XXI

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Y fue verdad. Paulette no se apareció en los siguientes días en la universidad y Rubén no había dejado de esperarle, de preguntarse si estaría bien después de lo que había hecho la desgraciada de Lucia, o si al menos la volvería a ver.

- No va a llegar... no ha venido en toda la semana y mañana es la dichosa fiesta, tal vez la encuentres allí - había dicho Mangel.

- No, no creo. Dijo que no queria asistir - respondió Rubén regresando a la clase un tanto decepcionado.

- O tal vez su padre la obligue a ir - sugirió Alex.

La idea de que Paulette fuese obligada no lo convencía del todo pero en el fondo espero a que fuese asi, para poder verla.

Por otro lado estaba ella, con unas no muy notables marcas de dedos al rededor de su cuello y un pequeño aruñetazo en la mejilla. Algo mas humillante que añadir a la lista después de lo de Rubén: dejarse pegar y casi matar por esta estúpida. Realmente no le quedaban fuerzas para volver a esa horrible pocilga, seguro que si volvía la humillarían por dejarse de una vil zorra.

Sus padres estuvieron de acuerdo en que saliera de esa universidad y volviera a las tutorías pero esto no les dejaba ganancias con la prensa quien no dejaba de preguntarse ¿Qué le había pasado a esta niña prodigio? Pero a ella no le importaba, se sentía mucho mejor con sus clases de vuelta, sin un Rubén que la mirara y fastidiara todo el rato o un Samuel o una Lucia. Había vuelto a lo de antes, a sus clases de ballet, a una parte de su delicadeza, la que la caracterizaba, pero su rudeza y sensualidad que había adquirido gracias a la venganza no la había dejado atrás.

Por fin, el día de la dichosa fiesta de socios había llegado una noche calurosa de sábado, y los anfitriones, o sea Rubén y sus padres, estaban en las puertas del ascensor que daba a una hermosa terraza cubierta llena de luces doradas, mayordomos, mesas blancas y vino, dándole la bienvenida a todo aquel que llegaba. Muchos conocidos, pero Rubén solo esperaba a una persona.

- ¿Tus amigos de compincheria van a venir, hijo? - pregunto su padre saludando con la mano a uno de sus invitados.

- No, solo sus padres, ellos no están dispuestos a esta... - esculpió Rubén de mala gana.

- Rubén, esta es una oportunidad para que esa fama de chico problemático se vaya. Esto es muy importante para tu padre, tu heredaras este negocio y es importante que te hagas de buena fama... - dijo con algo de enfado su madre.

- Como sea...

Luego de que todos los invitados entraran y Rubén se decepcionara al no ver a su querida entrar por el ascensor, era hora de que su padre diera un corto pero aburrido discurso acerca de su empresa, de lo agradecido que estaba por las negociaciones y el querer que todos se divirtieran, empezó una aburridísima música de orquesta como para bailar vals o algo asi y cada quien había tomado una copa y empezaba a hablar. Era tal cual Paulette lo había descrito: aburrido a morir.

- Rubén, supe de tus suspensiones en el campus - decía un viejo millonario, que según su padre, tenia el bufete de abogados mas rico de España. Tenia una tupida barba blanca y presumia a su hija (una chica con la que Rubén ya se había acostado, una mas en la lista, pero que había sido de los peores sexos de su vida y hacia mucho tiempo ya).

El padre de Rubén había reído nervioso, mientras que su hijo solo hacia una mueca y rodaba los ojos cansado de la situación y del lugar.

- Si, Alberto, pero ya sabes es un acto de todos los chicos de su edad, esta un poco desatado, pero es buen muchacho - había dicho su padre.

- Eso no es del todo cierto, señor Doblas - dijo el engreído barbón - Al menos yo tengo una hermosa hija, que esta siguiendo adecuadamente los pasos de su padre...

Just Sex [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora