XXIII

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Rubén Doblas, hijo de una de las mas prestigiosas familias en España, se ha visto últimamente embargado, no económicamente si no socialmente por sus fechorías con la heredera de la empresa mas grande en Madrid, Paulette Romero...

Noticias como las anteriores llegaban a sus oídos por radio o televisión, incluso en revistas. donde no dejan de tratarlo de abusador y un ser humillante, narcisista y egocéntrico, aparte de mujeriego. Tambien por su lado, Paulette no dejaba de recibir criticas por no ser lo que la gente esperaba en ella. La decepción total.

Pero ni a Rubén ni a Paulette les importaba esto. Lo único para ellos eran sus corazones rotos, las lagrimas que no faltaban en ella y la rabia de el, por ser como era y no intentar cambiar por ella.

Ahora que Rubén se hallaba libre, luego de que sus padres lo sacaran dela universidad por los anteriores hechos, se hallaba buscando la manera de llegar a Paulette: no tenia su numero, llegar a su apartamento de la nada podía ser un suicidio y además ella no lo queria ni ver.

Pero algo que Rubén no había perdido era su entusiasmo y en los días que estuvo encerrado en la habitación, pensando en como encontrarla, como hacer que ella lo perdonase, se dijo que no podía dejar pasar la oportunidad de estar con esa chica, por que valía la pena y valía perder el orgullo, valía dejar sus mañas con otras chicas y enfocarse en una sola. Asi que después de casi un mes, decidió ir a buscarla en su apartamento.

- Pensé que nunca vendría, señor Doblas - le decía el guardia de seguridad - pero ella no quiere que lo deje pasar...

- ¿Como? ¿ella ya sabia que vendría? - dijo Rubén consternado.

- Pues después de lo ocurrido me dijo al día siguiente, que no lo dejara pasar, asi ella estuviera en su apartamento. Me dijo que no queria ni verlo, Doblas y yo debo cumplir ordenes

- A la mierda sus ordenes...

El guardia de seguridad estaba tan distraído con el papeleo que no pudo frenar a Rubén cuando lo vio corriendo hacia las escaleras y subiéndolas de dos en dos. Pero el botones no se iba a quedar allí y fue tras el.

Rubén, con sus largas piernas subió hasta donde recordaba era el piso de Paulette con el guardia detrás suya. Al llegar a la puerta de Paulette dio tres toques gritando su nombre, antes de que el botones lo tomara del brazo para llevárselo.

- Venga, chico, si ella no quiere, no quiere y ya esta - le decía el guardia.

Por suerte, Paulette había escuchado los gritos de Rubén llamándola y los golpes en la puerta, asi que, enfadada fue a abrir encontrándose con el guardia jalando del brazo a Rubén.

- ¿Qué acaso no te dije que no lo dejaras pasar? - dijo Paulette.

- Me tomo por sorpresa, señorita...

- Rubén, que patético te ves, en serio. Dejame en paz o voy a llamar a la policia...

- ¡Merezco al menos unos simples minutos para que me escuches, Paulette! He estado tratando de llegar a ti para explicarte todo...

- No hay nada que explicar, te lo dije esa noche. Eres un mentiroso, egocéntrico de mierda y estoy harta de verte hasta en la tele. Hazme caso y lárgate de aqui, por favor...

- Ya oíste, chico... No querrás que llame a la policia - le decía de nuevo el botones.

- Unos minutos, Paulette, solo eso te estoy pidiendo y si no me crees lo que te voy a decir... - suspiro largamente, pues no queria hacer lo que iba a decir - Te voy a dejar en paz. No volverás a saber de mi jamas...

El guardia de seguridad se estaba cansando de sostener a Rubén por el brazo y miraba a Paulette y a este intermitentemente. Rubén vio que Paulette se hallaba en una guerra consigo misma y le gusto pensar que aun podía producir sentimientos en ella, de duda, de amor, de odio y todo al mismo tiempo.

Just Sex [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora