La única pregunta que realmente importaba era: ¿qué es lo que siente ella realmente por él? Le había dicho que le gustaba. Pero, ¿hasta qué punto? ¿Sería un simple crush o algo más fuerte? Y, lo más importante, ¿por qué siempre aceptaba el hecho de...
El pelinegro subió hasta su piso a paso presuroso, pero apenas estuvo frente a su puerta, se detuvo por un momento. Oía sus propios latidos. No sabía si era por haber corrido prácticamente todo el camino hasta su apartamento, o porque estaba nervioso por verla.
Abrió la puerta repentinamente, después de haber tomado una bocanada profunda de aire, siendo Mika junto a su hyung en el sofá, lo primero que ve. A Jungkook le recordó haber estado descansando su cabeza sobre el regazo de la chica, de la misma forma en que ahora ellos estaban.
Quiso reír, pero su respiración quedó estancada en su garganta.
Mika y Jimin giraron su cabeza hacia él, alarmados por el súbito accionar del recién llegado.
Jimin sonrió y se levantó del sofá a recibir a su dongsaeng.
Mika desvió la mirada. Se sintió culpable, por alguna extraña razón. Como avergonzada de que la haya visto en aquella situación.
— ¡Heeeey, Jungkook-ah! —se saludan con la mano seguido de un leve choque de hombros. —Así que Jieun, eh. —le insinuó, lo que causó que su mirada viajara a la rubia, que aún no se había movido del sillón, pudiendo captar el momento justo donde muerde levemente su labio inferior.
—Sí, bueno... ella está sola, yo estoy solo. —trató de que esas palabras no le dolieran, o al menos que no se reflejara en su voz. —Así que solo sucedió.
—Me alegro por ti, hermanito. De verdad. —alzó su mano para chocar los cinco. —Nuestro niño de oro está hecho un hombrecito, Mika. ¿No vas a felicitarlo?
Los ojos del pelinegro viajaron fugazmente hacia la rubia. Mika, levantándose por fin del sofá, colocó nerviosamente unos mechones de cabello detrás de sus orejas, alzó la mirada hacia Jungkook y pronunció atropelladamente.
—Fe- felicidades, Jungkookie.
Jungkook entrecerró los ojos. No le creyó ni media palabra.
—Ya debería irme. —prosiguió Jimin. —Namjoon hyung me necesita. —el pelirrosa besó rápidamente a la chica y Jungkook tuvo que apartar la mirada.
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—Volveré pronto, bebé. —Jimin besó sus nudillos, pero al querer soltarla Mika se aferró a su mano. Jimin la miró por un momento, creyendo que tenía algo para decirle, pero al ver que no hablaría, preguntó qué sucedía.
Mika abrió la boca, pero la verdad es que ni ella sabía qué decir.
No quería que se fuera, porque no quería quedarse sola con Jungkook. Simplemente no quería.
¿Cuál era el problema? ¿Miedo de qué, exactamente? No sabía bien, pero... De repente, Mika alzó la vista por arriba del hombro de Jimin encontrándose con la mirada oscura del pelinegro clavada en ella.
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