Capítulo 30

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Pedro veía hacia la nada. Tenía muchos problemas, y no tenía idea de cómo enfrentar cada uno por qué lado. Estaba Lucas, con todo el asunto que no podían verse y por lo tanto tenía dificultades desacostumbrándose de la rutina de sexo que habían llevado largo rato; todavía su cuerpo no entendía bien el punto, porque lo traicionaba en momentos bastante incómodos.

También estaba su hermano... enojado todo el tiempo, María también enojada y gorda como vaca. Su mamá había intentado intervenir un par de veces en su vida también, dándoselas de muy preocupada por él, pero Pedro ni la había dejado hablar cuando ya estaba huyendo para otra parte. Estaba lo de las citas perdidas con el psicólogo... tenía que ir al psicólogo, tal vez eso ayudaría a que se sintiese menos estresado, perdido... loco. Ah, y también estaba la escuela. Mierda, la escuela...

— ¿...Pedro?

— ¿Eh? — se dio vuelta y miró hacia la persona que le había hablado. Era Viri, que lo miraba preocupada.

— ¿Estás bien?

— Seh... mejor que nunca — respondió con cansancio.

— ¿Lo extrañas?

— ¿Eh? — Pedro parpadeó un par de veces hasta que entendió que Viri hablaba de Lucas — Ah... más o menos... a veces hablamos.

— Yo también lo extraño... no hemos hablado nada desde que se fue... ¡Ni hablar! ¡Creo que ya se volvió más especialito de lo que era!

— Jejeje... sí — suspiró Pedro, todavía dándole vuelta a otros asuntos en su mente. Siguió pensando en lo del psicólogo... mejor ir esa semana. Y Ángel. ¿Dónde diablos estaba Ángel? ¿Cuándo había hablado con él por última vez? Desde el día de la borrachera juntos, según él no habían hablado mucho más de un par de oraciones... habría que buscar un momento para hablar más con él; no quería perder a su mejor amigo.

Le dolía la cabeza. ¿Habría aspirinas en la casa? Tal vez no, Alberto se tomaba todas de repente, cuando le daba por sufrir jaquecas por culpa de su lindo hermanito Pedrito, o sea él...

¿Y si mañana iba a recoger a Lucas otra vez?

— ¿...No crees?

— ¿Eh? — Pedro abrió mucho los ojos al darse cuenta de que había estado ignorando a la pobre Viri, que seguía ahí al pie del cañón. Esa Viri... amigas como ella pocas.

— Me estás dando el avión, ¿verdad? — preguntó ella, con los ojos entrecerrados.

— ¡No, no! Es que ando en otro planeta.

— Si no me dices no me doy cuenta... — Viri rodó los ojos —; te estaba diciendo que va a ser mi cumpleaños y que voy a hacer una fiesta. Que quería invitar a Lucas y así sirve de que se ven — y enseguida sonrió y su rostro pareció llenarse de corazoncitos rosas —. No tienen que quedarse todo el rato en la fiesta, si quieren... — y le guiñó el ojo.

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Lucas se preguntaba si era normal que les diesen cinco trabajos prácticos para entregar de una semana a la otra. Últimamente estaba tan ocupado con el colegio que no había tenido tiempo de llamar al Colo, de quien todavía tenía intriga por lo que había dicho sobre el casette. En su calendario estaba también el cumpleaños de Viri, del cual se había olvidado por completo, y a quien tampoco había llamado. Le gustaba estar aplicado, sentir que el estudio le exigía y que su nivel académico daba sus frutos. Pero a veces extrañaba su vida de antes... irse del colegio cuando quería, escaparse con Pedro... Se sentía tan... liberado. Eran los momentos donde sentía que nada lo podía parar, con adrenalina, con fuerza. Cuando Pedro había intentado matarse y él tuvo que cargarlo, sintió que podía dar su vida a cambio de la de él.

¿Así o más Gay? - Primera ParteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora