moverse, para que Paulette pusiera su pecho sobre el mesón y el tuviese mayor acceso. En aquello no tardaron mucho pues Rubén marcó sus dedos en las costillas de Paulette y llegó al tiempo que ella. Con una sonrisa de victoria, levantó sus pantalones y los de ella.

– No fue tan difícil... - sonrió mirándola a la cara, sonrojada y con algo de sudor. Tomó un trozo de fruta y se lo llevó a la boca.

Paulette rodeo los ojos y sonrió, aquello hizo reír a Rubén quien luego le dio un largo beso en la boca y salió de la cocina.

Unos minutos pasaron antes de que alguien tocará el timbre y Rubén se levantó rápidamente a abrir, pensando que podría ser alguno de sus amigos...

Cuál fue su sorpresa...

Just Sex [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora