La mujer lo había dejado pasar tan pronto abrió la puerta.
La siguió hasta la sala donde le pidió que se pusiera cómodo.
Ella fue a buscarle algo de beber mientras él paseó su mirada por las paredes de madera.
Estaba lleno de fotografías de Mika desde bebé hasta la actualidad.
Jimin se acercó a verlas con detenimiento.
― Eras realmente adorable, Mika. ―dijo acariciando una foto donde estaba la pequeña hamacándose. Su pelo bailaba con el viento y una sonrisa enorme adornaba su rostro. Tan llena de inocencia. Tan libre de dolor.
Jimin tragó tratando de pasar el nudo que se le formó en su garganta.
― Era más hermosa de niña, ¿verdad que sí? ―la mujer había aparecido llevando una bandeja con dos tazas humeantes en sus manos.
Jimin se apresuró a ayudarla. Se sentaron y ella le ofreció una taza.
― Gracias. ―le dijo tomándola, pero realmente no tenía ganas de ingerir nada.
La mujer vestía con lo que parecía un pijama gastado y pantuflas. Su pelo estaba hecho un lío que trataba de aparentar en una coleta. Su piel pálida dejaba ver con facilidad sus grandes ojeras. Parecía enferma.
― Me alegra tenerte aquí, Jimin-ah. ―dijo sin aun haber probado el café. ― Tu presencia me hace sentir que mi hija está aquí, en cierta forma. ―bajó su mirada.
Jimin bajó su mirada también, dando un sorbo a la bebida caliente tratando de tragarse las lágrimas con él.
― No te ves bien, querido. ―él subió sus ojos hasta ella. ― Tu cabello solía ser anaranjado. Tus ojos tratan de esconder tu dolor bajo esas ojeras. ―le habló con suavidad. Jimin amagó una sonrisa.
― Bueno, ya no le veo el sentido a pintarme el pelo. ―pasó su mano por la cabeza. ― Y las ojeras... no he dormido bien últimamente. ― "Desde aquella despedida" ―He estado sobrellevando su ausencia lo mejor que puedo.
― Entiendo perfectamente, Jimin-ah. ―tomó aire y continuó. ― Yo he dormido en su habitación esperando que volviera.
Jimin se sentía terrible viendo a aquella mujer sufriendo de tal manera pudiendo decirle al menos que su adorada hija estaba bien. En realidad, él no sabe eso, solo tiene la sospecha de saber dónde está. Estuvo tentado por ir al apartamento de Jungkook y verla por sí mismo, al menos para saber cómo se encuentra. Pero tenía miedo, terror con lo que podría encontrarse. Mika lo amaba, estaba seguro, podía sentirlo en cada abrazo, en cada beso que compartían. Pero la distancia puede matar algunos sentimientos. Sin mencionar que estaba con la compañía del pelinegro quien estaba enamorado de ella. Se preguntaba si Jungkook habría aprovechado la situación para acercarse más de lo que debía.
Mierda.
Quién diría que algo así pasaría. Él y el pequeño Koko, como solía llamarlo de más pequeño, estarían enfrentados. ¡Por una chica!
La fuerte amistad, casi hermandad que los unía comenzando en aquel orfanato del infierno, lugar donde conoció el dolor, físico y emocional. Uniéndose junto a los demás para proteger a Jungkook, quien apenas tenía dos años cuando llegó. Ellos sentían que debían resguardarlo mientras se pudiera.
Dios, aún podía recordar la primera vez que lo vio. Su pelo azabache, largo y alborotado. Sus ropas colgándole de los extremos ya que le quedaban enormes. Su carita sucia, mejillas hinchadas y ojos de cachorro asustado.
Se vio a sí mismo cuando tenía su misma edad. El mundo siendo lastimosamente grande. Se prometió defenderlo del dolor que él había experimentado, tomando su lugar cuando por alguna razón era castigado con golpes.
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𝕋𝕣𝕒𝕡𝕡𝕖𝕕 | ♥ PJM - JJK ♥ (BTS)
FanfictionLa única pregunta que realmente importaba era: ¿qué es lo que siente ella realmente por él? Le había dicho que le gustaba. Pero, ¿hasta qué punto? ¿Sería un simple crush o algo más fuerte? Y, lo más importante, ¿por qué siempre aceptaba el hecho de...